Para poder sobrevivir muchas mujeres entre las desplazadas malienses no tienen otra manera de hacerlo que de prostituirse.
Las cifras que da el alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados (HCR) dan miedo. Desde el comienzo de la crisis en Mali, hace más de catorce años y la guerra del Norte cerca de 500.000 personas ha tenido que abandonar sus hogares.
Estos desplazados han huido de la ocupación de los jihadistas y la rebelión de los tuaregs para instalarse en campos más al sur de Bamako, la capital o incluso en Sevaré. Con unas condiciones muy precarias de vida y una esperanza muy frágil de volver a la normal, para muchos la vida cotidiana no es más que una lucha por la supervivencia.
El enlace de la web de información humanitaria que tiene Irin News, pone el acento sobre este efecto unido al problema de los desplazamientos: la prostitución. Esta web que se basa sobre unos datos que proporciona una ONG local Danaya So, explica que desde el comienzo del conflicto más de 3.800 trabajadoras del sexo se han encontrado entre los desplazados en Mopti, Sevaré, en Bamako.
El Fondo de las Naciones Unidas para la infancia confirma este dato, remarcando que 41 jóvenes de edad entre los 15 a los 18 años han sido registradas como prostitutas.
“Casi todas estaban sin sus padres o sus maridos, que según ellas habían desaparecido o habían muerto durante los combates”, ha declarado una responsable de Unicef en Mali.
En realidad, la mayoría de las prostituidas son jóvenes mujeres o chicas que viven lejos de sus familias y no tienen recursos.
El trabajo de sexo será pues según sus propias explicaciones la única manera de sobrevivir. Esto ha ocasionado una explosión de casas de prostitucion en Bamako y en las ciudades que tienen muchos desplazados, y este negocio es muy jugoso para mucha gente.
“Cuando yo llegué aquí habían muchos hombres, principalmente soldados malienses que habían huido cuando los rebeldes habían atacado las ciudades del Norte” cuenta una chica que con unos tres clientes por noche consigue ganar dos dólares por noche. “No quiero hacerlo. Pero es la única forma de ganar un poco de dinero”.
Además, muchas de estas mujeres no se consideran como prostitutas sino que consideran a sus clientes como de “pequeños amigos”.
Irin News
Traducido para la Fundación Sur