El número de personas migrantes y refugiadas que viven en situación de desplazamiento interno, según un nuevo informe respaldado por la ONU el martes 14 de mayo de 2024, se disparó a un récord de 75,9 millones el año pasado.
En el año también se produjeron casi 47 millones de nuevos desplazamientos internos, lo que pone de relieve la necesidad urgente de realizar esfuerzos de protección y prevención, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de las Naciones Unidas, que proporcionó datos para el informe.
De las experiencias más dolorosas que he vivido durante los cuarenta años en Uganda ha sido el ver a cientos de familias expulsadas violentamente por el ejército nacional de sus casas ancestrales y tierras, en los distritos de Mubende, Hoima, Karamoja etc, sin ningún diálogo ni compensación, para dar paso a poderosas empresas extranjeras, que podrán explotar los abundantes recursos naturales y minerales, con la complicidad e inmunidad de los gobiernos regionales. Estas expulsiones violentas están afectando a muchos pueblos, tanto agrícolas como los Banyoro-Batoro, o pastores, como los Karimojong en Uganda, y los Masai en Kenia.
Ugochi Daniels, director general Adjunto de la OIM, afirmó:
“Mientras el planeta se enfrenta a conflictos y desastres, las asombrosas cifras de 47 millones de nuevos desplazamientos internos cuentan una historia desgarradora”.
Este informe es un claro recordatorio de la necesidad urgente y coordinada de ampliar la reducción del riesgo de desastres, apoyar la consolidación de la paz, garantizar la protección de los derechos humanos y, siempre que sea posible, prevenir el desplazamiento forzoso antes de que ocurra. Solo en Sudán y Gaza hay más de 9,5 millones de desplazados.
Aunque el conflicto y la violencia son las principales causas de estos dolorosos desplazamientos, los desastres naturales también continuaron expulsando a millones de personas de sus hogares.
En 2023, desastres como el ciclón Freddy en el sudeste de África, los terremotos en Turquía y Siria y el ciclón Mocha en el Océano Índico provocaron 26,4 millones de desplazamientos, lo que representa el 56 % del total de nuevos desplazamientos internos.
Además, hubo un aumento de los desplazamientos inducidos por desastres en los países del hemisferio norte y del sur, debido tanto a inundaciones como a incendios forestales sin precedentes.
De cara al futuro, se espera que el número de personas desplazadas por desastres aumente a medida que los peligros naturales se vuelvan más frecuentes, prolongados e intensos debido a los impactos del cambio climático. El número de personas obligadas a huir de su país por diversas causas en 2022 supera los 110 millones, según la ACNUR.
La OIM subrayó la necesidad de que la comunidad internacional tenga mejores datos y soluciones más colaborativas para comprender, prevenir, gestionar y abordar esta crisis global de desplazados, tanto por desastres naturales, como, sobre todo, por los conflictos violentos para controlar de los recursos naturales y minerales.
La ONU, en esta crisis humanitaria, se centra con frecuencia, en una cuestión de estadísticas, sin analizar las exigencias más fundamentales de esta crisis global, como son: la cuestión de promover gobernanzas más responsables y éticas en la gestión más justa de los recursos nacionales y la necesidad de acordar una educación global que integre ciencia y valores humanos para construir una convivencia más solidaria. Estas deberían ser sus prioridades y compromisos fundamentales.
Pero la ONU depende de los fondos que le pasan los países poderosos, y como sabemos, “el jefe elige la canción”. La ONU, para ser relevante, debería ser independiente.
Mientras tanto, millones de euros de la UE se emplean en Marruecos, Mauritania, Túnez, Senegal, etc., para impedir con violencia el paso de los migrantes al hemisferio norte, en busca de una vida humana digna y en paz.
Es escandaloso que el norte global dedique sus recursos, no para cooperar y crear infraestructuras de empleo y desarrollo en África subsahariana y para acoger a los inmigrantes con acuerdos de empleo, sino para construir muros de contención y violencia, con graves abusos de los derechos humanos.
Cada año, decenas de miles de personas son detenidas y deportadas al desierto y abandonadas en zonas y localidades remotas del norte de África.
Este comportamiento inhumano, miope e injusto, de gran parte de los gobernantes del norte global hacia los migrantes y desplazados, resulta escandaloso y delata claramente que es urgente denunciar estos planes violentos y crueles de tantos gobernantes de la UE y del norte global que buscan, ante todo, aumentar el gasto en defensa para controlar el poder y los recursos, pasando por encima de seres humanos.
Es urgente trabajar juntos para encontrar y elegir, en cada país y continente, gobernantes que sean más humanos, éticos, competentes y solidarios.
Lázaro Bustince
CIDAF-UCM