Las principales potencias mundiales, incluidas los EE. UU., China y Rusia, siguen disputándose la influencia militar, política y económica en África bajo pretextos de colaboración internacional.
Los recursos minerales, las tierras agrícolas y las ubicaciones estratégicas del continente lo han convertido en un lugar donde muchas naciones están deseosas de influir, con la complicidad de los gobiernos regionales.
El secretario de Estado de los Estados Unidos, Anthony Blinken, ha publicado recientemente la última estrategia estadounidense para África, pero ¿qué significa todo esto para el continente y su gente? Varios analistas, como Anne Soy y Christian Parkinson de la BBC África, lo analizan en diversos artículos.
En esta segunda ola de saqueo de los recursos petrolíferos, naturales y minerales de los países africanos desde la colonización lo realmente novedoso es que los movimientos sociales se están involucrando exigiendo justicia, sin dejarlo a los gobiernos.
También conviene destacar el surgimiento de nuevos «clientes» no tradicionales en la lucha por el control de los recursos por parte de algunas naciones no europeas, en particular algunos países asiáticos, liderados por China.
El meollo del problema de esta lucha radica en el hecho de que si bien la explotación de recursos por todas las partes interesadas podría ser beneficiosa para ambas partes, si se realiza correctamente, en realidad prevalece la ley del más fuerte, la corrupción, la degradación ambiental, la complicidad de los gobiernos locales y los abusos de los derechos humanos en las personas más vulnerables.
Por tanto, tres condiciones parecen necesarias para que este desarrollo de los recursos naturales y minerales de África sean beneficiosos para todos, particularmente para los ciudadanos del país africano:
- La implicación activa de la sociedad civil en la toma de decisiones para los acuerdos internacionales de colaboración para el desarrollo sostenible.
- Prioridad de los gobiernos africanos por el beneficio del propio país africano y el empleo de sus ciudadanos, por encima del beneficio económico de las empresas internacionales.
- Garantizar mecanismos de transparencia y de justicia social y penal para evaluar el proceso.
El saneamiento progresivo para estos proyectos de explotación de los recursos africanos, por empresas internacionales o nacionales, no llegará de las manos de los gobiernos solamente, sino por la colaboración valiente y profesional de los movimientos sociales africanos, y cooperativas, particularmente de las mujeres y jóvenes africanos.
Lázaro Bustince
CIDAF-UCM