Xolela Mangcu: Imaginando cómo deben ser nuestras instituciones

23/02/2017 | Opinión

Es algo asombroso, una desgracia y una vergüenza que debamos soportar el desgobierno de Jacob Zuma durante tanto tiempo. No estoy muy seguro de lo que usted opina sobre nosotros como sudafricanos. Sea lo que sea lo que opine, no será bonito.

El otro día fue mi cumpleaños y mi hija me dijo que pidiera un deseo. Ojalá supiera que los únicos deseos que tengo ahora giran en torno a ella y su generación. Pero también podría haber pedido un deseo por nuestro país abandonado por la mano de Dios, que conscientemente cae en la ignominia ante nuestros ojos. Ese deseo debería ser doble.

El primero es evidente: nuestro país debería deshacerse de Jacob Zuma. Si el propio partido no se deshace de él, entonces son los negros sudafricanos los que deben deshacerse del partido. Limpie su partido o no les votaremos en 2019.

El segundo deseo tiene que ver con lo que hacemos para reimaginar un futuro diferente después de este naufragio. A lo largo de la historia, las universidades han ayudado a las sociedades a reimaginarse. Lo trágico de nuestra situación es que nuestras propias universidades tienen una gran necesidad de un nuevo liderazgo y una nueva visión.

Durante mucho tiempo las universidades sudafricanas han estado dirigidas por gerentes, no por líderes visionarios. La idea del gobierno es que su función sólo es producir soldados para la fuerza de trabajo. Y así, los directores universitarios tecnócratas han buscado producir a los graduados a su imagen y semejanza, como agentes cuyo único deber es manejar eficientemente la economía.

Pero hay una diferencia entre los agentes y los líderes, o eso apuntó el profesor Abe Zaleznick de Harvard Business School hace muchos años. Zaleznick señaló que si bien estos gerentes son muy buenos haciendo funcionar eficientemente las organizaciones como son, pero son muy malos imaginando cómo deberían ser realmente estas instituciones.

El distinguido filósofo Cornel West ha hecho una distinción similar entre el éxito y la grandeza. En este contexto, el éxito sería el entrenamiento, y esa es la palabra operativa, de los futuros gerentes para que éstos puedan disfrutar un día de lo que él llama las felicidades de la «existencia burguesa». West argumenta que la grandeza consiste en hacerse preguntas de orden superior sobre los propósitos a los cuales se aplica su experiencia de gestión. Esto es lo que distingue a Albert Einstein y Robert Oppenheimer como exitosos científicos que dividieron el átomo de Albert Einstein y Robert Oppenheimer como grandes líderes que se opusieron al uso de ese conocimiento para fabricar la bomba atómica. Los primeros estaban impulsados por una visión estrecha y tecnocrática de la ciencia, y la segunda por un liderazgo más amplio orientado hacia los valores.

Pero no hubieran podido hacerlo si no tuvieran unos antecedentes morales. Los grandes científicos, de Newton a Einstein, fueron impulsados por estas cuestiones morales más amplias sobre el mundo.

Necesitamos maestros que inspiren

De niño tuve la suerte de contar con maestros que me enseñaron a ir más allá de lo que aprendíamos en la escuela. Esos profesores existían dentro y fuera del aula. Si mis profesores inspiraron en mí la ambición de ser médico para poder tener éxito algún día, fuera del aula, el trabajo de Steve Biko con programas comunitarios negros me expuso a la grandeza de la salud pública.

En resumen, tenía maestros que me animaban a explorar el mundo y todos sus misterios. Necesitamos maestros y profesores que puedan hacer eso por nuestros estudiantes, en lugar de ver sus preguntas como una amenaza para su propio conocimiento.

Igual que Steve Biko comenzó su carrera como estudiante deseando ser un médico exitoso y acabar siendo un gran líder político, algunos de nuestros estudiantes podrían convertirse en la próxima generación de líderes. Nelson Mandela fue a la Universidad de Wits para convertirse en un abogado de éxito, pero de esa experiencia surgió un gran líder. Sobukwe también pensó que algún día sería abogado, pero la historia tenía planes diferentes para él.

Durante los últimos cinco años he conocido a los líderes estudiantiles de nuestras universidades. Algunos de ellos han sido temerarios en sus acciones. Pero ¿acaso hay algún gran líder que no fuera impulsivo? Si no me creen, fíjese en el joven Nelson Mandela irrumpiendo en las reuniones de la oposición, acciones que más tarde lamentaría.

Nuestra tarea no es condenar estas acciones desde arriba, sino pedir a los jóvenes que conviertan su ira en una visión para la sociedad. No son las primeras personas enfadadas, y no serán las últimas. Los que duran son aquellos que son capaces de canalizar su ira en un programa disciplinado de acción.

Pero ellos también deberían saber que los grandes líderes que he mencionado no planeaban llegar a sus posiciones para obtener ganancias materiales. Todos compartían un profundo amor por el aprendizaje.

