De acuerdo con fuentes locales, un total de 21 soldados murieron el pasado domingo en un ataque al campamento de Dioura, en el centro del país. Esta operación estaba organizada por un “grupo terrorista” liderado por un desertor que se pasó a las filas yihadistas en 2012.
Dioura es una ciudad ubicada en una de las zonas más complicadas del país, entre la capital regional (Mopti) y la frontera con Mauritania, donde la célula de combate de Macina, vinculada a Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), ha estado activa durante muchos años. De acuerdo con el ejército de Malí, el campamento “fue atacado cerca de las 06:00 (GMT) por terroristas”.
Las Fuerzas Armadas de Malí han confirmado que se han «registrado daños materiales y pérdidas humanas». También han afirmado que se ha podido recuperar el control del puesto militar.
Mahammad Saleh Annadif, responsable de la misión de la ONU en el país, ha condenado este ataque, el cual ha dejado “grandes pérdidas”. La Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Malí (MINUSMA) ha sido la encargada de “organizar la evacuación médica de muchos heridos”.
La oposición ha confirmado que “existe un número indeterminado de heridos, ocho vehículos quemados entre los que se incluyen tanques y vehículos equipados con armas de guerra de los atacantes y cerca de 20 desaparecidos”.
Este ataque ha sido el más violento desde el producido en mayo de 2014, cuando los los rebeldes derrotaron al ejército Malí en Kidal, al norte del país. El Ejército ha confirmado la baja de Mohamed Sidati Ould Cheikh, comandante de la compañía de Djoura.
El ataque ha sido perpetrado por “grupos terroristas al mando de Ba Ag Moussa”, conocido como Bamoussa, un antiguo coronel que se unió en 2012 a las filas yihadistas y que se considera cercado Iyad Ag Ghaly, quien dirige la principal alianza de la yihad en la zona del Sahel.
Ibrahim Boubacar Keïta, presidente de Malí, ha denunciado el ataque, y ha pedido que se reconozca la actuación de los “valientes militares malienses”.
Según el Ejército, en 2018 se arrestó a un total de 14 sospechosos de terrorismo en la misma ciudad. Después de su detención, se los entregaron a los soldados malienses y fueron asesinados “tras un intento de fuga”.
A pesar de la presencia de la Minusma, las fuerzas militares francesas o el G5-Sahel, la violencia yihadista persiste en el país con un total de 237 ataques registrados en 2018 según la ONU.
Otros seis soldados de Malí murieron el pasado martes cuando sus vehículos se toparon con una mina en la región de Mopti. Días antes, dos soldados franceses de Barkhane resultaron gravemente heridos en su campamento temporal cerca de la frontera con Níger. Entre marzo y abril de 2012 el norte de Malí estaba bajo el control de grupos islamistas vinculados a Al Qaeda. Desde 2015 los ataques se han extendido en el centro y el sur y se está expandiendo a los países vecinos de Burkina Faso y Níger. Según la ONU, estos ataques se suman a los conflictos intercomunitarios que ya han terminado con la vidad de más de 500 civiles en el centro del país en 2018.
Fuente: Slate Afrique
[Edición y traducción, María Murillo Luque]
[Fundación Sur]
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