Cuando la crisis humanitaria se agrava al este de la República Democrática del Congo, Global Witness pide que los esfuerzos internacionales se centren urgentemente en el papel que juegan los recursos naturales en el conflicto.
“La atención internacional de alto nivel es bienvenida”, declara Patrick Alley, director de Global Witness, “pero las iniciativas diplomáticas a corto plazo no producirán una paz duradera, si no se abordan las causas subyacentes del conflicto”.
Los beneficios económicos asociados a la guerra en esta región son una de las motivaciones claves de las partes beligerantes. Los combates entre el grupo rebelde del Congreso para la Defensa del Pueblo (C.N.DP), dirigido por Nkunda y el ejército nacional congoleño, las Fuerzas de la Armadas de la República del Congo (FARDC) se han intensificado gravemente estos días, cuando las tropas de CNDE se acercaron a la ciudad de Goma en el este del país. Desde hace diez años la población civil es la más duramente afectada por la violencia.
Los últimos combates han causado desplazamientos masivos en la provincia de Kivu Norte. Tanto el CNDE como el FADC han cometido graves abusos de los derechos humanos contra los civiles desarmados.
Las provincias de Kivu Norte y Sur, al este de la República Democrática del Congo, son ricas en minerales, especialmente en casiterita, (mineral de estaño) en oro y coltan. El comercio de los minerales sostiene la guerra desde 1998.La casi totalidad de los grupos armados implicados en el conflicto así como los soldados del ejército nacional, están implicados en el tráfico ilegal de estos minerales desde hace años, con total impunidad. Muchos de ellos han estado cobrando impuestos a la población civil, extorsionando con los minerales o haciendo caja cobrando en controles por las carreteras o en los cruces de fronteras.
En julio-agosto de 2008, Global Witness documentó la enorme implicación de los grupos armados y de unidades delejército congoleño en el comercio de la casiterita y oro en Kivu Norte y Kivu Sur (comunicado de prensa de Global Witness: El control de las minas por parte de los grupos beligerantes impide la paz en el este del Congo,10 de septiembre de 2008).
Global Witness denunciaba el fracaso de los compradores y compañías que comercian con minerales del este del Congo para asumir la responsabilidad de romper la relación entre el mercado de minerales y la violencia continuada.
“Mientras haya compradores dispuesto a comerciar, directa o indirectamente, con los grupos responsables de graves abusos de los derechos humanos, no habrá ningún incentivo para que estos grupos decidan abandonar las armas”, asegura Patrick Alley. Global Witness hace un llamamiento a los compradores de toda la cadena de abastecimiento, desde los individuos que compran en las minas hasta las compañías manufactureras, las multinacionales y las de venta al por menor, que ejerzan la debida diligencia de manera estricta. “No es aceptable que los compradores digan que no saben o no pueden saber de dónde vienen los minerales. Ellos tienen la responsabilidad de averiguar exactamente dónde se han producido los minerales y por quién. Si existe alguna posibilidad de que los minerales hayan pasado por las manos de grupos armados y unidades del ejército, deberían negarse a comprarlos. Y si no, los compradores serán responsables de mantener activos a estos grupos”.
La situación en el este del Congo refleja hoy un fracaso más amplio, un fracaso internacional a la hora de ocuparse de los vínculos entre el conflicto armado y el comercio global de los recursos naturales. Global Witness ha documentado el papel que las materias primas, desde los diamantes, hasta la madera o el coco, tienen en el mantenimiento de los conflictos por toda África y sur de Asia. Sin embargo, la comunidad internacional todavía no posee una comprensión común de los que constituye una fuente de conflictos. Organismos como la ONU ni han adecuado los medios, ni tienen la determinación suficiente para romper el nexo entre recursos naturales y conflictos. Global Witness aboga por un informe del Secretario General de la ONU sobre recursos naturales y conflicto, como un primer paso para concebir un enfoque internacional más sólido.
“Las agendas económicas han sostenido guerras a través de toda la historia”, asegura Patrick Alley. “Lo que es nuevo ahora es la manera en que los grupos armados pueden conectarse con los mercados globalizados de recursos natrales saqueables, dirigidos tanto por Occidente como por Oriente. La situación en el este del Congo es una llamada a despertar para los políticos internacionales que han eludido y manejado con torpeza este asunto durante una década: actúen ahora para desvincular los beneficios económicos de los conflictos armados”.
(Global Witness, 01-11-08)