Rimas reivindicativas de mujer africana . por LitERaFRicAs

9/03/2017 | Bitácora africana

Autora : Sonia Fernández Quincoces

Los poemas cuentan las inquietudes femeninas sobre represión, migraciones o sexualidad

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“Las mujeres africanas toman la palabra en la poesía. Lo han hecho desde tiempos inmemoriales, transmitiendo la cultura, las costumbres y la sabiduría de la tradición oral en los mitos, las historias, los relatos, las canciones y poemas de los pueblos africanos de generación en generación como educadoras y como griots o líderes de la palabra hablada”, escribe Eva Torre Fernández, experta en literatura africana en inglés. Una apasionada de la poesía de este continente, que abrió hace años un blog especializado en este género, Mashairi ya Afrika.

Duele,

la mismísima angustia

en las almas de nuestros cuerpos

cerca y a distancia.

El fragmento pertenece al poema Mi dolor, traducido por Alejandro de los Santos, de la mozambiqueña Noémia de Sousa, ya fallecida, que “fue la primera mujer africana que alcanzó reputación internacional como poeta, jugando un papel principal en los movimientos de protesta de la negritud entre pintores, poetas y escritores que lideraron el renacimiento cultural en Maputo en los años 40 y 50”, tal y como nos recuerda Torre.

Sin duda, a través de miles de poemas, las voces de las mujeres africanas se han retorcido, moldeado, se han vuelto del derecho y del revés para expresarse, mostrar su/el mundo, compartir sus sueños, vivencias, alegrías y tristezas. La poesía siempre ha sido (y es) un arma poderosa para lograrlo. Y si África es el territorio de la oralidad, ¿cómo no tener en este género literario uno de los más habituales y frecuentados medios para transmitir miles de pensamientos, miles de experiencias, miles de sentimientos, miles de gritos?. Así lo han hecho sus mujeres, utilizando la poesía a modo de ventana abierta por la que penetrar en sus mundos, en un viaje a través del que se reivindican y alzan su voz.

Los ejemplos abundan. Dentro de la antología Ellas [también] cuentan, edición de Federico Vivanco, que en fechas próximas publicarán Casa África y Baile del Sol, encontramos este poema de la liberiana Mary Laurene Browne titulado Son las mujeres de África, que nos habla de las duras condiciones de vida que muchas de ellas soportan y de la importancia de su liberación tanto para ellas mismas como para el futuro del continente:

Sus alas se extienden

pero las normas culturales

demoran su vuelo

una década más

tal vez dos
o

tal vez un siglo.

Ella no sabe leer los tiempos

o alzar la voz para decir lo que piensa.

Portada de ‘Como el viento intocable’, de la editorial Baphala.

Portada de ‘Como el viento intocable’, de la editorial Baphala.

El arduo trabajo continúa desde el alba hasta que oscurece.

En los campos y en sus hogares

para familiares y amigos.

Y cuando por fin caen en la esterilla

el bebé llora reclamando su alimento

otro niño gime afiebrado

exigiendo sólo la caricia de una madre.

Oh! mujer africana

de muchas tonalidades

demasiado peso hiere tu alma.

Este vuelo demorado

remontará a gran altitud

elevándose cada vez, más alto, más alto.

Vital para ti.

Exposición callejera ‘A través de tus ojos’, en Nairobi, surgida como resultado de un taller de fotógrafa española Patricia Esteve para conmemorar el Día de la Mujer.
Exposición callejera ‘A través de tus ojos’, en Nairobi, surgida como resultado de un taller de fotógrafa española Patricia Esteve para conmemorar el Día de la Mujer. Patricia Esteve EFE

“Las mujeres africanas toman la palabra en la poesía. Lo han hecho desde tiempos inmemoriales, transmitiendo la cultura, las costumbres y la sabiduría de la tradición oral en los mitos, las historias, los relatos, las canciones y poemas de los pueblos africanos de generación en generación como educadoras y como griots o líderes de la palabra hablada”, escribe Eva Torre Fernández, experta en literatura africana en inglés. Una apasionada de la poesía de este continente, que abrió hace años un blog especializado en este género, Mashairi ya Afrika.

