Crece el turismo de iniciación de «iboga» en Gabón

3/07/2014 | Noticias

En Gabón algunos creen que la raíz amarga, llamada iboga, viene del árbol de la ciencia y el conocimiento del Jardín del Edén. Otros simplemente la consideran como una droga peligrosa.

Actualmente un número cada vez mayor de occidentales están viajando al país centroafricano para probarla por ellos mismos, como parte de un rito ancestral llamado Bwiti, una de las religiones oficiales de Gabón.

Entre los que han viajado a Gabón se encuentra Remy Causse quien, a sus 45 años, ha hecho el largo viaje desde Francia con la esperanza de que el ritual le ayude a «ver con más claridad».

Bwiti combina la adoración de los espíritus de los bosques antiguos con elementos del cristianismo. Se practica con regularidad y consiste en ingerir la poderosa raíz psicoactiva, iboga, que tiene efectos similares al LSD, la mescalina o las anfetaminas.

«Iboga limpia el interior», dice Tatayo, un guía espiritual francés-gabonés que recibe a muchos de los occidentales («bandzi») candidatos a la iniciación. «El bandzi se despoja de todo lo malo que está enterrado en su interior antes de enfrentarse cara a cara con él mismo.»

Pero las muertes, consideradas accidentales, de dos iniciados occidentales han puesto esta práctica bajo sospecha y las autoridades sanitarias advierten de que es una sustancia «alucinógena y muy tóxica».

Un informe de la Misión de Vigilancia contra los abusos sectarios (Miviludes) ya en 2007, describió Bwiti como un ritual de culto peligroso, tanto física como mentalmente.

Tatayo admite que se debe estar vigilado muy de cerca cuando se ingiere iboga.

Pero los chamanes Bwiti como Tatayo creen que cuando comen iboga, se les concede el poder de ver el futuro, sanar a los enfermos y hablar con los muertos.
Los usuarios dicen que les ayuda a romper con los hábitos negativos.

Actualmente se está utilizando, en occidente, un extracto de esta raíz en medicina para tratar a drogadictos y alcohólicos.

Bajo la luz de las antorchas, los iniciados, con las caras pintadas de blanco, entonan cantos tradicionales al son de la música de la Ngombi, una especie de arpa sagrada o la Mogongo, un instrumento en forma de arco que el músico toca con un ritmo machacón.

El Sr. Causse empieza a comer la iboga, triturada en polvo, que Tatayo le da de comer a cucharadas hasta que le sobrevienen las visiones en medio del ruido ensordecedor de los cantos y los bailes. Acostado sobre una estera parece estar durmiendo mientras su espíritu «vaga».

Si se ingiere en dosis altas, iboga causa ansiedad, aprensión y alucinaciones extremas, que se ven reforzada por la oscuridad y la música. A ratos El Sr. Causse se despierta y comienza a vomitar.

Las visiones duran toda la noche y no es hasta las primeras horas de la mañana que el iniciado se despierta. Todavía aturdido por la experiencia, es incapaz de caminar hasta pasadas unas horas.

A pesar de haber estado «un poco asustado», comentó, dos días después de haberse librado del letargo que le causo la raíz, que estaba feliz. Después de esta iniciación se quedará con el nombre de «Moukoukou», que significa «espíritu».

«El ritual me ha dado un entendimiento que no se puede explicar con palabras y ha respondido a muchas de mis preguntas».

Los riesgos de la iniciación

Pocas personas en Gabón dudan de la eficacia de la raíz iboga, que se considera una parte importante del patrimonio nacional del país e incluso el primer presidente del país fue un iniciado.

Fuera del país, alrededor de una docena de muertes se han registrado en Estados Unidos y Europa, entre personas que han tomado iboga, aunque no se han aclarado las circunstancias exactas de sus muertes. Los informes médicos dijeron que el sistema nervioso y el corazón de las víctimas estaban afectados, pero las muertes se produjeron generalmente más de 20 horas después de tomar la raíz.

En Gabón, ni la embajada de Francia, ni el Ministerio de Salud de Gabón han hecho ningún comentario sobre el ritual bwiti, dado que se trata de una práctica religiosa reconocida y el uso de la raíz está autorizado en el país.

Sin embargo, a pesar de los peligros y el alto precio que los occidentales pagan por estas nuevas experiencias (el Sr. Causse pagó 2.800 € por sus tres semanas de viaje) cada vez están llegando más y más turistas.

Tatayo afirma que ahora recibe entre 20 y 25 nuevos iniciados extranjeros, principalmente europeos, al año.

[en.gabonews.com- Fundación Sur]

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