Los múltiples efectos de la violencia de género en las jóvenes de Malaui.
Un día, cuando tenía 13 años, tenía planeado un encuentro con un amigo en mi vecindario en Lilongüe, la capital de Malaui. Vivía a unos 10 minutos a pie de mi casa. Mis padres casi siempre nos conducían a mis hermanos y a mí de nuestra casa a casa de nuestros amigos sin importar cuán cerca o lejos estuvieran, pero esa tarde habían salido y mi amigo y yo ya habíamos hecho nuestros planes.
Creía, con buena razón, que necesitaba asegurarme lo mejor que pudiera para no sufrir ninguna agresión en esa corta caminata. Había tenido que dejar una de mis actividades extracurriculares el año anterior después de ser acosada por uno de los hombres del personal del lugar de la actividad. Tenía 12 años en ese momento, así que sabía que mi edad no sería un impedimento para ser agredida. Antes de salir de mí casa esa tarde me vestí lo más andrógina que pude: jeans holgados, camisa holgada, chaqueta grande aunque era mediodía en verano, una gorra de béisbol, con visera para ocultar mi rostro, y zapatillas de baloncesto. Para los mirones a lo largo de mi ruta debí haberles parecido ridícula pero era lo que pensé que tenía que hacer para mantenerme protegida contra miradas lascivas.
En octubre pasado, una niña de 11 años que estaba haciendo lo mismo que yo ese día, caminando de su casa a la casa de su tía, fue violada en el camino por un hombre que fingió simplemente ofrecerle un paseo en su bicicleta. Desde entonces, el caso se ha convertido en la narrativa central del momento #MeToo de Malaui, el último de nuestra lucha en curso contra la violencia de género. Sin embargo no es la única niña cuya victimización ha creado grandes titulares en las noticias: el mes anterior, la madre de una niña de 14 años que había sido enviada a vivir con uno de sus tíos presentó un informe a la policía alegando que la niña había sido víctima de repetidas violaciones durante varios meses a manos de su tío. En noviembre pasado, otra niña, esta de 12 años, fue violada por un empleado en la casa de su abuela.
Casi un cuarto de siglo después, los temores que tuve a los 13 años—miedos de convertirme en víctima de violencia sexual, incluso a mi corta edad— permanecen brutalmente igual de vivos.
El término legal utilizado en Malaui para la violación de una menor de edad es «profanación». Es un legado de la era colonial de Malaui, cuando la ley designaba específicamente a niñas menores de 13 años —ahora de 16— no como personas por propio derecho, con propia sexualidad, sino como propiedad de sus familias. (No existe un término para la violación sexual de niños de cualquier edad; no existe en el código legal actual tal crimen). La nomenclatura legal de profanación, en lugar de violación de menores de edad, es fundamental para comprender el problema en curso de la violación de chicas menores de edad en Malaui y de las relativamente laxas sentencias impuestas a los delincuentes, en caso de que las denuncias logren llegar al sistema judicial.
Cuando se considera a una chica como un objeto– como propiedad de los hombres que efectivamente la poseen, en lugar de como una persona por derecho propio– entonces la violación sexual de esa chica es, a lo sumo, el ensuciamiento de una propiedad, no una violencia contra la persona y sus derechos humanos fundamentales. Aunque no hubiera tenido las palabras para ello en ese entonces– mi yo de 13 años entendió que si hubiera terminado siendo víctima, en otras palabras, si mi experiencia de acoso cuando tenía 12 años hubiera llegado a una situación más extrema en el mismo contenido de violencia lasciva— me habrían hecho a mí, y también a mis padres, al menos, algo responsable de no proteger la virtud de la propiedad que era mi cuerpo.
Según un informe nacional de 2020, «Análisis de la situación sobre el aumento de violencia sexual en Malaui«, hubo un aumento del 11 % en denuncias de casos de violación de chicas menores de edad entre 2018 y 2019, y un aumento del 19 % entre 2019 y 2020. Si bien existe un debate sobre si los casos han realmente aumentado o no o si son simplemente las denuncias de casos las que están aumentando, el hecho es que la endémica violación sexual de chicas menores de edad sigue siendo una oscura mancha en la sociedad de Malaui: una sociedad que ,por otra parte, pretende mantener valores profundamente conservadores y religiosamente informados en torno a la integridad sexual, tanto para hombres como para mujeres, y valorar el papel de la mujer en las familias y comunidades.
Incluso el denunciar estos delitos implica a menudo someter no solo a la víctima sino a su familia a una revictimización a través del quebrado sistema de justicia penal de Malaui.
Existen leyes para sancionar a las personas que cometen estos actos criminales contra las chicas, pero el camino para llegar allí está plagado de obstáculos. Estos van desde el dinero necesario para contratar asesoría legal, hasta la miríada de trámites y requisitos de presentación de informes para llevar un caso, hasta el mucho tiempo involucrado que pueden perder los familiares asalariados que trabajan, sin mencionar los numerosos actores corruptos dentro del sistema que de plano no harán su trabajo a menos que se les proporcione, de forma encubierta, incentivos financieros adicionales más allá de sus nómina legal. Muchos esfuerzos de antemano para obtener justicia, obstaculizados, además, por la violencia estructural del propio sistema de justicia penal.
