Desde hace ya casi una semana, los combates entre el ejército congoleño y los rebeldes del M23 han producido un giro espectacular de la situación en favor del ejército congoleño. Ante el asombro generalizado, las localidades de Kibumba, Kiwanja, Rutshuru, Rumangabo y Bunagana han sido recuperadas, una tras otra, por las FARDC; localidades en las que el M23 se había hecho fuerte, saqueando, matando, aterrorizando a las poblaciones locales.
Adolphe Kilomba Sumaili es un investigador y jurista congoleño, especialista en cuestiones de justicia transicional como método de arreglo de las diferencias en la región de los Grandes Lagos.
– Pregunta: ¿Cómo explica usted el giro de la situación militar en Kivu Norte?
– Respuesta: Es producto de varias iniciativas: la de la Conferencia Internacional de la Región de los Grandes Lagos (CIRGL), organismo que ha cubierto todas las gestiones para resolver la situación y que han conducido a la celebración de reuniones sucesivas y concretamente a las conversaciones de Kampala. Éstas se han parado como consecuencia del rechazo del M23 a firmar un acuerdo propuesto por la mediación. El movimiento deseaba el regreso a la RDC de algunos señores de la guerra y solicitaba una amnistía global, lo cual bloqueaba las cosas. Frente a ello, la opción militar se presentaba como única vía posible. Algunos afirman que mientras se negociaba, cada parte afilaba sus armas. Parece que el ejército congoleño, esta vez, se ha preparado mejor y ya se ven los resultados sobre el terreno.
– ¿Estas victorias constituyen un signo de esperanza de que la paz en el Kivi retorne?
– En el Kivu, las cosas han sido siempre complejas. Esta parte del país es inestable desde 1994 y no es la primera vez que el ejército congoleño vence a una rebelión. Desdichadamente, estos éxitos no han aportado nunca una paz duradera. ¿Hay razones para que esta vez creamos que sí? Personalmente opino que sí, pero que habrá que privilegiar todavía una vez más el diálogo. La vía militar refuerza al gobierno pero no resuelve los problemas de las tensiones y de la existencia de grupos armados. La cohabitación pacífica entre diferentes comunidades, la redistribución equitativa de las tierras , las cuestiones identitarias, la persecución de todos los criminales de guerra, la impunidad, todas estas cuestiones no pueden ser resueltas por la sola opción militar. Ciertamente, con estas victorias, uno está autorizado a tener esperanza, ya que permiten el restablecimiento de la autoridad del Estrado en todos los lugares, pero el gobierno debe trabajar también en asentar lo que yo llamo los determinantes de la paz. Hay que zanjar cuestiones de justicia, de desarme, de desmovilización y el tema de los refugiados. Disparar cañonazos no basta para resolver todos esos problemas.
– En consecuencia, ¿qué dirección deberían tomar las conversaciones de Kampala?
– En mi opinión, el gobierno congoleño no debería adoptar una actitud triunfalista. Antes al contrario, debería seguir aceptando el diálogo con los actores de la región. Más allá de las reivindicaciones, hay algunas cuestiones que exigen una auténtica discusión, un verdadero diálogo. No convendría tener una visión demasiado corta de la situación. Hoy el gobierno sale reforzado y puede negociar en posición de fuerza. Su victoria militar debería abrir el camino a una victoria diplomática e ibncluso política. Estas tres opciones deben caminar juntas, así lo pienso yo. Sin ellas, no habrá paz estable y duradera en la región. Estimo que debe firmarse imperativamente un acuerdo de paz. Sería una especie de garantía para un inicio de estabilidad en el Kivu.
– Así pues, ¿no debe pasarse la página del M23?
– Para pasar página hay primero que leerla. La opción militar ha permitido al Estado congoleño asentar su autoridad y defender la integridad del territorio. Desafortunadamente, esta opción tiene sus límites a la hora de arreglar las diferencias. La segunda opción que yo promuevo es la opción política. Animo vivamente a los diferentes protagonistas a que sigan conversando; sería un erro pasar enseguida la página M23; hay que leerla y sacar las consecuencias antes de pasar a la página siguiente. Ello permitirá analizar todas las dimensiones de estos permanentes problemas que no solo afectan al Kivu Norte sino a los dos Kivus. En Kampala, la justicia congoleña debe, ella también, salir revigorizada: las negociaciones deben orientarse de manera que todos los criminales y autores de graves violaciones de derechos del hombre y de crímenes de guerra sean juzgados y castigados.
– ¿Qué opinión le merece la actitud de la comunidad internacional?
– Debe reconocerse que la situación actual es también consecuencia de la implicación total de la comunidad internacional, en concreto a través del Consejo de seguridad. Por primera vez en la historia, la ONU ha creado una brigada especial con un mandato ofensivo. Hoy constatamos el trabajo realizado en sinergia con las FARDC. La actitud de la comunidad internacional es para mi positiva y me opongo a todas las personas que critican el hecho de que nos recomiende que volvamos a la mesa de negociaciones. Vuelvo a decirlo, todos los aspectos de esta crisis no pueden ser resueltos por las armas.
– ¿Y la actitud de Ruanda? ¿Sus amenazas contra la RDC pueden tomarse en serio?
– No niego que esas amenazas pueden estar a la base de un abrasamiento de la situación de la región. No obstante, en derecho internacional es legítimo que un Estado que recibe disparos en su territorio reaccione. La RDC en 1997 actuó así cuando cayeron sobre Kinshasa obuses lanzados desde Brazzaville. El problema se planteará a mi juicio si Ruanda ejecuta sus amenazas enviando una vez más sus tropas a la RDC: violaría el artículo 2 de la carta de la ONU.
– ¿Cuáles son las soluciones concretas para una cohabitación pacífica en la región del Kivu y en general en los Grandes Lagos?
– En primer lugar, es preciso una franca colaboración entre los Estados de la región. La CIRGL podría ser el espacio adecuado, siempre que todos colaboren sinceramente. Luego, los procesos de justicia transicional deben ser impulsados y apoyados: las víctimas de todas las atrocidades deberían se indemnizadas y obtener reparación. Se trata, a mi juicio, de la opción más sólida. Debe también resolverse la cuestión de la justicia: la CIRGL debería poner en marcha un arsenal jurídico para que todos los señores de la guerra de la región sean llevados ante la justicia y juzgados. Por fin, es necesario diseñar programas de desarrollo y reconstrucción. Escuelas, hospitales, tribunales de paz, deben ser rehabilitados y construidos. La paz no significa ausencia de guerra. Todos estos esfuerzos combinados con una real voluntad permitirán una paz duradera en esta región de África. Estos países están condenados a vivir juntos y juntos deben trabajar a vivir juntos.
Declaraciones recogidas por Prince Djungu, Jambonews.net,
30.10.2013
Traducción Ramón Arozarena, 31.10.2013
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