En las inminentes elecciones presidenciales de Estados Unidos, los candidatos no han dicho casi nada sobre África. La única referencia al continente es Libia, cuyo caos sirve como argumento a Donald Trump contra Hillary Clinton.
Está claro que ni Trump ni sus asesores han reflejado cual podría ser, para el candidato republicano, la política africana, en caso de ser elegido. En cuanto a Hillary Clinton, a pesar de que África está lejos de ser una prioridad, tiene el mérito y la ventaja de haber hablado sobre ello y haberle dedicado un capítulo en sus memorias, “Hard Choices” (Fayard, 2014). Hillary tiene también a su favor la política africana de su marido Bill. Pero, ¿qué piensa de África? Y ¿Cuál podría ser su política africana?
Para la que podría convertirse en la primera mujer presidente en la historia de los Estados Unidos, África está trabajando por una alternativa que plantea una pregunta «marcada por el sello de la historia»: ¿elegir las armas o el desarrollo? En sus memorias, ella pregunta: ¿el futuro de África se caracteriza, por la fuerza y la corrupción o por el desarrollo y el buen gobierno? A ambos lados de este inmenso continente coexisten tanto el aumento de la prosperidad como la pobreza extrema, los gobiernos responsables y la anarquía total, campos y bosques exuberantes y zonas de sequía. Que un mismo continente pueda presentar diferencias tan grandes, da lugar a una pregunta: ¿cómo podemos contribuir a apoyar el considerable progreso que está en marcha en muchos países de África al tiempo que permitimos que otros estén todavía dominados por el caos y la privación de revertir esta tendencia?
Esta pregunta sigue sin una respuesta clara. Ciertamente, Hillary Clinton, ha destacado que «algunas de las más florecientes economías del mundo se encuentran en el África subsahariana. En una visita a Dakar en 2002, en su discurso, declaró que Estados Unidos apostaba por «un modelo sostenible de asociación que permita agregar valor, no sustraerlo». Bonita frase, pero completamente vaga. Ella no oculta su admiración por un país como Botsuana. «Sus líderes han decidido invertir los ingresos de los diamantes en infraestructura y población. La democracia ha echado raíces, consolidada por elecciones libres y justas, y con base en el respeto de los derechos humanos. Las autopistas del país se encuentran ahora entre las mejores de África. Los líderes de Botsuana cumplen los cinco criterios fundamentales: la democracia, el desarrollo, la dignidad, la disciplina y los resultados».
«El futuro de África puede ser brillante si atacamos la cuestión de los recursos, los beneficios por ellos generados y el uso de los mismos».
Pero entonces ¿cuál es el papel de América en el continente africano? Hillary Clinton no tiene una respuesta clara. Pero sí, una guía basada en sus principios: «África necesita colaboración, no caridad”. La línea adoptada por el gobierno de Obama debe continuar: “fomentar las perspectivas y el desarrollo, estimular el crecimiento económico, el comercio y la inversión, promover la paz y la seguridad y fortalecer las instituciones democráticas».
En resumen, nada nuevo. Y, probablemente, el mismo característico desinterés de los años de Obama.
Michel Lobé Ewané para forbesafrique.com
Fundación Sur
