El año pasado (2024), la Iglesia celebró los 60 años de la Ecclesiam Suam del Papa Pablo VI. En esta encíclica, el Papa hace del diálogo el programa de la Iglesia. La palabra Diálogo, como descripción de la comunicación dentro de la Iglesia, es nueva. No se encuentra en la eclesiología preconciliar. Como tal, el diálogo expresa una realidad importante promovida por la Iglesia desde el Vaticano II. El Papa Pablo VI estaba convencido de que «la Iglesia debe entrar en diálogo con el mundo en el que vive». “Tiene algo que decir, un mensaje que dar, una comunicación que realizar” (ES 65). Él veía el diálogo como la nueva manera de ser Iglesia. No hay otra manera.
Se podría decir que el proceso sinodal iniciado por el Papa Francisco está en línea con la visión de su predecesor, Pablo VI. Este diálogo, dice el Papa, comienza en la mente de Dios: «De hecho, toda la historia de la salvación humana es un diálogo largo y variado, que comienza admirablemente con Dios y continúa con los hombres de modos tan diversos» (ES 70). Desde el Vaticano II, la Iglesia ha adoptado una nueva actitud, incluso un nuevo enfoque hacia las otras Iglesias, hacia las otras religiones, incluido un nuevo enfoque hacia las culturas consideradas de manera positiva.
Con la publicación de Ecclesiam Suam, Pablo VI quiso «mostrar cada vez con mayor claridad cuán vital es para el mundo y cuánto lo desea la Iglesia católica que ambos se encuentren, aprendan a conocerse y a amarse» (ES 3). Esto está claramente cristalizado en la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual (Gaudium et Spes) y en la Declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas (Nostra Aetate). Ecclesiam Suam fue escrita en un espíritu de aggiornamento que exigía un cambio de mentalidad y una renovación de actitudes. Por ello, se hizo imperativo para el Papa Pablo VI “examinar la actitud mental que la Iglesia católica debe adoptar hacia el mundo contemporáneo” (ES 58), fijando así la agenda de la Iglesia para el diálogo. Esta agenda está guiada por tres principios fundamentales: (a) un mejor conocimiento de sí misma por parte de la Iglesia (ES 9-40); (b) renovación y reforma dentro de la Iglesia (ES 41-57), (c) mayor diálogo entre la Iglesia y el mundo (ES 58, 108).
El diálogo era tan querido por Pablo VI que en 1964 creó el Secretariado para los no Cristianos, que se convirtió en el Dicasterio para el Diálogo Interreligioso, y en 1965 el Secretariado para el Diálogo con los No Creyentes. El Papa Juan XXIII ya había creado el Secretariado para la Promoción de la Unidad de los Cristianos en 1960, mientras que Juan Pablo II creó el Consejo Pontificio para la Cultura en 1982. La creación de estas oficinas muestra la importancia del diálogo para la vida y la misión confiada a la Iglesia.
Ecclesiam Suam sigue vigente hoy en día
El mensaje del Papa Pablo VI sigue siendo actual hoy. El diálogo tiene sus raíces en la conciencia que tiene la Iglesia de su identidad y misión. Por eso, los miembros de la Iglesia están llamados a una conversión pastoral, de una Iglesia vuelta hacia sí misma a una Iglesia vuelta hacia fuera, hacia el futuro y comprometida con el mundo. El Papa Francisco se hizo eco de esto en Evangelii Gaudium.
Es en esta perspectiva que el Instituto Tangaza para el Diálogo Interreligioso y los Estudios Islámicos (IRDIS), patrocinado por los Misioneros de África, se esfuerza por promover el diálogo intercultural e interreligioso, que es parte integral de la misión evangelizadora de la Iglesia. La Iglesia nos insta, a través del diálogo y la colaboración, a reconocer, preservar y promover los bienes espirituales y morales, así como los valores socioculturales que se encuentran en las diferentes culturas y religiones. (N. del T. 2). El Consejo de Europa define el diálogo intercultural como “un intercambio abierto y respetuoso de puntos de vista entre individuos y grupos pertenecientes a diferentes culturas, que conduce a una comprensión más profunda de la percepción general del otro”.
Esta profunda comprensión de la diversidad cultural es un requisito previo para la cohesión social y la coexistencia pacífica entre tribus, naciones y religiones. IRDIS ofrece una variedad de programas, tanto académicos como prácticos, que preparan y equipan a los trabajadores pastorales para ministrar en entornos interculturales e interreligiosos. A los estudiantes se les presenta el conocimiento de otras personas religiosas. El conocimiento de su entorno cultural y religioso es fundamental. Al menos ésta es la convicción básica que nosotros y nuestros socios en el diálogo interreligioso hemos aprendido a valorar. Los participantes de nuestra Escuela de Verano anual sobre el diálogo islámico-cristiano en África nos cuentan lo transformador que es el programa. Llegan al programa con miedos y aprensiones. Pero al final, todos coinciden en que la introducción a la otra religión les ayudó a superar sus prejuicios y les abrió la mente a la aceptación del otro diferente.
Algunas experiencias
Un grupo de musulmanes ugandeses que participaron en uno de nuestros cursos de verano tomaron la iniciativa de contactar con nuestros colegas de Maison Lourdel en Uganda. Desde entonces han permanecido en contacto y han realizado actividades conjuntas. Para algunos de ellos, fue la primera vez que tuvieron una experiencia tan concreta de diálogo interreligioso. Me dijeron que nunca lo habían experimentado antes. De manera similar, en 2018, invitamos a nuestros socios iraníes a nuestra primera universidad de verano. Como muestra de agradecimiento al programa, lo hicieron obligatorio para todos sus estudiantes. Ahora estamos en la quinta edición del programa. En el pasado, los cohermanos eran iniciados sistemáticamente en las lenguas y culturas locales. A lo largo de un largo período de tiempo, los hermanos aprendieron a apreciar la riqueza de las culturas que conocieron. Estos centros de lenguas se han convertido en verdaderos laboratorios de diálogo intercultural.
No podemos subestimar la importancia de la formación inicial y la educación continua. La Sociedad podría aprovechar nuestras propias instituciones, como el IFIC y el IRDIS, para capacitar a sus colegas en materia de reunión y diálogo. Un diálogo genuino sólo es posible en presencia de un conocimiento mutuo y de la aceptación de los valores culturales y religiosos. El diálogo intercultural e interreligioso es un antídoto contra las crecientes tensiones religiosas, la radicalización, el extremismo y la violencia interreligiosa. Hoy en día, no podemos ignorar el papel de la religión en la construcción de la paz y la cohesión social. Al celebrar el 60° aniversario del Vaticano II, abracemos el camino de renovación abierto por Juan XXIII y seguido fielmente por su sucesor. El diálogo es el camino hacia el futuro. Este diálogo se basa en nuestros valores comunes, en la valoración de la diversidad cultural y religiosa. No hay vuelta atrás.
Innocent H. Maganya (MAFR)
CIDAF-UCM