Saber leer señales culturales ahorra tiempo, dinero… y muchos cabreos, por José Julio Martín Sacristán

23/03/2012 | Bitácora africana

Hablar de culturas supone generalizar, aun a sabiendas de que cada individuo es un mundo en sí mismo. No obstante, estas generalizaciones han de ser interpretadas como las señales de tráfico: no indica el destino, pues es el conductor quien marca la ruta, pero sí evitan accidentes… Y manteniendo la misma analogía entre culturas y señales de tráfico, cabe señalar que incluso entre ellas hay una amplia variedad: las obligatorias, las que marcan prohibiciones, las de advertencia, las que aconsejan…

Hacer referencia al mundo subsahariano supone generalizar; concretar en un país como Nigeria sigue implicando una generalización; generalizamos incluso cuando nos referimos a un mundo lingüístico-cultural como el de los yoruba; y lo hacemos cuando nos centramos en una ciudad, una zona, un barrio… Generalizamos al hablar de una cultura y no de un individuo, sí, pero las generalizaciones culturales facilitan ese primer encuentro con la otra persona que no comparte nuestro universo cultural.

De este modo, existen una serie de comportamientos comunes en una cultura cuyo conocimiento puede impedir ‘ofensas’. ¿Un ejemplo? ‘No dar nunca nada con la mano izquierda’: si bien hay africanos que no conceden importancia al incumplimiento de esta costumbre, ¿qué hay de malo en tenerla en cuenta? De igual modo, no ocupa lugar saber que hay zonas en las que se tacha de inmaduro a quien viste pantalón corto; que en otras se considera una grosería fumar en la vía pública; que en algunas no se perdona la falta de educación que supone decir un taco (y no nos engañemos con lo de que no pueden entendernos, que todos sabemos que son el tono y la expresión corporal los que nos delatan cuando maldecimos)…

Por lo tanto, conocer las señales culturales es fundamental para, al menos, no meter demasiado la pata. Saber vestirse, hablar, comportarse y seguir un cierto protocolo se revela fundamental en los negocios: la formalización de un contrato depende en buen grado de la percepción que el africano tiene de la otra parte; no se ve capaz de confiar en la esfera económica en alguien a quien cree incapaz de comportarse con decoro en el terreno social.

Conocer las señales culturales también nos puede ahorrar mucho tiempo. Así, en muchas culturas africanas se considera de mala educación dar una negativa directa o indicar que una reunión ha finalizado. En Swahili hay un proverbio que dice: “Ukuzae hakwambi toka.” [“La persona que te quiere echar fuera, nunca te dirá ¡vete!]. El proverbio consta de una segunda parte que no suele pronunciarse, pues se espera que los demás la conozcan: “Huona mamboye yamebadilika. Waweza: ukae, huwezi: ondoka.” [“Uno lo puede ver por el comportamiento del anfitrión, que siempre puede decir siéntate, pero nunca ¡sal de aquí!]. He visto a gente cargada de buenas intenciones perder mucho tiempo, dinero y esfuerzo incapaces de interpretar señales con un claro mensaje: “Contigo no vamos a hacer ningún proyecto… Tú haz lo que quieras, pero no cuentes con nosotros.”

El caso más extremo que viví de cerca fue el de Marcos, un italiano que lo invirtió todo en Nigeria, ¡incluso se llegó a casar con una nigeriana pensando que así sería mejor aceptado! Era una persona muy apasionada que siempre pensaba en positivo. Muchas veces me relataba entusiasmado que por fin le habían dado un sí definitivo a sus proyectos. Y muchas veces le advertía que no echara las campanas al vuelo e intentaba hacerle ver que lo que él interpretaba como un “sí” era un amable “no”. Tardó dos años en quedarse con los bolsillos vacíos y emprender regreso, ahora con una esposa, a su querida Italia. En ese tiempo fue incapaz de aprender a interpretar las señales culturales. Se marchó convencido de que los nigerianos eran unos mentirosos en los que no se podía confiar. No supo interpretar que no le mentían, sino que respondían con cortesía a sus propuestas. No supo entender que el problema nunca estuvo en las respuestas de los nigerianos, sino en el modo de formular las preguntas que había tenido aquel italiano.

Ah, el ‘arte de preguntar’ en África, ésa es otra apasionante historia…

Original en: África factor Humano

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