Entrevista a Juan de Dios Mosquera, líder del movimiento Cimarrón, de Colombia: “La movilización social es una forma de presión democrática”.

18/05/2012 | Entrevistas

Rafael Sánchez: Sr. Mosquera, es usted líder del movimiento Cimarrón de Colombia. ¿Qué es el movimiento Cimarrón?

J.D. Mosquera: Soy director nacional del Movimiento Nacional por los Derechos Humanos de las Comunidades Afro- colombianas, Cimarrón. Cimarrón llamaban los españoles en la época de la colonización esclavista en América al ganado salvaje, el ganado que nacía libre en las llanuras y no tenía dueño, no tenía marca. Cuando nuestros ancestros americanos fueron secuestrados por nuestros ancestros españoles, aquellos que huyeron a las montañas y fundaron unos pueblos llamados palenques, fortificados, donde resistían por su libertad, nuestros ancestros españoles les llamaban cimarrones y cimarronas porque los consideraban ganado huido, ganado sin marca. Esa marca se llamaba la carimba y se le colocaba a los ancestros africanos en cara, hombros, frente, nalgas, como símbolo de propiedad con el nombre de la hacienda o el apellido de los amos. De ahí surgieron los apellidos de la gente afrodescendiente de las Américas. Unos apellidos son Carimba, son marca, otros apellidos son símbolos de la libertad de la lucha cimarrona. Los apellidos marca como: Mosquera, Torres, Gómez, Uribe, Caicedo, Santos, Valencia…, tantos más apellidos españoles que lleva la gente afrodescendiente. Los apellidos libertarios son huellas africanas como: Carabalí, Congo, Mandinga, Luango, Condumí, Balangas, Banguera…, símbolos de libertad. En Colombia hay más de 150 apellidos símbolo de africanidad y de libertad. Hoy Cimarrón es acogido como el nombre de la organización madre más importante que lucha por los derechos humanos de la población afrocolombiana. Cimarrón nació en 1976 con el propósito fundamental de conquistar dignidad, los derechos étnicos, conquistar identidad y conquistar “empoderamiento” social y político para el pueblo afrocolombiano. Luchar contra el racismo y la discriminación, ejercer y luchar por el goce pleno de los derechos humanos de la población afrodescendiente víctima de las consecuencias de la esclavización. Incidir políticamente, incidir por la ciudadanía en la sociedad colombiana, en el Gobierno y los partidos políticos. Nosotros hoy somos una gran organización regada por todo el territorio nacional sembrando conciencia organización y “empoderamiento” en la juventud y el conjunto de las comunidades afrocolombianas.

R.S.: Se debería pensar que esos derechos ya tendrían que estar cubiertos por la constitución, el Estado, el Gobierno… ¿Por qué tiene, el afrodescendiente que defender esos derechos?

