Las hermanas religiosas de Uganda, bajo su organización coordinadora Asociación de Religiosos de Uganda (ARU), que incluye unas seis mil personas, dirigen diferentes redes religiosas que están financiadas por la Fundación Conrad Hilton. Una de las redes religiosas financiadas es la red contra la trata de personas, que supone un gran reto en varios países africanos, como Uganda.
El domingo 23 de junio se lanzó la campaña contra la trata de personas en la diócesis de Kasese, junto a la frontera de Kivu en la RDC. Esta actividad atrajo a una audiencia masiva después de que el Comité contra la trata de personas se asociara con Kasese Guide Radio, cuyo personal se utilizó para presentar una obra en vivo comúnmente conocida como “Omulekera” (respétala o déjala en paz), contra la trata de personas que atrajo a miles de audiencias.
Las hermanas Banyateresa: Sara Muhindo y Mbambu,(DST), durante el ejercicio de lanzamiento, pidieron a las jóvenes víctimas de la trata que recibieran cursos especializados en su país de origen que les ayuden a mantenerse a sí mismas en lugar de ir al extranjero y ser maltratadas incluso hasta la muerte.
Según las investigaciones, los Emiratos Árabes Unidos son un país de destino para hombres y mujeres que, en su mayoría, son objeto de trata con fines laborales y de explotación sexual. Conozco a mujeres jóvenes de Kampala que fueron manipuladas con falsas promesas de prosperidad para ser esclavizadas como víctimas de la trata. Algunas consiguieron escaparse y volver a su país de origen.
Mujeres de Uganda, Sri Lanka, Bangladesh, Indonesia, Etiopía, Eritrea, Sudán, Pakistán y Filipinas viajan a los E.A.U. y a los Estados árabes del Golfo Pérsico a trabajar como sirvientes domésticos, pero algunas posteriormente sufren condiciones de servidumbre involuntaria, como horas de trabajo excesivas sin remuneración, retención ilegal de pasaportes, restricciones de movimiento, falta de pago de salarios y abuso físico o sexual en manos de sus nuevos amos.
La Organización Mundial del Trabajo (OIT) estima que la cifra mundial aproximada de víctimas de la trata es de cerca de 30 millones de víctimas, de las que el 32 % son africanas. Lejos de reducirse, el problema del tráfico infantil en África está creciendo debido a la debilidad de los sistemas judiciales y a la vulnerabilidad de los padres y los niños.
La Conferencia Regional sobre el tráfico de personas, especialmente mujeres y niños, que se celebró el 6 y el 7 de julio en Abuja, Nigeria, ha tenido como objetivos incrementar la cooperación en la lucha contra el tráfico de personas y elaborar un plan de acción para actuar efectivamente contra este problema.
Según los últimos datos de la OIT, la región de Asia y el Pacífico tiene el mayor número de víctimas del trabajo y matrimonio forzosos, que representan más de la mitad del total mundial.
En los últimos años, el número de mujeres jóvenes secuestradas y abusadas por grupos armados y terroristas en muchos países del África Subsahariana, como Burkina Faso, Malí, Nigeria, República Centroafricana, RDC, Sudán, Sudán del Sur, etc., es alarmante y ni siquiera es noticia.
En marzo de 2014, el Papa Francisco lanzó la Red Interreligiosa de Libertad Global para luchar contra la trata de personas con el arzobispo anglicano Justin Welby e inició el Grupo Santa Marta, una coalición internacional de altos jefes policiales y líderes de la Iglesia Católica que trabajan con la sociedad civil para superar esta forma de esclavitud.
Toda vida humana merece ser protegida y nutrida por cada uno de nosotros, en contra de toda clase de violación y opresión, pues son nuestras hermanas y hermanos.
Muchas formas de violación de la dignidad humana, sobre todo en niñas y adolescentes, están incluso aprobadas por las tradiciones patriarcales regionales, en varios países africanos, que esclavizan a las mujeres jóvenes, obligándoles a matrimonios tradicionales forzosos y prematuros (10-12 años), así como oprimiéndolas a prácticas humillantes y peligrosas, como la mutilación genital femenina (MGF).
Las tradiciones étnicas son en general fuente de sabiduría, cultura, convivencia y protección, pero algunas costumbres patriarcales son claramente denigrantes y humillantes para las mujeres, sobre todo las más jóvenes. Cualquier abuso de poder, tanto en medios familiares, educativos, laborales como religiosos, es un crimen contra la dignidad humana, que requiere justicia, sanación y compensación.
Toda iniciativa y lucha pacífica para garantizar y defender la dignidad humana, en particular de las niñas secuestradas y de las mujeres víctimas de la trata, es beneficiosa en Uganda y en todos los países del planeta.
Lázaro Bustince
CIDAF-UCM