El día 13 de diciembre, las tropas leales al aislado líder de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo, han cerrado las calles de acceso al hotel en el que se alberga su enemigo, Alassane Ouattara, y su gobierno rival, provocando una preparación para el enfrentamiento armado.
Mientras que los ministros de Exteriores de la Unión Europea se reunían en Bruselas para decidir qué sanciones imponer a la administración de Gbagbo, el aislado presidente desplegó sus tropas y gendarmes en las principales rutas de acceso a la sede del gobierno paralelo, formado por su rival, y vencedor, en las pasadas elecciones, Ouattara, protegido por la ONU.
Ambos, Gbagbo y Ouattara se declararon vencedores de las elecciones presidenciales a finales del mes pasado. Ouattara ha sido reconocido por la comunidad internacional, pero los altos mandos del ejército de Costa de Marfil, permanecen leales a Laurent Gbagbo.
Los ex rebeldes de Fuerzas Nuevas, armados con rifles de asalto y lanza granadas tomaron posiciones defensivas alrededor del hotel en el que se aloja la sede del gobierno de Ouattara, junto con los soldados de la misión de paz de la ONU, equipados con vehículos blindados.
A un par de cientos de metros más lejos, los gendarmes y los guardas presidenciales, leales a Gbagbo, tomaron el control de dos posiciones de la calle que pasa por el hotel, controlando el acceso a la base de Ouattara, en la ciudad portuaria de Abiyán.
Las fuerzas leales a Gbagbo estaban equipadas con ametralladoras instaladas en camiones y lanzagranadas, pero no se produjo ninguna señal de que se preparasen para lanzar un asalto inmediato.
El presidente aferrado a su puesto, Gbagbo, de 65 años, ocupa el palacio presidencial y sus ministros parecen controlar sus respectivos departamentos, mientras que Ouattara intenta controlar los recursos del estado desde el hotel Golf, fuertemente rodeado por soldados.
Gbagbo ha nombrado a sus propios ministros e insiste en que él es el presidente constitucional, a pesar de que una resolución del consejo de seguridad de la ONU le ha pedido que ceda el poder a Ouattara, y Estados Unidos y la Unión Europea le han amenazado con sanciones.
La misión de paz de la ONU se ha desplegado para proteger la administración rival de Ouattara, pero el jefe del ejército de Costa de Marfil, pro Gbagbo, ha advertido a los soldados de la ONU que no “se metan en la lucha”.
“Simplemente advertimos a nuestros hermanos de las “fuerzas imparciales” que nunca se manchen las manos con la sangre de los marfileños. No están aquí para hacer la guerra a los marfileños”, declaró en la televisión pública.
Se suponía que las elecciones presidenciales del pasado 28 de noviembre marcarían el punto de inflexión en Costa de Marfil, tras una década de crisis, y restaurarían el gobierno constitucional en un país dividido entre el norte y el sur.
En lugar de eso, las divisiones de han agrandado, con Gbagbo reteniendo el control de las fuerzas armadas y la mayoría de los puesto económicos y administrativos del estado, mientras que Ouattara, tiene el manto de la legitimidad internacional.
(Mail & Guardian, Suráfrica, 14-12-10)