Duele,

la mismísima angustia

en las almas de nuestros cuerpos

cerca y a distancia.

El fragmento pertenece al poema Mi dolor, traducido por Alejandro de los Santos, de la mozambiqueña Noémia de Sousa, ya fallecida, que “fue la primera mujer africana que alcanzó reputación internacional como poeta, jugando un papel principal en los movimientos de protesta de la negritud entre pintores, poetas y escritores que lideraron el renacimiento cultural en Maputo en los años 40 y 50”, tal y como nos recuerda Torre.

Sin duda, a través de miles de poemas, las voces de las mujeres africanas se han retorcido, moldeado, se han vuelto del derecho y del revés para expresarse, mostrar su/el mundo, compartir sus sueños, vivencias, alegrías y tristezas. La poesía siempre ha sido (y es) un arma poderosa para lograrlo. Y si África es el territorio de la oralidad, ¿cómo no tener en este género literario uno de los más habituales y frecuentados medios para transmitir miles de pensamientos, miles de experiencias, miles de sentimientos, miles de gritos?. Así lo han hecho sus mujeres, utilizando la poesía a modo de ventana abierta por la que penetrar en sus mundos, en un viaje a través del que se reivindican y alzan su voz.

Los ejemplos abundan. Dentro de la antología Ellas [también] cuentan, edición de Federico Vivanco, que en fechas próximas publicarán Casa África y Baile del Sol, encontramos este poema de la liberiana Mary Laurene Browne titulado Son las mujeres de África, que nos habla de las duras condiciones de vida que muchas de ellas soportan y de la importancia de su liberación tanto para ellas mismas como para el futuro del continente:

Sus alas se extienden

pero las normas culturales

demoran su vuelo

una década más

tal vez dos

o

tal vez un siglo.

Ella no sabe leer los tiempos

o alzar la voz para decir lo que piensa.

El arduo trabajo continúa desde el alba hasta que oscurece.

En los campos y en sus hogares

para familiares y amigos.

Y cuando por fin caen en la esterilla

el bebé llora reclamando su alimento

otro niño gime afiebrado

exigiendo sólo la caricia de una madre.

Oh! mujer africana

de muchas tonalidades

demasiado peso hiere tu alma.

Este vuelo demorado

remontará a gran altitud

elevándose cada vez, más alto, más alto.

Vital para ti.

Esencial para África.

Verso a verso estas escritoras van mostrando sus preocupaciones socio-económicas y políticas y van poniendo palabras a sus denuncias. Verso a verso escriben poemas contra la esclavitud, la opresión colonial o el apartheid. Se debaten entre la dicotomía tradición y modernidad y se resisten ellas a escribir para los de siempre. Buscan un público mucho más extenso, que englobe a aquellos para los que nadie escribe poemas, los que no saben leer ni escribir, situación que sufren en mayor medida las mujeres. “Un tema que ocupa muchas páginas el de la tiranía y el abuso del hombre hacia la mujer en una sociedad patriarcal y tradicional”, añade Eva Torre, situación que se agrava muchas veces ya que las mujeres tienen que sacudirse la doble carga de la etnia y la clase social, a la que se añade la discriminación por género. Escriben así contra problemáticas que las persiguen desde que nacen como la mutilación genital femenina, los matrimonios forzosos o la importancia de la educación.

