Los dictadores crueles siempre viven con el miedo de ser traicionados, destronados e invadidos por sus vecinos, y para protegerse invaden ellos mismos las zonas fronterizas, como lo hace Rusia en Ucrania, o Ruanda en la región del Kivu (RDC).
La ocupación de los territorios del Kivu norte por el M23 y Ruanda, con el apoyo de otros gobiernos como Uganda, Reino Unido y Estados Unidos (EE. UU.), sigue causando una catástrofe humanitaria, de la que apenas se habla y que toleramos con pasividad y complicidad.
La gente de la región carga sus pertenencias mientras huye de sus aldeas alrededor de Sake, en el territorio de Masisi, tras los enfrentamientos entre los rebeldes del M23 y las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo (RDC). Miles de personas abandonan la ciudad de Goma por miedo a ser atropellados entre los dos ejércitos.
Ruanda dice que la guerra en curso en el este de la República Democrática del Congo se está convirtiendo en una amenaza para la seguridad nacional en Kigali, lo que confirma sus temores de un posible conflicto regional.
Oficialmente, Kigali repitió su acusación anterior de que Kinshasa estaba trabajando en conjunto con las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), una milicia étnica ruandesa directamente vinculada con el genocidio contra los tutsis en Ruanda en 1994.
En noviembre de 2023, tras la mediación estadounidense entre la República Democrática del Congo y Ruanda, el ejército congoleño prohibió a los soldados congoleños tener cualquier contacto con las FDLR.
Las autoridades ruandesas afirman que «las FDLR han sido integradas en el ejército congoleño» de todos modos y argumentan que las autoridades congoleñas no están protegiendo a las comunidades tutsis en la República Democrática del Congo, que son, según Ruanda, «víctimas de discursos de odio y discriminación. En conjunto, estos hechos representan, para Kigali, una grave amenaza a la seguridad nacional de Ruanda«.
Pero las autoridades congoleñas dicen que Ruanda no puede asumir el papel de proteger a los ciudadanos de otro país. El presidente congoleño, Félix Tshisekedi, habló sobre esto con sus homólogos en las conversaciones celebradas al margen de la 37ª cumbre de la Unión Africana.
La cuestión de los refugiados de los dos países siempre ha sido uno de los puntos de discordia entre Ruanda y la República Democrática del Congo. En mayo de 2023, Kigali y Kinshasa se comprometieron, al final de una reunión celebrada en Ginebra, a entablar un diálogo constructivo para crear condiciones propicias para el retorno sostenible de los refugiados congoleños y ruandeses a sus respectivos países. Desde entonces no se han logrado avances significativos.
Si bien ambos países dicen que quieren la paz, a través de procesos de paz regionales, las Naciones Unidas advierten del riesgo de una confrontación directa entre los dos países, dado el aumento militar en ambos lados.
La República Democrática del Congo siempre ha dicho que está preparada para cualquier eventualidad. Ruanda, en su comunicado de prensa, responde que «se reserva el derecho de tomar cualquier medida legítima para defender nuestro país, mientras exista esta amenaza«.
La cuestión entre la República Democrática del Congo y Ruanda sigue siendo una gran preocupación para la región, y también para Uganda, Estados Unidos, Reino Unido y otros países con intereses comerciales por la explotación de los abundantes minerales de la zona.
De hecho, la ocupación de estas tierras, tan ricas en los minerales más valiosos para la fabricación de toda la tecnología digital, tan fundamental para los medios de comunicación, avances tecnológicos, así como también para la industria militar, es la primera preocupación de todos los gobiernos poderosos de África y del norte global. Este saqueo violento se perpetúa con total impunidad y complicidad internacional, y con la violación endémica de los derechos humanos más fundamentales.
Lázaro Bustince
CIDAF-UCM