En Uganda y en otros lugares, la influencia política de los escritores ha disminuido enormemente, habiendo diferentes tipos de artistas que comienzan a quitarles el sitio.
En un ensayo publicado después de su muerte en 1982, el poeta, filósofo, abogado, futbolista y novelista ugandés Okot P’Bitek escribió:
«En toda sociedad hay dos tipos de gobernantes: aquellos que usan la fuerza física para someter a los hombres, y aquellos que emplean la belleza, canciones dulces e historias divertidas, ritmo, forma y color, para mantener sanos a los individuos. En mi opinión, el artista es el mejor gobernante».
En la generación de P’Bitek, los grandes artistas y líderes de África a menudo se superponían. Leopold Senghor de Senegal, Julius Nyerere de Tanzania y Agostinho Neto de Angola, por ejemplo, fueron todos poetas y escritores, así como presidentes fundadores.
De manera similar, el novelista Chinua Achebe dirigió el frente diplomático de Biafra durante la guerra, a finales de la década de 1960. El dramaturgo y poeta Wole Soyinka ha sido uno de los críticos más feroces de los sucesivos gobiernos nigerianos y también fundó un nuevo partido político. Ama Ata Aidoo fue ministro de Educación en Ghana. Ken Saro-Wiwa dirigió la lucha Ogoni en la década de 1990 en el delta de Níger. Y el abierto activismo político de Ngugi wa Thiong’o lo llevó a ser encarcelado en la década de 1970 en Kenia.
Muchos de los escritores más célebres de África han sido aclamados tanto por su liderazgo político como por sus trabajos creativos.
Uganda no es ninguna excepción. En la década de 1970, por ejemplo, el dramaturgo Robert Serumaga se unió a las actividades políticas anti-Idi Amin y más tarde fue ministro de Comercio. El novelista y poeta John Nagenda fue nombrado miembro de la Comisión de la Verdad sobre las violaciones de los derechos humanos establecidas en 1986 y ahora es asesor principal del presidente Museveni.
El conocido autor Timothy Wangusa fue diputado, ministro de Educación y ahora es asesor presidencial. Y Mary Busingye Karooro, que fundó la Asociación de Mujeres Escritoras de Uganda (FEMRITE según sus siglas en ingés) en 1995, ha sido miembro del parlamento desde 2004 y ha ocupado varios puestos en el gabinete.
La lista es larga. Pero si miramos a través de ella, rápidamente vemos que todas estas personas se están acercando a la edad jubilación o han fallecido. Es difícil encontrar a algún escritor de la generación actual con la misma influencia política que sus antecesores.
Esto no es por falta de reconocimiento internacional. Solo en la comunidad FEMRITE de Uganda, el país se jacta de Jackee Batanda y Doreen Baingana galardonadas con el premio Commonwealth, la ganadora del premio MacDillan Glaydah Namukasa, la ganadora del Premio Caine Monica Arac de Nyeko, o la ganadora del premio Jalada, Aujo Lillian Y la lista continua.
Pero ninguno de estos célebres escritores tiene una influencia política comparable a la de la generación de hace unas décadas. Incluso Atukunda Victoria Abigail, una escritora que ha buscado activamente seguir los pasos de Karooro al aspirar a convertirse en diputado, aún no ha conseguido llegar muy lejos.
¿Por qué han perdido influencia los escritores africanos?
En los años sesenta y setenta, la publicación estatal prosperaba gracias a la Oficina de Literatura de África Oriental, que garantizaba que los lectores tuviesen lecturas de escritores locales tanto en inglés como en lenguas indígenas. Esto fue complementado por la Serie de Escritores Africanos de Heinemann Educational Publishers, que, además de su principal mercado objetivo de escuelas y universidades, también produjo trabajo para el gran público.
Con el tiempo, sin embargo, el modelo de publicación estatal ha desaparecido y la publicación ha caído en manos del mercado. Esto ha significado que hoy en día, los escritores ugandeses contemporáneos son publicados principalmente por imprentas extranjeras, que no ven los mercados africanos como su principal objetivo.