Las piezas más contemporáneas nos hablan de emigración, exilio y desarraigo pero también del poder de la poesía y la palabra como elemento pacificador en zonas en conflicto. En este sentido uno de los trabajos más representativos de los últimos tiempos es 100 days suma del esfuerzo que realizó Juliane Okot Bitek al completar un poema para cada uno de los 100 días ruandeses en los que el mundo pudo haberse detenido y no lo hizo.

tienes que entender

que nadie pone a sus hijos en un bote

salvo que el agua sea más segura que la tierra

Los anteriores son los conocidos versos del poema Hogar de la joven keniata de padres somalíes Warsan Shire, en el que desgrana algunas razones por las que una persona emigra de su país para vivir en otro, y que se ha convertido en lema para reivindicar los derechos a la migración y el asilo, al tiempo que reclama solidaridad con los refugiados. El poema ha sido también objeto de inspiración para muchas personas, no solo para la cantante Beyoncé que ha utilizado la obra de la keniata para completar su último álbum musical.

Shire escribe desde la diáspora sobre un buen puñado de temas intimistas y personales al igual que sobre otros más políticos y de denuncia. Junto a ella, otras jóvenes describen el mundo que ven desde prismas de rabiosa actualidad. La poesía de Liyou Libsekal gira, por ejemplo, en torno a las influencias de la tradición, la modernización y la globalización en el rápido desarrollo de Etiopía, en las que no es ajena la presencia de China.

Cada vez con mayor frecuencia las voces se adentran en los duros conflictos que sufren miles de mujeres que quieren vivir también su sexualidad en plenitud. La editorial Baphala publicará en fechas próximas una antología de poesía bajo el título Como el viento intocable recopilada por Makhosozana Xaba. “Lo que tiene de interesante este libro es que recopila poesías que son resultado del trabajo de mujeres zimbabuenses que en su mayoría no son poetas profesionales, sino que son participantes en unos talleres de escritura organizados por GALA y el Sexual Rights Centre. Las poesías hablan de la experiencia de ser queer en un mundo profundamente tradicional y homófobo”, dice Mariana Jorge, responsable de la editorial Baphala. Una muestra de este trabajo es el poema Poste, antes árbol, que forma parte de la mencionada antología, de la escritora Caroline Mudzengi, traducido por Lawrence Schimel y Arrate Hidalgo.

La arrancaron de su sitio

Belleza indigna para el rostro de la tierra

La llevaron a una tierra lejana

Tras golpearla, amordazarla y colgarla

Su corazón sangró y lloró

Gritaba pero apresuraron su misión

La podaron, moldearon, engrasaron.

Y luego, como con rencor, la hincaron…

En el lugar donde la habían sacado de raíz

Donde vivió una vez, majestuosamente viva;

Ahora se yergue exánime: inerte, sin alma.

Titilope Sonuga es un buen reflejo de la poesía que triunfa en este momento. Con gran presencia en los medios y en las redes sociales, llega desde sus orígenes nigerianos como una voz fresca, e interpreta sus poemas de manera hablada. Algunas de sus más conocidas piezas se centran, como en el caso de Hide and Seek, en su país de origen y las tragedias que, en los últimos tiempos en especial, le han sacudido bajo la sombra de Boko Haram, y que incluyen a cientos de víctimas sin nombre.

Sus versos son para los niños y niñas de la masacre de Yobe, para las víctimas del bombardeo contra el campo de refugiados de Nyanya y para las más de 200 niñas de Chibcock secuestradas, cuyas familias siguen esperando. En su libro Abscess escribe: “A veces la verdad es un absceso; algo que se queda sin decir tanto tiempo en la boca, que se pudre”, en un intento de indagación personal y de buceo en las experiencias de otras mujeres. En este sentido, en Unlearn (Desaprender), traducido por Eva Torre, habla del necesario camino de “desaprender”.

Hay cosas que debemos desaprender

historias que arañar de nuestras gargantas

mujeres enteras a las que regresar

¿Quién te enseñó

a reír tapándote los labios con la mano?

¿Quién te hizo perder los dientes?

¿Cómo aprendiste a comenzar con “lo siento”?

Cada vez que te levantas

tu cuerpo pide disculpas

con su ir y venir

algo pequeño y menguante

¿Cómo llegaste hasta aquí?

¿Una niña temblorosa tan mujer pero no lo suficiente?

