ONU MUJERES se ha asociado con la fundación alemana Friedrich-Ebert-Stiftung para organizar una serie de debates y diálogos bajo el nombre de «Café de Género» con los que hacer frente a la desigualdad de género. Este evento se ha organizado a conciencia antes de los 16 días de activismo contra la violencia de género que se llevarán a cabo del 25 de noviembre al 10 de diciembre.
El tema de la primera sesión fue «masculinidad positiva» y contó con un panel de discusión con diferentes activistas. Los participantes principales fueron: Zindaba Chisiza, profesora titular de la Universidad de Malaui, Annette Mukiga, de la Red de Mujeres de Ruanda, Dominique Uwase Alonga, de Imagine We Rwanda, y Fidele Rutayisire, del Centro de Recursos para Hombres de Ruanda (RWAMREC).
Una de las principales observaciones de la jornada fue que la sociedad ha contribuido mucho a crear una masculinidad tóxica y que eso es un desafío global. Durante su intervención, Chisiza lo explicó comparando a un niño recién nacido con un vaso de leche al que al echársele limón se pone malo: “Es delicioso, limpio; muy agradable. Y en algún momento sucede algo que transforma a ese chico que era limpio y agradable en algo realmente terrible”. Comparó el zumo de limón con factores que conducen a la masculinidad tóxica, alegando que ningún hombre nace como un opresor, pero la sociedad los convierte en eso.
El pastor Hassan Kibirango de Christian Life Assembly (CLA), que también estuvo entre los participantes, declaró que, pese a ser algo que Dios no aprueba, la religión ha contribuido a la masculinidad tóxica. El religioso comentó: «La iglesia es un producto de la historia, y la Biblia, por ejemplo, tiene algunos matices y narraciones que parecen ser despectivas o desanimar a las mujeres”. Sin embargo, aseguró que no todo está perdido, diciendo que la Iglesia puede ayudar a cerrar la brecha; incitando a los hombres a convertirse en promotores de la igualdad de género.
El diálogo giró en torno a cómo la sociedad influye en la masculinidad en general. Fatou Lo, Representante del país de ONU MUJERES, señaló que estaba contenta de que se lanzara el “Gender Café” porque ayudaría a desmantelar la masculinidad tóxica. Por otra parte, mostró su desacuerdo con los insultos que a veces se producen desde el activismo. Se refería a inferencias como «los hombres son basura», una frase común que utilizan algunos activistas que luchan por la paridad de género.
Fatou declaró: “Tenemos que ser respetuosos con los derechos humanos, evitando antagonizar a cualquier grupo. De la misma manera que no apreciamos los insultos como mujeres, tampoco queremos que nadie agravie a otros. Ya se trate de hombres, personas con discapacidad o de diferentes creencias religiosas”. Y concluyó resaltando que el insulto siempre es negativo, sea destinado a hombres o a mujeres, ninguno es peor.
Fuente: The New Times
[Traducción y edición, S. Ruiz Mínguez]
[Fundación Sur]
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