Un nuevo gobierno formado en Trípoli, capital de Libia, ha sido alabado por Washington, el día 23 de noviembre, como un “paso significativo” hacia la democracia, pero también hay comentarios de las regiones de Libia que destacan el difícil reto que es la unidad, después de 42 años de dictadura.
Zonas del vasto desierto del país que tuvieron un papel importante en los ocho meses de levantamiento popular que derrocó el régimen de Muamar Gadafi, se han quejado de haber quedado “marginadas” en el tan esperado gobierno interino, desvelado a última hora del día 22 de noviembre.
Entre los que presentan quejas está la principal ciudad del este de Libia, Benghazi, donde estalló la revolución, y las minorías bereber y Toubou, que estaban entre los baluartes del ejército improvisado que acabó derrotando a las fuerzas de Gadafi.
La primera reprimenda contra el primer ministro interino, Abdel Rahim al-Kib, llega de los bereberes, que creen que la falta de representación de su pueblo no se corresponde con el importante papel que desempeñaron en el levantamiento popular, desde su baluarte en las montañas Nafusa, al suroeste de Trípoli.
Su Congreso Nacional Amazigh pidió a todos los libios, y bereberes en particular, que pusieran fin a la cooperación con el Consejo Nacional de Transición, y con el gobierno interino.
Kib insistió al anunciar los nombres de los ministros que el nuevo gabinete será inclusivo y representativo de todas las regiones de Libia, hasta las más remotas.
(Angola Press, 24-11-11)