¿Puede vivir Malaui basándose en las ayudas de los donantes?

21/04/2016 | Opinión

Estoy seguro que los diplomáticos a quienes seguimos pidiendo la reanudación de la ayuda directa al gobierno tienen que estar ya completamente aburridos de dar todo el tiempo la misma respuesta. Para empezar, la respuesta que se repite todo el rato como un disco rayado es que ningún céntimo del dinero de sus contribuyentes se canalizará jamás a nuestra Tesorería en forma de apoyo presupuestario.

Es cierto que el difunto expresidente; Bingu wa Mutharika molestó muchísimo a los donantes con su charlatanería y su actitud de cowboy hacia ellos. Esta manera insolente, beligerante e injustificada llegó a su punto culminante cuando declaró persona non grata al Alto Comisario británico Fergus Cochrane Dyet después de que este diplomático lo describiera en un cable secreto a Londres, que fue filtrado, como un déspota absoluto e intolerante a la crítica.

Cashgate_Malaui.jpgEsto tomò peor cariz cuando el ahora difunto expresidente Bingu wa Mutharica acababa de emplear la ayuda directa británica de 20 millones de libras para comprarse un avión para viajar por el mundo en la opulencia mientras que los Malauíes morían de hambre y de falta de medicamentos en los hospitales.

Pero es también igualmente cierto que el público en estos países donantes no entienden por qué sus gobiernos deben canalizar miles de millones de sus impuestos a países africanos pobres cuando la prestación de sus propios servicios sociales no está a la altura y esto ha impulsado, en gran medida, a un cambio de paradigma en la agenda de ayuda y de la llamada política global para terminar con el apoyo presupuestario directo.

Nosotros, como habitantes de Malawi, debemos reconocer ambos lados de la cuestión, cuyo resultado evidente es que la ayuda se ha detenido. Es así de simple. La ayuda no va a volver, y como habitantes de Malawi, tenemos que aceptar la realidad y seguir adelante.

El primero en tomar esa decisión de seguir adelante, en mi opinión, debería ser el presidente Peter Mutharika que deberá liderar la propuesta sobre cómo seguir adelante sin la ayuda exterior. Pero me parece que este no es el caso ya que la historia se repite cada vez que alguien, que puedes ser considerado donante, visita la residencia del Presidente, éste siempre hace una petición de apoyo presupuestario.

Pero esta vez el presidente Mutharika debe convencerse de que la ayuda ha terminado. Como ciudadano espero que diga a la nación qué plan creativo está llevando a cabo a la vista de esta realidad y la forma en que lo está realizando, ¿cuáles son los objetivos y para cuándo pueden esperar ver resultados tangibles los malauíes y sus empresas?

Esto es lo que se espera de un liderazgo sólido, pero por desgracia no lo veo de esta manera en este presidente. Hay demasiada inercia para mi gusto.

Muchos habitantes de Malaui han argumentado que por el bien de nuestro orgullo nacional no necesitamos donantes que la mayor parte del tiempo nos tratan con condescendencia como si fuéramos sus hijos a causa del dinero que nos dan. Estos habitantes de Malaui también me dicen que nuestro presupuesto nacional puede en realidad equilibrarse si nuestros líderes y funcionarios públicos dejaran de robar del dinero que pagamos como impuestos al erario.

Esto es cierto en gran medida, especialmente cuando uno escucha las cifras astronómicas que algunas personas mal intencionadas están robando del gobierno diariamente. El escándalo Cashgate lo resume todo.

Pero si nuestros líderes, dirigidos por el presidente, se despertaran del sopor profundo y tomaran en mano el control sobre nuestros asuntos, tuvieran un plan y reunieran a todos alrededor de ese plan os puedo decir que este asunto paternalista de la ayuda exterior sería cosa del pasado.

Todo lo que necesitamos es el esfuerzo para poner nuestro dinero donde está nuestra boca. Pero sé que esto es sólo un sueño mío. Esto no es lo que sueñan el presidente y su gabinete. Todo sigue como de costumbre y es por eso es que todavía siguen hablando de ayuda cuando ya se ha terminado, se ha terminado para siempre.

George Kasakula

The Times

[Traducción, Jesús Esteibarlanda]

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