“Un autre blanc”: Albinos en África

21/05/2019 | Opinión

El 12 de mayo de 2018, en Fana, pequeña ciudad situada a unos 130 km al Oeste de Bamako, capital de Malí, Ramata Darra, niña albina de cinco años, fue decapitada ritualmente. Nacidos sin melanina, el pigmento que se encuentra en la piel, ojos y cabello, en muchas regiones de África los albinos son discriminados, despreciados, temidos, y a veces asesinados, usando partes de su cuerpo para la composición de pociones mágicas. Salif Keita, famoso cantautor maliense y el albino más conocido del continente, reaccionó publicando, a través de su “Salif Keita Global Foundation”, “I am Ramata”, un poema muy emotivo en el que la joven niña “habla” desde su tumba para pedir justicia y protección para los albinos: “Yo soy Ramata Diarra. Este sábado unos salvajes han venido para arrancarme de los brazos de mis padres, degollarme y coger mi cabeza para usarla en sacrificios rituales en mi pueblo, Fana, en Malí, en donde el 95% son musulmanes y cristianos. ¿Dónde están los musulmanes? ¿Dónde los cristianos? Yo soy Ramata Diarra…”. También algunos meses más tarde Keita publicó el que será probablemente su último álbum (Quiere retirarse con setenta años de edad y a los cuarenta años de su primer trabajo, “Mandjou”), “Un Autre Blanc” (Naïve, 2018). “Tras una vida de tribulaciones a causa de su diferencia”, se lee en la presentación del álbum, “Salif celebra finalmente lo que él es, `Otro Blanco´, e invita a que el Mundo celebre con él esa diferencia”. Ya en 2014 la Asamblea General de la ONU decretó que el 13 de junio se celebre el Día Internacional de Sensibilización sobre el Albinismo. Y también desde su música Salif Keita sigue protestando contra el secuestro y asesinato de albinos con fines de brujería, y la difusión de supersticiones por parte de los brujos locales.

Según la Tanzania Albino Society, 35 albinos fueron asesinados en Tanzania en 2008. Sus miembros y huesos se estaban vendiendo por 1.000 dólares, y la plaga ya se había extendido a los países vecinos. El 2 de enero de 2009 un niño albino de ocho años fue desmembrado delante de su madre en Burundi, y unas semanas más tarde una albina de seis años. Entre los compradores de las pociones, se encontraban muchos buscadores de diamantes y oro de la zona tanzana del lago Victoria. Desde entonces, el gobierno tanzano ha reaccionado con fuerza. En enero de 2009 la policía de Dar es Salaam distribuyó móviles y estableció una “hot line” para los albinos. Estos últimos años ha ido deteniendo a los curanderos no licenciados, e impuesto fuertes multas a quienes trafican con miembros humanos. Y con la ayuda de una ONG canadiense ha montado campañas para convencer a la gente de que sus vecinos albinos no tienen ningún poder mágico.

Menos eficaz ha sido la actuación del gobierno de Malaui. Entre 2014 y 2015 se dieron 65 casos de secuestros y asesinatos de albinos. En 2016 se prohibió toda actividad a brujos y curanderos. Peter Mutharika, presidente de Malawi, confesaba albino.jpgentonces que se sentía avergonzado de lo que estaba pasando. Pero no parece que haya sido muy eficaz para deshacer entuertos, y su gobierno ha achacado el problema a las actividades de los brujos de la vecina Tanzania. La abogada nigeriana Ikponwosa Ero, albina ella misma, enviada especial de Naciones Unidas, resumía así la situación: “Si no se consigue terminar con las atrocidades, se trata de un grupo [el de los albinos] amenazado de extinción metódica”.

Es cierto que “siempre se han dado ataques contra los albinos, y no sólo en África, pero las redes sociales y los media amplifican ahora lo que sucede en este continente”, explicaba Mariame Sidibe, profesora de derecho público en Bamako, el 11 de junio de 2018 en el periódico francés Libération. Pero también en el mismo artículo, Mamadou Sissoko, secretario general de la Federación de asociaciones que padecen albinismo (Fapao) advertía: “Cada vez que hay elecciones nos convertimos en presa de aquellos que quieren hacer sacrificios rituales. No es la primera vez que eso ocurre en Fana”. A lo que añadía Naffet Keita, antropólogo y profesor en la FSHSE de Bamako: “Los albinos son objeto de múltiples creencias, y aquí la diferencia de color es más visible. Ser minoritario y diferente engendra comportamientos de gran violencia”.

