Durante la noche del 14 de abril de 2014, decenas de combatientes del grupo militante islamista Boko Haram irrumpieron en un dormitorio escolar femenino en la remota ciudad de Chibok, en el estado de Borno, al norte de Nigeria, un pequeño enclave cristiano en una región de mayoría musulmana. Las 276 alumnas, en su mayoría niñas de entre 16 y 18 años, fueron llevadas a punta de pistola a través del bosque hasta llegar a unos camiones que las esperaban, todo esto después de que los militantes prendieran fuego a los edificios escolares. A las pocas horas de los secuestros, cincuenta y siete niñas lograron escapar. Algunas se escondieron entre los arbustos, mientras que otras saltaron del camión en marcha que conducían en la oscuridad a través del bosque de Sambisa, el escondite de Boko Haram, donde las secuestradas permanecieron principalmente en campamentos. La huida de las jóvenes poco después de ser capturadas tuvo como consecuencia que el líder del grupo, Abubakar Shekau, amenazara con vender a las niñas restantes como esclavas.
Las chicas estaban en la escuela estatal con la intención de preparase para los WAEC, o exámenes finales. Muchas de ellas habían viajado de los pueblos de los alrededores de Chibok, ya que en sus pueblos las escuelas permanecían cerradas por los ataques de Boko Haram, que ya habían generado el cierre de la escuela secundaria pública para niñas de Chibok en marzo de ese mismo año. Una de las niñas que logró escapar declaró a Human Rights Watch que un insurgente les preguntó sobre en el camión sobre el tipo de conocimiento que buscaban en la escuela, que proporcionaba “educación occidental«, sosteniendo que “nosotros estamos aquí para afrontarla y enseñaros los caminos del islam«. Esto no era una sorpresa, ya que el nombre del grupo militante, Boko Haram, suele traducirse como «la educación occidental está prohibida«. En 2009, el grupo islamista inició una rebelión armada contra el gobierno de Nigeria con el objetivo de crear un Estado islámico.
A pesar de que el estado de Borno estaba bajo estado de emergencia, no había soldados vigilando la escuela y los dos vigilantes que custodiaban el perímetro huyeron cuando vieron llegar a los combatientes. Otro grupo de militantes de Boko Haram se encargó de disparar a los 17 miembros de las fuerzas de seguridad estacionadas en el centro de la ciudad y al ser neutralizadas volvieron al bosque. Los ciudadanos de los pueblos de alrededor estaban aterrorizados, ya que vieron el convoy de Boko Haram atravesar sus comunidades camino de Chibok. Aunque llamaron a la base militar en la capital del estado de Borno, Maiduguri, varias horas antes del ataque, según las investigaciones de Amnistía Internacional, el ejército no pudo reunir tropas para viajar los 125 kilómetros hasta Chibok, lo que facilito a Boko Haram secuestrar a las niñas.
Muchas de las personas retenidas por Boko Haram se vieron obligadas a convertirse al islam si eran cristianas, y casarse con sus captores y tener sus hijos. A menudo, se vieron obligadas a casarse varias veces, ya que un marido tras otro moría en los enfrentamientos del grupo. No se supo mucho de las niñas en los años siguientes, aunque dos de ellas fueron encontradas entre mayo y septiembre de 2016. Gracias a negociaciones entre Boko Haram, la Cruz Roja Internacional y el gobierno suizo, se produjeron varias liberaciones masivas, lo que se asume fue consecuencia de un acuerdo de intercambio de prisioneros. Desde entonces, más de 100 niñas han sido liberadas, algunos de los relatos de quienes han sido liberadas hablan de abusos constantes como palizas y hambre perpetua, aunque también mencionan otros abusos peores. Unas 82 mujeres siguen estando desaparecidas.
El gobierno en ese momento, liderado por el presidente Goodluck Jonathan, tardó en admitir que los secuestros habían sucedido y tardo aún más en intentar rescatar a las niñas. En respuesta a la inacción del gobierno, un grupo de nigerianos lanzó la campaña en Twitter #BringBackOurGirls. El hashtag fue compartido por celebridades como la actriz Angelina Jolie y la primera dama estadounidense Michelle Obama, promoviendo que el hashtag explotase en las redes sociales y provocara la indignación mundial. La campaña en las redes sociales se transformó en protestas tanto en Nigeria como en otros países. A su vez, la movilización social incitó a Jonathan a prometer encontrar a las niñas, al igual que incito a la policía a pagar una recompensa de más de 200.000 euros. El presidente estadounidense de aquel entonces, Barack Obama, envió un equipo de asesores para ayudar al ejército de Nigeria en la búsqueda de las niñas, aunque las autoridades nigerianas se mostraron reacias a aceptar la ayuda internacional.
Un equipo de periodistas de The Associated Press tuvo la oportunidad de conocer a una de las niñas que fue liberada, aunque tuvieron que reunirse con Lisu en secreto, ya que las autoridades locales nigerianas están tratando de impedirle hablar con los periodistas. Lisu fue una de las 276 niñas secuestradas hace una década en la escuela de Chibok, ella formo parte de las más de 180 personas que escaparon o fueron liberadas desde entonces. Contando su experiencia, menciona como se vio obligada a dar a luz a dos niños mientras era rehén de Boko Haram, viviendo en un escondite en el bosque de Sambisa. Después de escapar, Lisu (no es su nombre real) pasó por el programa de rehabilitación del gobierno, antes de ser dirigida a un alojamiento grupal con otros fugitivos.
«Lamento haber regresado«, dice Lisu mientras arrastra los pies en su asiento. Lisu siente que la forma en que la tratan ahora, después de su liberación, es peor que lo que vivió antes. A menudo se pregunta si valió la pena escapar, ya que desde entonces ha tenido que afrontar tratos degradantes, como insultos casi a diario. Lisu dijo: «Nunca experimenté tal dolor mientras estuve en Sambisa«. Por otro lado, Lisu cuenta que apenas sobrevive bajo la protección del Estado, las provisiones básicas como comida y jabón no son suficientes, sus movimientos están vigilados de cerca y restringidos por guardias y ha sido objeto de abuso verbal por parte del personal del alojamiento grupal. «Tenía más libertad en el campo de Boko Haram que aquí«. No es exactamente el mensaje que las autoridades quieren hacer público, aunque el gobierno del estado de Borno ha negado haber limitado la libertad de expresión de los excautivos y que proporcionaban los bienes necesarios para las excautivas y sus hijos. Aunque las experiencias de quienes huyeron o fueron liberadas son variadas, y todas se encuentran en diferentes etapas de rehabilitación, entre las historias de las mujeres entrevistadas por los periodistas surgió el tema de las promesas incumplidas a lo largo de los años. En el artículo de AP News vinculado al final de este artículo, puede encontrar las historias de más mujeres que fueron liberadas.
Sin embargo, los secuestros masivos en Nigeria son una crisis constante. Desde los secuestros de Chibok, más de mil estudiantes, en su mayoría niños, han sido secuestrados, ya que los grupos armados encuentran en ellos, cada vez más, una forma lucrativa de financiar su actividad delictiva y controlar los pueblos en la región noroeste del país, que es rica en minerales, pero “pobre” en seguridad.
Autores: Kate Hairsine, Chinedu Asadu y Yemisi Adegoke
[Traducción y edición, Micaela Llona Bavestrello]
[CIDAF-UCM]