¿Quién te dio este nombre nuevo?

¿Quién te hizo tragar esta lengua retorcida?

¿Quién te enseñó este idioma de sufrimiento callado?

¿Quién te obligó a olvidar?

¿A recordar solo las partes y no el todo?

¿Quién te dio este nuevo ser

abotonado hasta arriba como un secreto?

Algo roto y abandonado

para morir

Esencial para África.

Verso a verso estas escritoras van mostrando sus preocupaciones socio-económicas y políticas y van poniendo palabras a sus denuncias. Verso a verso escriben poemas contra la esclavitud, la opresión colonial o el apartheid. Se debaten entre la dicotomía tradición y modernidad y se resisten ellas a escribir para los de siempre. Buscan un público mucho más extenso, que englobe a aquellos para los que nadie escribe poemas, los que no saben leer ni escribir, situación que sufren en mayor medida las mujeres. “Un tema que ocupa muchas páginas el de la tiranía y el abuso del hombre hacia la mujer en una sociedad patriarcal y tradicional”, añade Eva Torre, situación que se agrava muchas veces ya que las mujeres tienen que sacudirse la doble carga de la etnia y la clase social, a la que se añade la discriminación por género. Escriben así contra problemáticas que las persiguen desde que nacen como la mutilación genital femenina, los matrimonios forzosos o la importancia de la educación.

Las piezas más contemporáneas nos hablan de emigración, exilio y desarraigo pero también del poder de la poesía y la palabra como elemento pacificador en zonas en conflicto. En este sentido uno de los trabajos más representativos de los últimos tiempos es 100 days suma del esfuerzo que realizó Juliane Okot Bitek al completar un poema para cada uno de los 100 días ruandeses en los que el mundo pudo haberse detenido y no lo hizo.

tienes que entender

que nadie pone a sus hijos en un bote

salvo que el agua sea más segura que la tierra

Los anteriores son los conocidos versos del poema Hogar de la joven keniata de padres somalíes Warsan Shire, en el que desgrana algunas razones por las que una persona emigra de su país para vivir en otro, y que se ha convertido en lema para reivindicar los derechos a la migración y el asilo, al tiempo que reclama solidaridad con los refugiados. El poema ha sido también objeto de inspiración para muchas personas, no solo para la cantante Beyoncé que ha utilizado la obra de la keniata para completar su último álbum musical.

Shire escribe desde la diáspora sobre un buen puñado de temas intimistas y personales al igual que sobre otros más políticos y de denuncia. Junto a ella, otras jóvenes describen el mundo que ven desde prismas de rabiosa actualidad. La poesía de Liyou Libsekal gira, por ejemplo, en torno a las influencias de la tradición, la modernización y la globalización en el rápido desarrollo de Etiopía, en las que no es ajena la presencia de China.

Cada vez con mayor frecuencia las voces se adentran en los duros conflictos que sufren miles de mujeres que quieren vivir también su sexualidad en plenitud. La editorial Baphala publicará en fechas próximas una antología de poesía bajo el título Como el viento intocable recopilada por Makhosozana Xaba. “Lo que tiene de interesante este libro es que recopila poesías que son resultado del trabajo de mujeres zimbabuenses que en su mayoría no son poetas profesionales, sino que son participantes en unos talleres de escritura organizados por GALA y el Sexual Rights Centre. Las poesías hablan de la experiencia de ser queer en un mundo profundamente tradicional y homófobo”, dice Mariana Jorge, responsable de la editorial Baphala. Una muestra de este trabajo es el poema Poste, antes árbol, que forma parte de la mencionada antología, de la escritora Caroline Mudzengi, traducido por Lawrence Schimel y Arrate Hidalgo.

La arrancaron de su sitio

Belleza indigna para el rostro de la tierra

La llevaron a una tierra lejana

Tras golpearla, amordazarla y colgarla

Su corazón sangró y lloró

Gritaba pero apresuraron su misión

La podaron, moldearon, engrasaron.

