Racismo y reconciliación: lecciones de Cuba (3/3)

23/01/2017 | Crónicas y reportajes

Las autoridades cubanas deciden sobre hasta qué punto las “percepciones y estereotipos” influyen en la concepción de “peligrosidad social”. De la Fuente encontró que en 1987, aunque los negros representaban el 34% de la población, la proporción de negros considerados socialmente peligrosos era del 78%.

Inmediatamente después de la caída de la Unión Soviética, el principal socio comercial y político de Cuba, la isla experimentó una drástica recesión. Desde entonces, los incidentes racistas aumentaron considerablemente.

Gary Gutting describe cómo bajo las economías de mercado las personas compiten por el empleo, los servicios básicos y los bienes, en lo que, a simple vista, parece una manera justa, equitativa y no discriminatoria. Sin embargo, Gutting dice que todo el mundo comienza a competir en el mercado con diferentes circunstancias sociales y de capital. Aquellos que ya tienen una ventaja de capital social y privilegio tienen más posibilidades de llegar más lejos, mientras que los que comienzan con una desventaja social tienen menos, o ninguna posibilidad de mejorar su acceso a los servicios.

31167395461_2be205f957_b-3.jpgEl color blanco de piel supone una de esas “ventajas” en sociedades como la sudafricana, estadounidense o la brasileña. Como ilustra el caso cubano, en una economía socialista, el color de piel sigue suponiendo una ventaja.

¿Cuáles son las lecciones de Cuba para lidiar con el racismo? Claramente la negación del racismo no es una opción. Rechazar el discurso público al respecto, como fue el caso en la isla, tampoco ayuda. Se necesita una mayor conciencia de la naturaleza sistémica, de las múltiples formas de racismo y de su aparente invisibilidad en las instituciones, espacios sociales y relaciones.

El prejuicio es un comportamiento aprendido. Debe haber educación sobre racismo en la escuela, en el trabajo, en las comunidades y en todos los demás espacios sociales. Los cursos sobre diversidad deben ser parte de la iniciación en todas las instituciones educativas, lugares de trabajo y organizaciones culturales, sociales y deportivas.

Es crucial la correcta integración de todas las razas en todos los niveles de la sociedad. Los incidentes racistas deben ser tratados con firmeza.

Cuba aplicó correctamente una estrategia para combatir la desigualdad racial heredada en el acceso a los servicios, las oportunidades y la competencia. La redistribución y el bienestar social son cruciales para nivelar el campo de juego.

Las instituciones deben auditar regularmente sus valores culturales y reglas para controlar “la distribución desigual del poder y los privilegios basados en el color de piel”. Reconociendo los sesgos raciales; prohibiendo todas las prácticas racistas; integrando a los diferentes grupos en todos los niveles de la sociedad; y creando conciencia del sesgo racial existente y formando sobre la diversidad en todas las esferas sociales, se ayudará a combatir los prejuicios raciales y a fomentar la reconciliación entre los diferentes grupos.

Cuba demuestra que se puede avanzar mucho si hay voluntad política para enfrentarse al racismo arraigado y a las desigualdades basadas en la raza. Sin embargo, el progreso es a menudo agonizantemente lento y puede ser revertido por acontecimientos tales como crisis económicas y choques sociales.

William Gumede (@william_gumede)

[Traducción, Gerardo Díez]

[Fundación Sur]

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Autores

  • William Gumede

    William Gumede es el Presidente de la Fundación Democracy Works y Profesor Asociado en la Escuela de Gobernanza, de la Universidad del Witwatersrand, Johannesburgo. Autor de Restless Nation: Making Sense of Troubled Times (La nación inquieta: dando sentido a las épocas incomodadas).

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