Nelson Mandela, Robert Sobukwe y Steve Biko cursaron estudios universitarios incluso mientras estaban siendo perseguidos por la policía del apartheid. Otros como Dikgang Moseneke ni siquiera habían terminado la escuela secundaria cuando fueron encarcelados en Robben Island. Aun así, consiguió graduarse en derecho y se convirtió en uno de los juristas principales de nuestro país. Oliver Tambo era un gran erudito, al igual que Chris Hani. Echen un vistazo a Charlotte Maxeke, Phyllis Ntantala, Cissy Gool, Ellen Kuzwayo, Mamphela Ramphele, y sólo encontrarán a gente apasionada por el aprendizaje.

La política no es la única forma de ejercer liderazgo

sudafrica_universitarias.jpgEl otro punto que me gustaría recalcar a nuestros estudiantes es la necesidad de evitar la noción de que la política es la única manera de ejercer el liderazgo o la grandeza. Al imaginarnos nuestro país más allá del miasma actual, necesitaremos escritores, artistas, historiadores, filósofos, científicos, periodistas y economistas para despejar el camino.

Eso es lo que presencié con mi generación de activistas estudiantiles. Aunque, lamentablemente, creo que muchos de ellos siguieron el camino del éxito en lugar de la grandeza.

No hay predicciones de cómo va a ser el futuro, pero la historia nos dice que ninguna situación es permanente. El cambio llegará, la pregunta es si habrá hombres y mujeres dispuestos a cumplir todos los desafíos políticos, económicos, sociales y culturales que vendrán con él.

La experiencia del Movimiento de Conciencia Negra tiene mucho que ofrecer en términos de lecciones históricas. No sólo en términos de filosofía política, sino también por el ejemplo que estableció sobre cómo debemos pensar en el liderazgo. Casi todos los principales líderes de Sudáfrica en la actualidad, en política, periodismo, negocios, arte, escritura, pasaron por lo que Barney Pityana llamó una vez el «Molino de la Conciencia Negra». No se trataba sólo de formación en habilidades, sino de desarrollo de capacidades sociales y facultades críticas para imaginar un futuro diferente.

Para hacer esto, la generación actual de líderes estudiantiles debe hacer la pregunta más importante que Steve Biko hizo, la pregunta que les llevará de pensar en el éxito a pensar en la grandeza a medida que vuelven a imaginar la sociedad de sus sueños: ¿a dónde vamos desde aquí?

Como Biko, han dado el primer paso de iniciar una revolución en el pensamiento. Lo que les resultará aún más desafiante es el modo de iniciar una revolución en los valores y una revolución en la práctica social. También tendrán que aprender de las experiencias del pasado, de lo que se ha hecho bien, y de lo que se ha hecho mal.

A muchos estudiantes les gusta citar a Fanon diciendo que «cada generación debe salir de su relativa oscuridad para descubrir su misión, cumplirla o traicionarla». También es cierto que en esa misma frase Fanon dijo, «en los países subdesarrollados las generaciones precedentes han resistido la obra o erosión llevada por el colonialismo y también ayudado en la maduración de las luchas de hoy. Debemos librarnos del hábito, ahora que estamos en el centro de la lucha, de minimizar la acción de nuestros padres o de fingir incomprensión al considerar su silencio y pasividad. Lucharon tan bien como pudieron, con los brazos que poseían entonces. Y si los ecos de su lucha no han retumbado en la arena internacional, debemos darnos cuenta de que la razón de este silencio radica menos en su falta de heroísmo que en la situación internacional fundamentalmente diferente de nuestro tiempo».

Las universidades deben ser los espacios para tales conversaciones intergeneracionales si queremos evitar repetir los errores del pasado, pero también para construir ideas sobre cómo liderar. Cuando se trata de un gran liderazgo, todos estamos agarrados por la elección. Y por eso el estudio serio de la historia, y especialmente de la biografía, debe ser una parte vital de cualquier pensamiento sobre el futuro.

Xolela Mangcu

Project Rise, News 24

[Traducción, Clara Esteban García]

[Fundación Sur]

Autores

  • Xolela Mangcu

    Es profesor de Sociología en la Universidad de Ciudad del Cabo y miembro Oppenheimer en el Centro Hutchins de Investigación Africana y Afroamericana en la Universidad de Harvard. Es autor y coautor de nueve libros, más de dos docenas de artículos de revistas y capítulos de libros, incluyendo Biko: A Biography. Ha sido el fundador de la Plataforma para la Deliberación Pública y Director Ejecutivo Fundador de la Fundación Steve Biko.

    Obtuvo su doctorado en Planificación Urbana y Regional por la Universidad de Cornell y un máster de Planificación del Desarrollo y una licenciatura en Sociología por la Wits University.

    En la Universidad de Ciudad del Cabo, es profesor de teoría social y cultura y vida social en el siglo XXI, de sociología del desarrollo y de un máster de teoría social. Sus intereses de investigación están en la historia intelectual africana y la biografía, los estudios comparativos de la raza, y la transformación de la educación superior en Suráfrica.

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