Y luego, como con rencor, la hincaron…

En el lugar donde la habían sacado de raíz

Donde vivió una vez, majestuosamente viva;

Ahora se yergue exánime: inerte, sin alma.

Titilope Sonuga es un buen reflejo de la poesía que triunfa en este momento. Con gran presencia en los medios y en las redes sociales, llega desde sus orígenes nigerianos como una voz fresca, e interpreta sus poemas de manera hablada. Algunas de sus más conocidas piezas se centran, como en el caso de Hide and Seek, en su país de origen y las tragedias que, en los últimos tiempos en especial, le han sacudido bajo la sombra de Boko Haram, y que incluyen a cientos de víctimas sin nombre.

Sus versos son para los niños y niñas de la masacre de Yobe, para las víctimas del bombardeo contra el campo de refugiados de Nyanya y para las más de 200 niñas de Chibcock secuestradas, cuyas familias siguen esperando. En su libro Abscess escribe: “A veces la verdad es un absceso; algo que se queda sin decir tanto tiempo en la boca, que se pudre”, en un intento de indagación personal y de buceo en las experiencias de otras mujeres. En este sentido, en Unlearn (Desaprender), traducido por Eva Torre, habla del necesario camino de “desaprender”.

Hay cosas que debemos desaprender

historias que arañar de nuestras gargantas

mujeres enteras a las que regresar

¿Quién te enseñó

a reír tapándote los labios con la mano?

¿Quién te hizo perder los dientes?

¿Cómo aprendiste a comenzar con “lo siento”?

Cada vez que te levantas

tu cuerpo pide disculpas

con su ir y venir

algo pequeño y menguante

¿Cómo llegaste hasta aquí?

¿Una niña temblorosa tan mujer pero no lo suficiente?

¿Quién te dio este nombre nuevo?

¿Quién te hizo tragar esta lengua retorcida?

¿Quién te enseñó este idioma de sufrimiento callado?

¿Quién te obligó a olvidar?

¿A recordar solo las partes y no el todo?

¿Quién te dio este nuevo ser

abotonado hasta arriba como un secreto?

