Se reduce la ayuda a los refugiados sudaneses en Uganda, por Lázaro Bustince

27/03/2024 | Bitácora africana, Crónicas y reportajes

Los refugiados sudaneses en Uganda están recurriendo a medidas cada vez más desesperadas para mantenerse a sí mismos y a sus familias después de las drásticas reducciones en la ayuda humanitaria, mientras los ejércitos solo piensan en la guerra civil y en sus intereses. Sin embargo, los peores efectos de estos recortes aún no se han visto a medida que las redes tejidas por los refugiados ceden bajo la presión de llenar los vacíos dejados por las ONG.

Las políticas de fronteras abiertas y el modelo de autosuficiencia de los refugiados de Uganda se han ganado el reconocimiento internacional, pero un aumento en el número de refugiados y los importantes recortes en la financiación humanitaria están llevando al límite los esfuerzos de respuesta del país. Los presupuestos de ayuda cada vez más reducidos, significan que muchos de los 1,5 millones de refugiados en el país –una de las mayores naciones de acogida de refugiados del mundo– reciben ahora menos del 40 % de sus raciones básicas de supervivencia, mientras que otros reciben menos o nada en absoluto.

A medida que se recortan los fondos humanitarios, los refugiados en Uganda, como en otras partes del mundo, se vuelven cada vez más dependientes de sus redes sociales locales y transnacionales para recibir apoyo. Las políticas y prácticas humanitarias a menudo no reconocen la fragilidad de la asistencia brindada a través de las redes sociales de los refugiados, lo que significa que se oculta el verdadero alcance de su vulnerabilidad y se subestiman las consecuencias de los recortes de fondos.

La terrible situación en los asentamientos de refugiados y el riesgo de daños a largo plazo subrayan la necesidad de que los gobiernos regionales y los donantes internacionales reevalúen el apoyo que están brindando para garantizar una vida más digna a los millones de refugiados.

Este enfoque basado en las necesidades implica ubicar a los refugiados en diferentes grupos de vulnerabilidad que luego les dan derecho a diferentes cantidades de ayuda. Sin embargo, las categorías que se han asignado a los refugiados –la mayoría de los cuales han escapado de los conflictos en la República Democrática del Congo y Sudán del Sur– a menudo no se alinean con sus necesidades reales o su nivel de vulnerabilidad.

Los recortes y la nueva priorización han provocado ansiedad, miedo e incertidumbre entre los refugiados, y el gobierno de Uganda ha amenazado con cerrar sus puertas a nuevos refugiados si no llega más financiación.

Las agencias de noticias nos informan sobre el aumento de las estrategias negativas para afrontar la situación, incluido el matrimonio infantil y la prostitución entre los refugiados, y un aumento significativo de los niveles de suicidio, que se ha atribuido a la falta de necesidades básicas en los asentamientos de refugiados.

La situación inhumana de la mayoría de los refugiados, sean de Gaza, Ucrania o Sudán, nos deberían alertar sobre la urgencia de sanar las causas de raíz de estas tragedias humanas que estamos provocando los gobiernos y los humanos.

Lo bueno es que los medios y recursos necesarios para solucionar estas crueldades humanas están a nuestro alcance, en cada país y gobierno del mundo. Solo necesitamos voluntad y compromiso compartido.

Lázaro Bustince

CIDAF-UCM

Autor

  • Nacido en Izco (Navarra), en 1942, estudió filosofía en Pamplona (1961-1964). Hizo el noviciado en Gap – Grenoble (1964-1965), con los Misioneros de África (Padres Blancos). Estudió Teología en el instituto M.I.L. de Londres, (1965-1969), siendo ordenado sacerdote en Logroño, en los Padres Blancos en 1969.

    Comenzó su actividad misionera en África en 1969, siendo enviado a la diócesis de Hoima en Uganda, donde estuvo trabajando en la educación, desarrollo y formación de líderes durante nueve años. Luego vivió un periodo de trece años en diversas ciudades europeas, trabajando en la educación y capacitación de los jóvenes (Barcelona 1979-1983)) , en Irlanda como responsable de la formación de los candidatos polacos (1983-1985), y en Polonia donde fue Rector del Primer Ciclo de Filosofía Polaco (1985-1991), y se doctoró en Teología espiritual en Lublin, donde fue nombrado profesor de la misma Universidad Católica de Lublin (KUL), de dicha ciudad, en 1991.

    Regresó a Uganda en 1992, y fue elegido Provincial de los padres Blancos de Uganda hasta 1999. Durante este periodo, fue también presidente de la Asociación de Religiosas-os en Uganda (ARU), y pionero en la construcción del Centro Nacional de Formación Continua (USFC). Además inició la Comisión de Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC) en 1994, trabajando en la formación de líderes en JPIC.

    En 2000 y 2004 cursó estudios sobre educación en Justicia, Paz, y Transformación de Conflictos, en Dublín. Desde su regreso a Uganda, fue pionero en la capacitación de agentes sociales en JPIC, y en el establecimiento del primer Consorcio de Educación Ética (JPIIJPC), lanzado por seis Congregaciones Misioneras, en 2006. Desde el inicio, y hasta junio 2011, ostentó el cargo de primer Director del Instituto. Al mismo tiempo fue profesor invitado de Ética en la Universidad de los Mártires de Uganda (UMU).

    En septiembre de 2011 fue nombrado director general de África Fundación Sur (AFS), organismo que dejó de existir en 2021. En la actualidad sigue trabajando por África al 100 % siendo, entre otras ocupaciones, editorialista en el CIDAF-UCM.

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