Problemas para «Chináfrica»

24/10/2012 | Opinión

De Ghana a Zambia, los chinos son cada vez más objeto de protestas. ¿El Imperio del Medio invade excesivamente África?

¿Cuántos chinos hay en África? No se ha publicado ninguna estadística oficial. Las estimaciones varían entre 750.000 y un millón. Medio siglo después del paréntesis colonial europeo, los chinos constituyen de lejos la primera comunidad extranjera en el continente africano. No se trata de una oleada sino de un tsunami. Y su número no hace sino aumentar, hasta tal punto que algunos se inquietan ante lo que consideran una verdadera colonización. Por otra parte, los miembros de esta diáspora china se instalan de manera duradera en África. Primero llegan los hombres solos y luego hacen que mujer e hijos vengan. No para hacer turismo. El objetivo principal de los chinos en África es hacer dinero, mucho dinero. Lo más rápidamente posible. El continente africano constituye su nueva frontera, su América, el lugar donde todo es posible.

Pero esta presencia cada vez más visible va acompañada de incidentes violentos que oponen a los chinos con los autóctonos. Incidentes, aunque poco mediatizados, que expresan la exasperación creciente de los africanos en directa competencia con estos nuevos llegados. El último ejemplo se ha producido en Ghana; país apacible con uno de los mayores crecimientos económicos del continente. El país ya tenía el oro, el cacao, el algodón, y ahora está explotando el petróleo. El milagro de Ghana contrasta con su hermana gemela Costa de Marfil, que tiene serias dificultades para levantarse de un decenio de turbulencias. Pues bien, Ghana atrae cada vez más chinos que desean tener su parte del pastel.

La policía ghanesa ha lanzado a mediados de octubre una amplia operación contra los extranjeros que explotan oro en la región de Ashanti, que es el centro de una de las principales regiones de producción aurífera del continente. Un centenar de chinos fueron arrestados. Uno de ellos, que intentaba huir, fue abatido por la policía. Beijing se ocupó inmediatamente del asunto y los chinos fueron puestos en libertad días después de su detención. El embajador chino en Accra se entrevistó con las autoridades expresando su viva preocupación y reclamando una investigación a fondo para dar con el asesino e indemnizar a la familia. Al mismo tiempo, dio un golpe en la mesa exigiendo que este tipo de violencias contra los chinos no se repitiera. No hay duda de que fue bien oído en los más altos niveles del poder, dada la importancia de las inversiones chinas en Gana.

En otra parte del continente, en Zambia, unos mineros se rebelaron a principios de agosto contra sus jefes chinos para protestar contra la ausencia de un salario mínimo, que, sin embargo, les habían prometido. El director de la mina de carbón murió como consecuencia del golpe de una vagoneta lanzada a gran velocidad por los mineros y un de sus adjunto fue herido. Estas revueltas tuvieron lugar en Zinazongwe, a más de 300 km al sur de Lusaka.

“No comprendo por qué hay siempre tensiones entre los inversores chinos y los trabajadores” de la mina de Collum Coal, había declarado hipócritamente el ministro de Trabajo, Fackson Shamenda. ¿De verdad? Aparentemente, el hecho de que sus compatriotas sean explotados y reciban un salario de miseria no le molesta. Sin embargo, el ambiente en esta empresa es especialmente pesado y no lo es desde ayer. En 2010, dos responsables chinos habían sido llevados ante la justicia por tentativa, acusados de haber disparado contra manifestantes, hiriendo a 11 mineros.

Uno puede imaginar fácilmente el escándalo si esos dos responsables hubieran sido occidentales.

Adrien Hart

(Publicado en www.slateafrique.com, 23.10.2012)

Traducción: Ramón Arozarena.

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