El advenimiento del régimen de Talon despertó muchas esperanzas. En efecto, con el “Nuevo Comienzo” el actual dispositivo constitucional arriesga ser seriamente revisado. En esta óptica, la cuestión de un mandato único o no constituirá una verdadera prueba para la comisión.
Desde la instalación de la comisión encargada de proponer reformas institucionales y políticas, se han dicho muchas cosas. Se entiende que, para cuestiones que comprometen la vida de toda una nación, todos los estratos de la sociedad querrían aportar su grano de arena. Esto no es malo, y deja entrever la vitalidad de la democracia. Es necesario recordarlo, la reflexión en curso es la aplicación de una promesa de campaña. En el centro del debate actual, el mandato único o la conservación del antiguo dispositivo. De ahí el interés de todos en la cuestión. Sin embargo, y he aquí el meollo del debate o de la polémica, ¿Será necesario pasar a un solo mandato, quizás uno de siete años, o continuar con el antiguo dispositivo de un mandato de cinco años renovable una sola vez? La cuestión divide, y sería ilusorio pensar que una propuesta valga inmediatamente más que otra. Por cierto, aquí está el interés de tener alrededor de una misma mesa, a una treintena de especialistas que actualmente se interesan por el asunto. Ciertamente el pueblo tendrá algo que decir en algunos meses, pues la experticia de estos talentos reunidos, no será insignificante. Lo que es de temer por el contrario, es que la mala percepción que unos y otros han tenido sobre la gestión de los últimos diez años, cristalice y empeore el debate. Pues aquí, lo rubicundo había sido superado. Se asistió a una escalada de excesos, de prácticas políticas poco ortodoxas y a menudo anticonstitucionales. Las memorias aún están llenas de diversos sucesos y de actos cometidos por el régimen y que eran ilegítimos o fuera de todo entendimiento. Frente a esto, la conclusión se encontró rápidamente. Hoy muchos benineses dudarían confiar su futuro durante diez años al primero que llegue. Ya sobrevivieron a eso. Es el argumento fundamental de los partidarios de un mandato único. El actual jefe de estado es uno de ellos. No esconde su deseo de ver limitar la permanencia en la Marina. Incansablemente había repetido durante su campaña electoral que en la configuración actual, el jefe de estado se preocupa desde el primer mandato de su reelección y de un segundo mandato. Lo que es perjudicial para la acción política.
Privilegiar el interés de la población
Se sabe que es un verdadero suplicio, una prueba y una tentación para todo humano que llegó a este estratégico asiento no prolongar su reinado y los privilegios correspondientes. Los ejemplos de jefes de Estado dispuestos a todo, incluso a lo infame, para pisotear la ley fundamental, son muchos. Lo que constituye la mayoría del tiempo un enorme costo y una pérdida de tiempo para el pueblo. Puesto que en cuanto están en el poder, actúan más para gustar que para establecer actos de desarrollo. La lógica política precede entonces la acción para el bienestar de los electores. Pero por otro lado, el argumento también se encuentra rápidamente. Algunos piensan que cinco años no son suficientes para que un presidente aplique su programa. De ahí la necesidad de extenderse. Ahora bien, el peligro, es que el locatario quiera continuar indefinidamente su estadía bajo el revestimiento dorado gratis. Es ahí donde comienzan los actos liberticidas y autoritarios, que van en el sentido de una nivelación de los valores y el caos. Con todo, cada opción tiene sus ventajas y quizás sus inconvenientes. Pero para haber experimentado de forma negativa el mandato de cinco años renovable, seguramente muchos se inclinarían hoy hacia la otra opción.
Wilfrid Noubadan
Actu Benin
Traducido por Jeimy Henríquez Cáceres
(Fundación Sur)
