
La semana pasada estallaron protestas en Togo, donde la ciudadanía exigió la dimisión del presidente Gnassingbé, tras una reforma constitucional que podría permitirle extender sus más de 20 años en el poder.
Durante la última semana, miles de togoleses han inundado las calles de Lomé, la capital, y otras ciudades, exigiendo la dimisión del presidente Faure Gnassingbé y denunciando las reformas constitucionales que consolidarán sus décadas de gobierno dinástico. Las manifestaciones, que comenzaron el 26 de junio, han sido reprimidas con una fuerte represión policial, con el resultado de al menos siete muertos y numerosos heridos. Las protestas fueron organizadas por activistas en redes sociales y movimientos cívicos juveniles.
Una dinastía extendida: 58 años de gobierno de Gnassingbé
Las protestas son las últimas en la larga lucha de Togo por la democracia y la sucesión. Faure Gnassingbé ha gobernado Togo desde 2005, cuando sucedió a su padre, Gnassingbé Eyadéma, quien asumió el poder en 1967 y se mantuvo como presidente durante 38 años, hasta su fallecimiento. En conjunto, la familia Gnassingbé ha gobernado Togo durante 58 años, lo que ha generado una gran frustración entre la ciudadanía y las organizaciones de la sociedad civil.
Polémicas enmiendas constitucionales
La tensión ha ido en aumento desde que la Asamblea Nacional, en abril de 2024, aprobó una nueva constitución que reestructura fundamentalmente el sistema político del país. Las reformas incluyen:
- Se establece un sistema parlamentario, que sustituye al voto popular directo en las elecciones presidenciales.
- El jefe de Gobierno será ahora el presidente del Consejo de Ministros (PCM), un cargo de nueva creación con plena autoridad ejecutiva, civil y militar.
- El PCM será elegido por la Asamblea Nacional y no por el pueblo.
- El mandato del PCM es de seis años y puede renovarse indefinidamente.
Los mandatos presidenciales se extienden de cinco a seis años y están limitados a un solo mandato, pero las casi dos décadas que Gnassingbé ya lleva en el cargo no computarán para este límite.
Los cambios fueron adoptados por un parlamento dominado por el partido gobernante Unión por la República (UNIR), que obtuvo la mayoría de escaños en las elecciones legislativas celebradas poco después de la revisión constitucional.
En mayo de 2025, Faure Gnassingbé juró formalmente como el primer presidente del Consejo de Ministros de Togo, consolidando su control sobre todos los niveles de gobierno. El cargo, en la práctica un superprimer ministro, conlleva más poder que la propia presidencia. Según los analistas, fue diseñado específicamente para permitir que Gnassingbé permaneciera en el poder indefinidamente, cumpliendo técnicamente con las disposiciones sobre el límite de mandatos.
Creciente indignación pública
La reciente ola de protestas se desencadenó por este supuesto retroceso democrático. Los manifestantes exigen la dimisión del presidente y también protestan por el alto coste de la vida.
Sin embargo, la policía respondió a las manifestaciones con gases lacrimógenos, porras y, en algunos casos, munición real. Organizaciones de derechos humanos han documentado al menos siete muertos y decenas de heridos. Las autoridades no han proporcionado una cifra oficial de muertos.
Las manifestaciones actuales son similares a la gran ola de protestas de 2017-2018, cuando decenas de miles de togoleses salieron a las calles exigiendo el fin de la dinastía Gnassingbé y el restablecimiento del límite de dos mandatos presidenciales. Incluso entonces, se acusó al gobierno de desmantelar sistemáticamente las garantías democráticas para prolongar el poder de la familia.
Togo también ha enfrentado durante mucho tiempo elecciones controvertidas, la represión de la disidencia y las demandas de reforma democrática. Con el nuevo marco constitucional, el camino a seguir sigue siendo incierto tras décadas de poder blindado.
Fuente: Peoples Dispatch
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