Durante años, muchas campañas electorales en diferentes países se han basado en el miedo, la descalificación y hasta en el odio, que a veces parece ganar por mayoría. El odio no aparece sin más. Es una herramienta ideada para provocar unas determinadas consecuencias de las que alguien se beneficia. Unos líderes o una sociedad que se mueven por emociones impulsivas y por el odio delata una sociedad manipulada.
Es preciso entrar en las redes sociales, analizar sus mensajes y detectar las manos que mueven los hilos de una aparente normalidad, pero intoxicada por el odio. Se busca, no tanto la información y debate sobre los temas más relevantes de la sociedad actual, sino ganar y derrotar a los otros, que se presentan como incapaces y merecedores de odio. Por eso, asistimos a discursos que presentan escasa información sobre los programas concretos de cada grupo y se dedican a incitar al odio de manera específica a determinados grupos. Algunos buscan votos sembrando odio y miedo, o por otros medios más lucrativos de manipulación.
Los seres humanos buscamos éxito, fama, poder y prestigio social de diferentes maneras, pero con frecuencia tales éxitos no nos llevan a la sociedad que deseamos. Todo ser humano, busca ser feliz, pero para ser feliz son necesarios dos requisitos: promover objetivos justos y emplear medios éticos, por muy diferentes que sean.
Esta es la filosofía de grandes pensadores como Blaise Pascal, nacido hace cuatro siglos en Francia. Pascal, hombre de inteligencia prodigiosa, nos recordó que fuera de los objetivos del amor y de la bondad no hay verdad que valga la pena. Blaise mostró una mente excepcional y un alto nivel de exigencia en la búsqueda de la verdad, de la realidad y por tanto de la felicidad.
Las ideologías que padecemos en los ámbitos económico, político, social, antropológico y moral mantienen a quienes las siguen dentro de burbujas de creencia donde han reemplazado a la realidad y el interés personal y partidista ha remplazado a la búsqueda de la verdad y del bien común.
La inteligencia inmensa e inquieta de Blaise Pascal, colmada de paz y de alegría interior, nos invita a seguir el “método del corazón” y a caminar con seguridad, alumbrados por la sabiduría y auténticos valores del corazón humano.
Nada más que el amor y el cuidado de las personas más marginadas puede superar el odio y apreciar a los demás en sus diferencias, en su verdad y en su dignidad para poder trabajar juntos por un desarrollo sostenible y por el bien común de todos los pueblos.
No podemos aceptar discursos, artículos y entrevistas de odio hacia los demás, hacia los que son diferentes. El odio degrada nuestra dignidad humana y nuestras relaciones y nunca nos conducirá al bienestar social y a la auténtica felicidad.
CIDAF-UCM