Las explicaciones dadas por las nuevas autoridades tunecinas ante la cumbre no han sido muy tranquilizadoras para el resto de los miembros de la Liga Árabe.
Túnez, miembro fundador de la organización panárabe, está representado en la cumbre árabe de Charm el Cheikh por su ministro de Exteriores, Kamel Morjane, renombrado para su cargo en el nuevo gobierno de transición, según informaron, el día 17 por la tarde, sus homólogos tras haber celebrado un encuentro a puerta cerrada sobre la situación en su país. No ha sido tranquilizador con sus palabras: “el pueblo tunecino ha dicho su palabra y ha salido vencedor de su sublevación popular”, y que el propósito del gobierno de transición está claro, organizar el proceso de democratización reivindicado por los tunecinos, con la participación de todos los partidos. Y no quieren ni hablar de dar marcha atrás, como ha sugerido Gadafi, ni de anular las demandas populares. En cuanto al caos que predicen muchas voces árabes, ha sido refutado por numerosos especialistas.
Para Túnez, la reactivación es difícil pero posible. Túnez tiene todas las condiciones y ventajas para activar su desarrollo: una sólida industria turística, basada en un entorno de atractivos geográficos maravillosos; un Islam moderado que ha permitido, entre otras cosas, la emancipación de la mujer por el trabajo; estrechos lazos económicos con países europeos; partidos de la oposición, ciertamente embrionarios porque han estado prohibidos mucho tiempo; los sindicatos de trabajadores… más importante aún, actores de una economía moderna, la más moderna de la región. Y sobre todo, una población politizada, con fuerte sentido de patriotismo que quiere pasar la página de la dictadura y del populismo para instaurar una democracia universal. Túnez, observado con atención, podría marcar el camino para sus hermanos que no tiene regímenes democráticos, es decir, todos los demás países de la Liga Árabe.
Por otra parte, el ministro saudí de Exteriores, Saoud Al Fayçal, ha afirmado que el presidente tunecino, Ben Ali, refugiado en su reino, desde su huida el día 14 de enero, por la presión popular, tiene prohibida “toda actividad” contra su país. Su acogida “no puede conducir a cualquier actividad de Ben Ali sobre Túnez, desde Arabia Saudí”, según afirmó en una entrevista en la televisión estatal saudí. La presencia del presidente depuesto en el reino va acompañada de “condiciones y restricciones”, y no se autorizará ninguna acción contra Túnez, sentenció. “Su acogida responde a una tradición árabe: dar protección a aquél que la solicita”, ha declarado el príncipe saudí, “Esto no es una injerencia en los asuntos internos de Túnez”, aclaró.
Djamel Bouatta
(Liberté, Argelia, 20-01-11)