En ese ambiente tan sombrío están surgiendo, sin embargo, buenas noticias. Como notaba Ninou Chelala en 2007 en su libro “L’Albinos en Afrique. La blancheur noire énigmatique”, los albinos se están organizando y reforzando su personalidad con la ayuda de la emergente sociedad civil. Este 21 de mayo habrá elecciones generales en Malaui. Y a pesar del terrible apunte aparecido en The Economist del 11 de mayo, “Los políticos [de Malaui] creen que partes de los cuerpos [de los albinos] aumentan sus posibilidades de vencer”, seis miembros de Apam, la asociación que reúne a los albinos, han decidido presentar sus candidaturas. Ya en 2010, un albino, Salum Khalfani Bar’wani, fue elegido al parlamento tanzano.

Y como para hacer evolucionar las mentalidades, la moda y la canción son más eficaces que la política, la Albinism Society de Kenia organizó en noviembre de 2018 un concurso de belleza, con treinta participantes de Kenia, Uganda y Tanzania. Deseaban concienciarse tanto a sí mismos como a las sociedades en las que viven, y escogieron el lema «Accept me, include me, I can» (Acéptame, inclúyeme, yo puedo). El tanzano de 20 años Emmanuel Silas Shedrack, y la keniana Maryanne Muigai, de 19, fueron proclamados Mister y Miss albinos 2018. En la isla de Ukerewe, en el lago Victoria, que el gobierno tanzano ha puesto a disposición de los albinos, surgió en 2107 “Tanzania Albinism Collective”, un coro de 18 albinos, hombres y mujeres, de 24 a 57 años. Con la ayuda técnica de Ian Brennan, conocido productor musical californiano, produjeron “White African Power” (Six Degrees Records), con títulos tan significativos como “Life is Hard”, “The y gossiped when I was born”, y, para concluir, “Happiness”. En “My life”, Hamidu Didas, de 28 años, canta: “Mis padres me abandonaron, por cómo se me ve. Dijeron que no soy su hijo, que pertenezco a los blancos…” Precisamente “Un autre blanc” es el último álbum de Salif Keita, el más conocido de los albinos de África…

Ramón Echeverría

[Fundación Sur]


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Autor

  • Echeverría Mancho, José Ramón

    Investigador del CIDAF-UCM. A José Ramón siempre le han atraído el mestizaje, la alteridad, la periferia, la lejanía… Un poco las tiene en la sangre. Nacido en Pamplona en 1942, su madre era montañesa de Ochagavía. Su padre en cambio, aunque proveniente de Adiós, nació en Chillán, en Chile, donde el abuelo, emigrante, se había casado con una chica hija de irlandés y de india mapuche. A los cuatro años ingresó en el colegio de los Escolapios de Pamplona. Al terminar el bachiller entró en el seminario diocesano donde cursó filosofía, en una época en la que allí florecía el espíritu misionero. De sus compañeros de seminario, dos se fueron misioneros de Burgos, otros dos entraron en la HOCSA para América Latina, uno marchó como capellán de emigrantes a Alemania y cuatro, entre ellos José Ramón, entraron en los Padres Blancos. De los Padres Blancos, según dice Ramón, lo que más le atraía eran su especialización africana y el que trabajasen siempre en equipos internacionales.

    Ha pasado 15 años en África Oriental, enseñando y colaborando con las iglesias locales. De esa época data el trabajo del que más orgulloso se siente, un pequeño texto de 25 páginas en swahili, “Miwani ya kusomea Biblia”, traducido más tarde al francés y al castellano, “Gafas con las que leer la Biblia”.

    Entre 1986 y 1992 dirigió el Centro de Información y documentación Africana (CIDAF), actual Fundación Sur, Haciendo de obligación devoción, aprovechó para viajar por África, dando charlas, cursos de Biblia y ejercicios espirituales, pero sobre todo asimilando el hecho innegable de que África son muchas “Áfricas”… Una vez terminada su estancia en Madrid, vivió en Túnez y en el Magreb hasta julio del 2015. “Como somos pocos”, dice José Ramón, “nos toca llevar varios sombreros”. Dirigió el Institut de Belles Lettres Arabes (IBLA), fue vicario general durante 11 años, y párroco casi todo el tiempo. El mestizaje como esperanza de futuro y la intimidad de una comunidad cristiana minoritaria son las mejores impresiones de esa época.

    Es colaboradorm de “Villa Teresita”, en Pamplona, dando clases de castellano a un grupo de africanas y participa en el programa de formación de "Capuchinos Pamplona".

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