Algo roto y abandonado

para morir

Verso a verso estas escritoras van mostrando sus preocupaciones socio-económicas y políticas y van poniendo palabras a sus denuncias. Verso a verso escriben poemas contra la esclavitud, la opresión colonial o el apartheid. Se debaten entre la dicotomía tradición y modernidad y se resisten ellas a escribir para los de siempre. Buscan un público mucho más extenso, que englobe a aquellos para los que nadie escribe poemas, los que no saben leer ni escribir, situación que sufren en mayor medida las mujeres. “Un tema que ocupa muchas páginas el de la tiranía y el abuso del hombre hacia la mujer en una sociedad patriarcal y tradicional”, añade Eva Torre, situación que se agrava muchas veces ya que las mujeres tienen que sacudirse la doble carga de la etnia y la clase social, a la que se añade la discriminación por género. Escriben así contra problemáticas que las persiguen desde que nacen como la mutilación genital femenina, los matrimonios forzosos o la importancia de la educación. Las piezas más contemporáneas nos hablan de emigración, exilio y desarraigo pero también del poder de la poesía y la palabra como elemento pacificador en zonas en conflicto. En este sentido uno de los trabajos más representativos de los últimos tiempos es 100 days suma del esfuerzo que realizó Juliane Okot Bitek al completar un poema para cada uno de los 100 días ruandeses en los que el mundo pudo haberse detenido y no lo hizo. tienes que entender que nadie pone a sus hijos en un bote salvo que el agua sea más segura que la tierra Los anteriores son los conocidos versos del poema Hogar de la joven keniata de padres somalíes Warsan Shire, en el que desgrana algunas razones por las que una persona emigra de su país para vivir en otro, y que se ha convertido en lema para reivindicar los derechos a la migración y el asilo, al tiempo que reclama solidaridad con los refugiados. El poema ha sido también objeto de inspiración para muchas personas, no solo para la cantante Beyoncé que ha utilizado la obra de la keniata para completar su último álbum musical. Shire escribe desde la diáspora sobre un buen puñado de temas intimistas y personales al igual que sobre otros más políticos y de denuncia. Junto a ella, otras jóvenes describen el mundo que ven desde prismas de rabiosa actualidad. La poesía de Liyou Libsekal gira, por ejemplo, en torno a las influencias de la tradición, la modernización y la globalización en el rápido desarrollo de Etiopía, en las que no es ajena la presencia de China. Cada vez con mayor frecuencia las voces se adentran en los duros conflictos que sufren miles de mujeres que quieren vivir también su sexualidad en plenitud. La editorial Baphala publicará en fechas próximas una antología de poesía bajo el título Como el viento intocable recopilada por Makhosozana Xaba. “Lo que tiene de interesante este libro es que recopila poesías que son resultado del trabajo de mujeres zimbabuenses que en su mayoría no son poetas profesionales, sino que son participantes en unos talleres de escritura organizados por GALA y el Sexual Rights Centre. Las poesías hablan de la experiencia de ser queer en un mundo profundamente tradicional y homófobo”, dice Mariana Jorge, responsable de la editorial Baphala. Una muestra de este trabajo es el poema Poste, antes árbol, que forma parte de la mencionada antología, de la escritora Caroline Mudzengi, traducido por Lawrence Schimel y Arrate Hidalgo. La arrancaron de su sitio Belleza indigna para el rostro de la tierra La llevaron a una tierra lejana Tras golpearla, amordazarla y colgarla Su corazón sangró y lloró Gritaba pero apresuraron su misión La podaron, moldearon, engrasaron. Y luego, como con rencor, la hincaron… En el lugar donde la habían sacado de raíz Donde vivió una vez, majestuosamente viva; Ahora se yergue exánime: inerte, sin alma. Titilope Sonuga es un buen reflejo de la poesía que triunfa en este momento. Con gran presencia en los medios y en las redes sociales, llega desde sus orígenes nigerianos como una voz fresca, e interpreta sus poemas de manera hablada. Algunas de sus más conocidas piezas se centran, como en el caso de Hide and Seek, en su país de origen y las tragedias que, en los últimos tiempos en especial, le han sacudido bajo la sombra de Boko Haram, y que incluyen a cientos de víctimas sin nombre. Sus versos son para los niños y niñas de la masacre de Yobe, para las víctimas del bombardeo contra el campo de refugiados de Nyanya y para las más de 200 niñas de Chibcock secuestradas, cuyas familias siguen esperando. En su libro Abscess escribe: “A veces la verdad es un absceso; algo que se queda sin decir tanto tiempo en la boca, que se pudre”, en un intento de indagación personal y de buceo en las experiencias de otras mujeres. En este sentido, en Unlearn (Desaprender), traducido por Eva Torre, habla del necesario camino de “desaprender”. Hay cosas que debemos desaprender historias que arañar de nuestras gargantas mujeres enteras a las que regresar ¿Quién te enseñó a reír tapándote los labios con la mano? ¿Quién te hizo perder los dientes? ¿Cómo aprendiste a comenzar con “lo siento”? Cada vez que te levantas tu cuerpo pide disculpas con su ir y venir algo pequeño y menguante ¿Cómo llegaste hasta aquí? ¿Una niña temblorosa tan mujer pero no lo suficiente? ¿Quién te dio este nombre nuevo? ¿Quién te hizo tragar esta lengua retorcida? ¿Quién te enseñó este idioma de sufrimiento callado? ¿Quién te obligó a olvidar? ¿A recordar solo las partes y no el todo? ¿Quién te dio este nuevo ser abotonado hasta arriba como un secreto? Algo roto y abandonado para morir]

Original en : Blogs de El País – África no ers un País y LitERaFRicA

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