La inestabilidad política en Egipto no afecta solo a su población de origen. Los refugiados africanos pagan las facturas del deterioro de la seguridad y cada vez son más numerosos.
Kahassy Woldesselasie quiso irse de Eritrea simplemente para construirse una vida nueva y en un país en donde la población se le considera ser libre. Primero se marchó al Sudan. Allí conoció a gente que ayudaba a pasar clandestinos que le propusieron llevarlo a Israel en donde podría tener un trabajo bien remunerado. Acepto y se dejó llevar por desconocidos. No sabía que eso era una trampa. Una vez en camino le vendaron los ojos y le quitaron la comida y el agua.
Varios refugiados africanos son amontonados en una habitación.
Les dijeron que si no pagaban los matarían.
“No tienes más solución que llamar a tus padres, si descuelgan el teléfono y pagan puedes tener una oportunidad. Sino, estas muerto”.
Kahassy tiene suerte. Sus padres viven en el extranjero y pagan el rescate. Una vez se ve libre puede llegar hasta Israel. Pero este caso es excepcional.
Según Hamdy Al-Azazy, defensor de los derechos Humanos, muchos emigrantes eritreos están prisioneros en los campos y allí son torturados regularmente por sus secuestradores. Por lo menos 500 africanos clandestinos han sido víctimas de estos crímenes sin que ninguna organización internacional se haya compadecido.
Atravesar la frontera entre Egipto e Israel es una obsesión para muchos africanos.
“Se escriben los informes a las Naciones Unidas en unos despachos climatizados en el Cairo. No hay nadie sobre el terreno para apreciar la situación. Estoy solo para enfrentarme al peligro”.
La agencia de las Naciones Unidas para los refugiados reconoce que es cada vez más difícil para sus colaboradores trabajar en la región del Sinaí.
La situación política sigue muy inestable y ello no facilita la lucha contra el terrorismo en la zona. De día como de noche, los emigrantes africanos que salen hacia Israel vía el Sinaí egipcio son regularmente atrapados, golpeados y torturados por sus secuestradores. Estos hombres armados exigen sumas de dinero, un rescate a las familias de las víctimas.
Por Adrian Kriesch
allAfrica
Traducido para Fundación Sur