J.D.M.: Por un hecho concreto. El origen de la violación de los derechos humanos de las poblaciones africanas en las Américas y en España y Portugal surge del proceso de animalización en que los ancestros españoles inventaron a los ancestros africanos en las Américas. Los declararon animales y los inventaron como negros. Negro significaba animal y esclavo, negro no significaba persona negra no existía la persona negra en la esclavización porque el llamado negro era una propiedad, no tenía derechos era un bien mueble y en condiciones de propiedad. No podía vivir ni actuar como persona. Ahí surgió entonces la negación de la humanidad, de los derechos humanos de las poblaciones africanas secuestradas a América. Y en este proceso cuando son expedidas las leyes de abolición de la institución de la esclavitud que terminó en los años ochenta del siglo XIX, no se le reconoció a los africanos liberados ni tierras, ni dineros, ni derechos especiales, ni indemnización por los perjuicios de la esclavización, ni se les reconoció ciudadanía, educación, ni trato de personas. Se les siguió llamando y tratando como negros y los africanos siguieron pensando, actuando trabajando como negros y en política votando como negros. En esas circunstancias, nuestras comunidades siguieron sufriendo las consecuencias directas, junto a las poblaciones indígenas, de la esclavización. Esas consecuencias configuran la violación de nuestros derechos humanos: La pobreza crítica, la desposesión, el desplazamiento, y el destierro permanente, la marginalidad racial y social y la hegemonía racial dentro de cada una de nuestras sociedades; la población hispano-mestiza sigue hegemonizando racial y políticamente en la sociedad. El racismo como mentalidad dentro de la psicología social de nuestros pueblos en Iberoamérica. La discriminación y la exclusión social que surgió del hecho de que la persona africana no era persona, era propiedad, su lugar era la propiedad no era la sociedad. Entonces se acostumbró la comunidad hispano descendiente y la población hispano-mestiza, se acostumbraron, a ver a la población negra y a la población indígena fuera de sus esferas sociales, fuera de la sociedad, a excluirlos y a “invisibilizarlos”. La otra consecuencia es la violencia contra la mujer. La mujer afrodescendente siempre ha sufrido la violencia, la violencia sexual, las violaciones en los barcos, la violencia siendo niñas. El hecho de no poder tener un familia, no tener su propios hijos, todo eso generó un cuadro dramático donde no existe la familia con los padres, los hijos, porque la familia es una madre muy fuerte al frente de sus hijos sacándolos adelante porque el hombre es muy irresponsable colocando hijos en diversas mujeres. Y el tema del clientelismo político que es tan grave. Las comunidades siguen políticamente subordinadas a sus amos, sus votos no representan visibilidad, representación y progreso para ellas sino “empoderamiento” social y político para los tataranietos de los esclavistas de los amos. Entonces hoy nosotros, apenas en 1991, para el caso de Colombia, en la misma década para países como Ecuador, en Bolivia apenas fue “ahorita”, en Brasil, en tantos países apenas las leyes comienzan a reconocer la existencia como poblaciones, como nacionales del país, de los afrodescendientes. Y también en los derechos colectivos apenas ahora se viene a entender que las naciones de Iberoamérica son multiculturales, que somos la síntesis de la africanidad, la indigenidad y la hispanidad, y que eso no es en ningún momento un obstáculo para nuestro desarrollo, que es una riqueza que nosotros debemos tener como los activos más importante de estos 500 años. La lucha por esos derechos, por la ciudadanía, por la participación y por la verdad, justicia y reparación por la tragedia de la esclavización, hoy apenas comienza en los pueblos iberoamericanos.

R.S.: ¿Por qué las comunidades de afrodescendientes no tienen una representación singular, alguien que represente a esa comunidad?

J.D.M.: Porque apenas ahora empieza a reconocerse la ciudadanía y la ciudadanía diferenciada a las poblaciones de afrodescendientes. Porque parecía antes que la gente africana en nuestros países seguían siendo un extranjero en sus propios países. Antes se discutía estos temas y la gente decía: “Es que ustedes no son de aquí, ustedes son llegados”. Pero resulta que nosotros somos tan llegados hace 500 años como llegaron los ancestros españoles. Ellos nos llevaron a América para construir las sociedades americanas. Los ancestros españoles hacían los llamados trabajos limpios y nosotros hacíamos los trabajos sucios que eran la minería, la agricultura, la ganadería, los transportes, los caminos, la cocina… todo eso. Era la construcción económica productiva de nuestras sociedades. Entonces todavía no hemos aprendido que los africanos, ancestros españoles e indígenas somos constructores de primera categoría, fundadores, constructores y protagonistas de todas las sociedades de las Américas y de España y Portugal. No hay gentes de primera categoría o de segunda, el sudor y la sangre de las tres grandes dimensiones culturales están presentes. Entonces hoy, esos derechos tan simples como los derechos civiles y políticos, como los derechos económicos y sociales, étnico, apenas hoy comienzan a ser entendidos por los Estados y por las poblaciones dominantes (las poblaciones hispanodescendientes, las poblaciones blancas).

R.S.: En algunos países de Iberoamérica, exceptuando Brasil, hace cuestión de unos veinte años se negaba la existencia de la afrodescendencia. ¿Cómo se ha podido negar la existencia de la afrodescendencia en Iberoamérica? ¿Cuánto comunidad negra hay en Colombia?

J.D.M.: La invisibilización de las poblaciones afrodescendientes ha sido una conducta, una política perversa. Una política perversa desde la época del colonialismo esclavista hasta hoy, por un hecho: se quiere minimizar el impacto y la trascendencia de la esclavización con sus consecuencias hasta hoy en las sociedades, minimizando la población, diciendo: “esclavitud no hubo, fue una esclavitud paternal, muy querida que antes le hicimos un favor a ellos, y entonces son muy poquitos”. En Colombia, antiguamente decían: “hay una población muy pequeña en el Chocó y Cartagena y es del 1%”. Hoy nosotros vemos que entre los 46.000.000 de colombianos y colombianas la población afrodescendiente es más de la mitad de la población nacional. O sea, del 1% nada. Esa mitad de la población nacional, es de dos tipos: una es africana-criolla, se mezclaron los africanos entre sí en las selvas dando lugar a la población negra y azulada. Unas poblaciones muy bellas que se desarrollaron en las selvas en estos cinco siglos.