Hay algunas pequeñas imprentas sin ánimo de lucro en Uganda como FEMRITE, African Writers Trust y la Fundación Lantern Meet. Mientras tanto, han surgido algunas imprentas independientes como Sooo Many Stories o Mattville Publishing, y muchos escritores ugandeses se han podido autopublicar. Pero según FEMRITE, para ser considerado un bestseller hoy en Uganda, uno solo necesita vender 1.000 ejemplares.
Esta situación ha afectado particularmente a las publicaciones en lenguas indígenas, que ha disminuido considerablemente. Mientras algunos como P’Bitek se aseguraban poder publicar en sus idiomas locales, muchos escritores ugandeses contemporáneos publican exclusivamente en inglés. La infraestructura literaria y cultural que despierta la crítica hoy en día es unicamente anglófona y normalmente controlada desde fuera. Los numerosos premios que elogian a los autores ugandeses, por ejemplo, se limitan principalmente a obras compuestas en inglés.
Aunque puede haber ventajas para escribir en un idioma que se habla de manera tan extendida por todo el mundo, el inglés no es la lengua de Uganda. Puede ser el idioma oficial y el utilizado en el sistema educativo, pero no es el idioma en el que se llevan a cabo los negocios o mediante el cual los votantes interactúan con sus líderes.
La influencia política está conectada a los seguidores, y estos no se sentirán atraídos por personas que no conocen o por artistas a cuyo trabajo no pueden acceder.
Traed a los payasos
Aunque algunos escritores hayan perdido lectores en su país natal, y por consecuente también influencia política, puede haber otro tipo de artistas que puedan haber tomado su lugar. En las elecciones parlamentarias de Uganda de 2016, por ejemplo, la conocida cantante de gospel Judith Babirye y el comediante Kato Lubwama se convirtieron en parlamentarios (aunque la eleccion de este último se enfrenta a un desafío legal).
Esto parece estar convirtiéndose en una tendencia más amplia en todo el continente, en la que otras formas creativas están ganando tracción política. Por ejemplo, los músicos han sido el centro de varios movimientos populares de protesta en África recientemente, como Y’en a Marre en Senegal y Le Balai Citoyen en Burkina Faso, mientras que en 2009, el DJ Andry Rajoelina ascendió a la presidencia de Madagascar y gobernó hasta 2014.
Tiene sentido que este tipo de artistas llenen el vacío dejado por sus homólogos literarios. Por ejemplo, en Uganda, los músicos de hoy tienen un público mucho más grande que los escritores debido al crecimiento de las estaciones FM en todo el país, muchos de los cuales también tienen programas de comedia dentro de su programación.
La mayoría de estas estaciones de radio retransmiten en lenguas indígenas. Babirye y Lubwama trabajan principalmente en Luganda, la lengua indígena más hablada de Uganda.
No todos los músicos que hablan en Luganda han podido verter su influencia y popularidad en el terreno electoral: Daniel Kazibwe (alias Ragga Dee), por ejemplo, no consiguió llegar a la alcaldía de Kampala a pesar de su pedigrí como veterano cantante, pero músicos y comediantes que trabajan en idiomas locales sí parecen haber tenido mucho más éxito en la política electoral que los escritores en los últimos años.
Mientras que la economía de libre mercado condujo al colapso de la infraestructura editorial indígena de los años 1960-70, degradando así la producción y circulación de la literatura ugandesa y la influencia de los escritores, las mismas políticas han tenido un efecto diferente en la música y la comedia, facilitando el crecimiento de estas industrias artísticas que hoy son tan populares.
Esto significa que, aunque la era de los grandes escritores-líder puede haber llegado a su fin, la influencia política de los músicos y comediantes está en alza. Todavía queda ver la calidad de liderazgo de estos nuevos líderes.
Bwesigye Bwa Mwesigire
Fuente: African Arguments
[Traducción: Juan Vacas]
[Fundación Sur]
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