Las consecuencias de vivir dentro de este caldero de violencia contra las chicas —y específicamente chicas que no son consideradas como personas sino como instrumentos sujetos a la voluntad de los hombres en su entorno— no pueden ser suficientemente publicadas y expuestas. Aunque los efectos duraderos del trauma sexual están bien documentados, existe la cuestión mucho más amplia de todas las formas en que las chicas desaparecen lentamente de la vida social de la comunidad como resultado de la violencia que experimentan, así como las formas en las que se las considera sucias después de ser abusadas, en lugar de víctimas inocentes que merecen justicia, restitución y, en un contexto nacional perfecto, sanación apoyada por la sociedad. En cambio, las jóvenes víctimas de violencia sexual son con frecuencia silenciadas, ya sea con activas instrucciones de no hablar de las atrocidades a las que fueron sometidas, o peor aún, casándolas con sus abusadores en un artificial intento de proteger el valor de la joven y borrar la mancha de su supuesta contaminación por el objeto que es su cuerpo.
Durante mi adolescencia dejé tres actividades extraescolares como resultado directo de las atenciones lascivas de hombres involucrados en esas actividades. En cada momento vi estas decisiones como necesarias, tomé sola cada una y no recuerdo haber tenido sentimientos sobre cada caso de decisión de dejar el lugar más que «bueno, eso es así». Pero soy una mujer de una familia privilegiada y esas decisiones, en última instancia, al menos de manera significativa, no obstaculizaron mi progreso hacia la vida que finalmente he conseguido. Sin embargo, sacudieron mi sentido de seguridad en mi mundo y me hicieron excesivamente vigilante sobre las cosas que podía hacer, ya fuera inscribirme a actividades extracurriculares o clases particulares. Para cada actividad consideré primero si tenía una mínima posibilidad de terminar como víctima y luego, basándome en ese cálculo, decidía no emprender esas actividades. Esa vigilancia fue la propia forma de desaparecer del mundo, en la medida en que provocó una notable retirada del sincero compromiso con mi entorno y mis oportunidades.
Sin embargo, para muchas chicas de Malaui, su desaparición de la sociedad es muchísimo peor: termina convirtiéndose en un total descarrilamiento de los caminos previstos de sus vidas. Las chicas normalmente tienen que abandonar la escuela después de quedar embarazadas por un maestro de escuela, por ejemplo, o después de haber sido casadas en la adolescencia en vistas a aliviar la pobreza de sus familias. El potencial perdido de tantas niñas es inconmensurable, no solo en sus propias vidas, sino en la más amplia escala de la forma misma de la sociedad. El hecho de que como malauíes estemos efectivamente bien con esta situación —en la medida en que este problema continúa— es frustrante, incluso doloroso para mí como mujer que ahora observa crecer a la próxima generación de niñas en nuestro país. Mientras lo hago, me pregunto cuánto tiempo podrán mantener sus creencias en los grandes potenciales de sus vidas antes del inevitable punto, aún en su niñez, cuando un hombre en el que confían les despoja primero de ella.
Cuando tenía 14 años, unos meses después de mi primer período, mi abuela me dijo que ya no podía «jugar con chicos«. Este era su eufemismo para la necesidad– ahora que podía quedar embarazada– de que yo tomara medidas defensivas para no encontrarme potencialmente en problemas a manos de un chico o un hombre con intenciones deshonrosas. Su consejo subrayaba la noción de tomar adecuadas decisiones con respecto a la compañía de hombres. Sin embargo, esa conversación no habría salvado a la víctima de violación de 11 años en Chikwawa, ni a la víctima de violación de 12 años en Nkhotakhota; de hecho, me la dieron más de un año después del día en que me puse todas esas absurdas capas de ropa solo para caminar 10 minutos hasta la casa de mi amigo. Suponer elección como un factor en la victimización de una chica es colocar grotescamente la carga de su protección solo en las chicas.
El persistente flagelo de la victimización sexual de las chicas jóvenes no puede verse simplemente como solucionable mediante sus propios poderes de defensa o los de su familia contra su así llamada profanación y posterior devaluación. Toda nuestra sociedad debe ver esta protección como importante, y esta importancia debe ser incorporada a las instituciones que mantienen a nuestra sociedad en pie, desde la atención sanitaria, a la educación y la justicia. Muy poco cambiará de otra manera; no hasta que una mayoría crítica de personas deje de confabular al considerar esta violencia como aceptable.
