Bobi Wine, principal líder de la oposición de Uganda, ha acusado a las fuerzas de seguridad de ser «cobardes» al atacar a civiles durante una manifestación pacífica contra la corrupción en Kampala. Wine denunció que las fuerzas de seguridad habían sitiado también la sede de su partido en la capital del país en vísperas de una manifestación.
Según el líder opositor ugandés, los soldados y policías convirtieron las oficinas de la Plataforma de Unidad Nacional (NUP) en «un cuartel militar» y «arrestaron violentamente» a algunos dirigentes del partido. La policía no confirmó las detenciones pero, según informes, declaró que habían tomado «medidas de precaución» para impedir la «movilización para la protesta«. El presidente de Uganda, Yoweri Museveni, advirtió que los organizadores de la marcha prevista hacia el parlamento estaban «jugando con fuego«.
Los jóvenes ugandeses han estado movilizando apoyo en línea por la marcha para exigir el fin de lo que dicen son altos niveles de corrupción y mala gobernanza. Se han inspirado en parte en sus homólogos de la vecina Kenia, cuyas recientes protestas masivas obligaron a su presidente a cancelar sus planes de aumentar los impuestos.
Bobi Wine, una exestrella de la música, cuyo nombre real es Robert Kyagulanyi, negó que el NUP estuviera organizando la protesta en Uganda. Sin embargo, señaló que su partido apoyaba «todos los esfuerzos para protestar contra la injusticia, la corrupción y el mal gobierno«.
El portavoz de la policía, Kituuma Rusoke, declaró a la agencia de noticias AFP que las «actividades del NUP levantaron una bandera roja y tomamos medidas de precaución«.
Bobi Wine es el rival más fuerte de Museveni, quien ha ocupado el cargo durante casi 40 años. Es popular entre los jóvenes y ha sido arrestado en numerosas ocasiones. Fue elegido parlamentario por primera vez en 2017 y se postuló contra Museveni en las elecciones de 2021, que se vieron empañadas por la represión estatal.
Kenia
Mientras tanto, en Kenia los manifestantes habían amenazado con ocupar el principal aeropuerto internacional de la capital, Nairobi, exigiendo la dimisión del presidente, William Ruto, así como justicia para las víctimas de la brutalidad policial.
Según la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Kenia, financiada por el Estado, al menos 50 personas han muerto y 413 han resultado heridas desde que comenzaron las manifestaciones el pasado 18 de junio. Algunos manifestantes irrumpieron en el Parlamento el 25 de junio, incendiaron parte del mismo y robaron la maza, símbolo de la autoridad legislativa. Ruto señaló que los organizadores de la protesta no podían permanecer «anónimos» y que deberían «dar un paso adelante y decirnos qué se va a lograr con esta violencia«.
El principal líder de la oposición de Kenia, Raila Odinga, expresó su solidaridad con los manifestantes y dijo que tenía que haber justicia para las víctimas antes de que pudieran llevarse a cabo conversaciones con el gobierno.
La posición de Odinga podría socavar el intento de Ruto de incluir a miembros de la oposición en su gabinete, una medida que espera ayude a poner fin a las protestas lideradas por jóvenes.
El reto más fundamental al que nos enfrentamos, no solamente en Uganda y Kenia, sino en gran parte de los países africanos y de todo el Planeta, es el deterioro de la gobernanza que cada día se vuelve más dictatorial, militarizada y violenta, incapaz de pensar y trabajar por el bien común. Este deterioro en la calidad de los gobernantes, cada día más acaparadores de poder y recursos, solo puede ser sanado por una sociedad unida y comprometida para garantizar un mayor respeto a la dignidad humana y al bien común.
Sobra abuso de poder y de recursos y falta un auténtico compromiso democrático para elegir líderes más íntegros, profesionales y responsables. Tirar la toalla, no es una opción.
CIDAF-UCM