R.S.: En independencia, entiendo.

J.D.M.: En independencia. En esos ríos, luchando, y nos salvó la selva porque allá había comida abundante: pescado, carne, frutales, verduras en abundancia. Y tú ves a la población negra de Colombia y es una población, bella, fuerte, muy alta, atlética y de ahí surge la representación en el deporte al país, esa juventud sacando la cara por Colombia. Y luego está la población afro-mestiza. La mezcla de los africanos criollos, de la gente negra con los indígenas o con los españoles que da lugar a una población de muchos colores. Ya no hablamos como los antepasados españoles antes, que decían: “los africanos son negros”, (negro significaba esclavo y animal). “La mezcla de los africanos conmigo, de mi violación esos son mulatos”, (de mula, del cruce de la yegua con el burro). La mezcla entre los indígenas y africanos les llamaban zambos, el nombre de un mico, un mono de piel negra. Y luego pardo, moreno, a esas mezclas que daba lo afro, lo indígena y mestizo con una piel muy clara y generaron unas castas.

R.S.: Ildefonso Gutiérrez en sus libros refiere gran cantidad de términos para definir cada pequeña variación en el color de la piel.

J.D.M.: Así es y dividir, y los obligaban a mezclarse entre ellos y fundaban pueblos solamente de una casta. Por ejemplo de los llamados pardos. Entonces si se casan y se relacionan entre ellos daba lugar a una población con características africanas y cada vez más clara. Pero esa población se asumía como blanca y discriminaba a otras poblaciones que tenían un color más oscuro. Entonces fue un sistema muy perverso de dominación y esas poblaciones son lo que llamamos hoy afrodescendientes, españoles afrodescendientes, colombianos afrodescendientes, o sea españoles con la herencia africana en su ser y que cada nación tiene que asumir que tiene una profunda herencia africana que debe conocer, que debe enaltecer y que debe hacer memoria de ella.

R.S.: Frank Fanon que decía que ser colonizado es serlo culturalmente, absorber un lenguaje.

J.D.M. : Sí, observa. El mayor invento de los ancestros españoles y europeos en las Américas fue la población afrodescendiente. ¿Por qué? Porque los ancestros llegaron desnudos, encadenados individualizados. No se entendían el uno con el otro, solo veían un signo de identidad común la piel y la opresión, las cadenas. Tuvieron que aprender a la fuerza, la lengua. El español, portugués, inglés o francés. Y tú sabes lo que significa aprender traumáticamente una lengua. Ahí empieza la cosmovisión española. Luego la religión católica que sirvió de refugio para ellos, pero que a la vez era un herramienta de dominación ideológica y política del sistema colonial, y se le impone la esclavización. Entonces, los ancestros africanos en la esclavización fueron hechura de los ancestros españoles. Ellos asimilan una ideología, el racismo que se convierte en “endoracismo”. Asimilan los conceptos. Y los defienden más aún que el patrón. Y los defienden porque no conocen otros. Entonces la gente cree que es lo mismo el concepto negro que persona negra, o africano o afrocolombiano o afrodescendiente, la gente no sabe distinguir esas cosas. Porque al “quitarle” la piel es otro humano más al que se le impone una ideología y un sistema. Y luego esa persona se cree dueño del sistema o víctima del sistema. En ese proceso está también la población española. En España hay una invisibilidad total sobre la historia real de lo que ha sido la hispanidad en estos más de quinientos años. De lo que pasó en América, de lo que pasó con los africanos hacia América y aquí en España. Aquí hubo una gran población africana esclavizada. Antes de América los esclavizados pasaban desde los puertos de Extremadura y Andalucía hacia Portugal. Hubo un gran centro esclavista que hoy es un pequeño pueblo olvidado que se llama Niebla, y donde necesitaban los ancestros españoles a los africanos para trabajar allá. Los llevaban sea para trabajar en América, España o en Portugal. Entonces surgió una gran población, y aun hoy en día uno observa en centenares de rostros en Huelva, en Andalucía, en las poblaciones cercanas, uno observa cantidades de rostros de esas poblaciones de hace siglos que son las fundadoras de la nueva España. No es la población que está llegando aquí, ya sean migrantes legales o ilegales, es la población que nuestros ancestros españoles y portugueses sembraron aquí en Europa occidental antes, durante todo ese proceso del contacto y las guerras con los africanos árabes. Entonces esa invisibilización toda esa realidad que observamos conlleva al “endoracismo” y a los falsos conceptos que se crean. Cuánta gente afro no se trata como negro o dicen “mulatos” o “zambos” en las Américas. Ellos no saben qué significa eso. Pero mira, no es la piel es el concepto que inventó el ancestro español. En América, negro es sinónimo de un ser esclavizado y animalizado.