Michelle Chikaonda @machikaonda
Fuente: Africa is a Contry
[CIDAF_UCM]
Artículos relacionados:
– Malawi 2063, un empujón en las relaciones bilaterales con la UE
– El descontento social impregna el 57º Aniversario de la Independencia en Malaui
– Proyecto Chilungamo de la UE en Malaui: una reforma del poder judicial
– Gloria Majiga-Kamoto, activista contra los micro-plásticos, gana el Premio Goldman 2021
– Catholic Relief Services se asocia con la Universidad Católica de Malaui
– Malaui quema 20.000 dosis de AstraZeneca
– La milagrosa isla de Malaui donde los peces siguen siendo abundantes a pesar de la crisis climática
– La Corte Suprema de Malaui declara la pena de muerte como inconstitucional
– En Malaui continúa el juicio contra militares por malversación de fondos públicos
– El presidente de Malaui aclara la situación de las vacunas contra la covid-19
– La petición del presidente de Malaui le podría costar su propio cargo
– Malaui aumenta las restricciones tras el aumento de casos de covid-19
– Malaui nombrado país del año por The Economist
– Malaui extraditará a Sudáfrica a una pareja de fugitivos
– Un análisis sobre la nulidad de las elecciones presidenciales en Malaui (2019-2020)
– Varios estudiantes de Malaui arrestados tras una filtración de los exámenes nacionales
– Líderes regionales apoyan la flexibilización de la ley de aborto en Malaui
– El presidente de Malaui visita Tanzania para impulsar las relaciones bilaterales
– El gobierno de Malaui felicita a la Universidad Catolica por su gestión de la pandemia
– Mozambique prohíbe las importaciones de pescado desde Malaui
– Mujeres rurales de Malaui formadas como zapateras
– El nuevo presidente de Malaui acusado de nepotismo en la elección del gabinete
– La expresidenta de la Comisión Electoral de Malaui ha sido autorizada a abandonar el país
– Congestión en las instalaciones penitenciarias de Malaui
– Confirmado el triunfo electoral en Malaui del opositor Lázaro Chakwera
– Plan Internacional dona jabón a los agricultores de Malaui
– Resultados no oficiales dan la victoria al opositor Chakwera en las elecciones de Malaui
– Muere por covid-19 un comisionado de Malaui
– El Gobierno de Malaui solicita la renuncia del presidente del Tribunal Supremo
– La lucha contra las epidemias en África: el Cólera en Malaui
– El compromiso histórico de la misión con la alfabetización y la educación en Malaui
– Serie Grandes Mujeres Africanas: Theresa Kachindamoto: Contra los matrimonios infantiles
– La venta de tabaco reporta 11 millones de dólares a Malaui
– Serie Grandes Mujeres Africanas: Theresa Kachindamoto: Contra los matrimonios infantiles
– Los partidos políticos de Malaui se comprometen a unas elecciones pacíficas
– El ejército de Malaui se mantendrá apolítico e igual de profesional
– El presidente Mutharika cesa al jefe del Ejército de Malaui
– Malaui realizará una nueva elección presidencial en mayo de este año
– Denuncias de violación y abuso sexual contra la policía de Malaui
– En una decisión histórica, Malaui anula las elecciones presidenciales del pasado mayo
– La posible introducción de las criptomonedas en Malaui
– Un policía es asesinado a pedradas en Malaui
– Enfrentamiento en Malaui entre policía y manifestantes
– Se celebra en Malaui el primer certamen de belleza para albinos
– Malaui recibe un premio de la ONU por su lucha contra las enfermedades no transmisibles
– Se extienden las protestas en Malaui tras las elecciones
– Catherine Gotani Hara, primera presidenta del Parlamento de Malaui
– Los tribunales de Malaui registran más de 40 solicitudes de repetición de elecciones
– El cambio climático arroja sombras sobre el Lago Malaui
– Peter Mutharika reelegido presidente de Malaui
– La justicia de Malaui pospone la publicación de los resultados electorales
– El presidente Mutharika encabeza el recuento electoral en las elecciones de Malaui
– Todo lo que debes saber sobre las inminentes elecciones de Malaui
– La Conferencia Episcopal de Malaui quiere trabajar para lograr unas elecciones libres y justas
– La expresidenta de Malaui, Joyce Banda, renuncia a presentarse a las presidenciales
– El debate presidencial en Malaui no es para todos
– Muere un soldado británico por el ataque de un elefante en Malaui
– Malaui lanzará un proyecto piloto contra la Malaria
– Malaui implanta nuevas iniciativas para garantizar la seguridad de los albinos
– La Comisión Católica de Justicia y Paz en Malaui condena la violencia política en el país
– Joyce Banda preparada para presentarse a las elecciones presidenciales de Malaui
– La expresidenta de Malaui Joyce Banda regresa tras cuatro años de exilio
– La expresidenta de Malaui, Joyce Banda, quiere llevar una disputa territorial a La Haya
– Joyce Banda no Volverá a Casa Pronto
– ¿Puede vivir Malaui basándose en las ayudas de los donantes?
– Tercer condenado por el caso Cashgate en Malaui
– Los diputados de Malaui solicitan debatir el escándalo cash-gate
– Un Activista acusa a la presidenta de Malaui de lavar su reputación
– Un músico de Malawi lucha contra los mitos sobre el albinismo
– Malaui implanta nuevas iniciativas para garantizar la seguridad de los albinos
– ONG critica la inactividad del gobierno ante los ataques a albinos en Malawi
– La ONU alerta sobre la extinción total de los albinos en Malaui