Hay una cosa muy importante. Bob Marley, ese gran cantante africanista, nos dejó una gran tarea a todos y todas, no solo a la gente afrodescendiente, a todos los iberoamericanos comprometidos con el renacimiento de la dignidad y la humanidad de nuestra sociedad iberoamericana y de los pueblos afros e indígenas. Tenemos que liberar a nuestros pueblos de la esclavitud mental del concepto de negro. Porque esa esclavitud al final es la que ha convertido en una víctima del colonialismo, del esclavismo, a una gran parte de nuestras sociedades. Y es necesario que lo hagamos nosotros, a través de la educación, de los estudios de la herencia africana, de los estudios africanos al interior de nuestras sociedades. No nos podemos quedar en los tres sujetos coloniales que inventaron nuestros ancestros europeos: el sujeto blanco, el sujeto indio, el sujeto negro. Nosotros somos un conjunto de valores que están presentes y hemos protagonizado al interior de nuestras sociedades, y uno de esos valores es la africanidad. Otro de esos valores es la negritud. La piel negra es un vestido bonito de la gente negra, de la gente africana. Todas nuestras pieles son bonitas. Entonces no solo somos piel, la africanidad, la negritud la interculturalidad y la historia común son valores que la población iberoamericana debe defender y difundir, protegiéndolos, eliminando esa visión etnocéntrica de la epopeya, de la grandeza de España ignorando lo que realmente hace grande hoy a España: su diversidad. Esa hermosa diversidad que ha llegado desde las Áfricas, desde las Américas, desde Asia. Esa diversidad que siguió sembrándose de tantos pueblos que había hace trescientos, cuatrocientos años aquí y que se mestizaron con el mundo después de que América fue descubierta.

R.S.: Habla de endoesclavismo, de lucha de liberación, y ese discurso parece coetáneo y complementario a un discurso que está sonando en medio mundo de gente que rechaza la asimilación de una ideología impuesta por una clase dominante que quiere seguir imponiendo una plutocracia y que está representado en movimientos como por ejemplo el de los indignados. ¿No cree que existe esa coetaneidad, esa complementariedad?

J.D.M.: Sí, nuestras luchas históricas hoy son también contemporáneas y se suman a la indignación general de todos los pueblos oprimidos del mundo. Y lógicamente la lucha de los pueblos afrodescendientes no va a poder realizarse en la medida que el resto de las luchas de las sociedades no se indigne, no se levante. Todos debemos complementar nuestras luchas juntándonos, haciendo alianzas que nos fortalezcan y que nos hagan fuertes en la movilización. La movilización social como forma de presión democrática dentro de las sociedades.

R.S.: ¿Van a tener los afrodescendientes un peso determinante en el futuro de Iberoamérica?

J.D.M.: Sí, porque no existe Iberoamérica sin los afrodescendientes. Somos más de doscientos millones en Iberoamérica y en ese proceso tenemos que entender que los pueblos afroamericanos se deben organizar en entidades sólidas. Deben crear un pensamiento propio, una historia propia dentro de la historia iberoamericana. Tenemos que pensar en una Iberoamérica más democrática, más bella sin discriminaciones sin rechazo a la multiculturalidad. Debemos seguir creando conciencia e identidad en torno a los valores de la “afroiberomericanidad” y sigamos construyendo una España en la que quepamos todos, una España orgullosa de su identidad y orgullosa de la identidad cultural que ha construido en estos últimos 500 años.

Fundador y Presidente del Movimiento Nacional por los Derechos Humanos Afrocolombianos CIMARRON. Fundador del Círculo de Estudios de la Problemática de las Comunidades Negras en Colombia “SOWETO”. Pereira – Colombia, 1976. Coordinador y Promotor de los Encuentros Nacionales de las Organizaciones Afrocolombianas. Cofundador de la Red Continental de Organizaciones Afroamericanas. Montevideo – Uruguay, 1995. Galardón en Representación del Movimiento CIMARRON con el Premio Internacional de los Derechos Humanos de la República Francesa, 1997.

(transcripción, por Miguel Obregón)

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