Por vías legales de emigración, por Bartolomé Burgos

30/07/2021 | Bitácora africana

Los inmigrantes que continuamente llegan a Europa reclaman la atención sobre el problema de los flujos internacionales de personas.

¿Pueden las ayudas a países de origen reducir la emigración?

Estamos en presencia de un fenómeno que responde a problemas de fondo, no de coyuntura. Los estudios muestran que ni la ayuda ni el desarrollo económico reducirán en el corto/medio plazo dichos flujos desde los países atrasados.

¿Por qué las ayudas y el desarrollo no reducen el flujo?

Son varias las razones. En primer lugar, puede afirmarse que la ayuda al desarrollo por parte de los gobiernos europeos y del conjunto de la UE, durante el periodo 2003-2016, no ha disuadido a los emigrantes de venir a Europa. Incluso, en el caso de los flujos de personas que buscan asilo, no parece haber evidencia entre ayuda y disuasión de la emigración irregular, al menos en el corto plazo.

emigrantes_inmigrantes_migraciones_mar_playa_3_cc0-5.jpg¿Se reducirían a un plazo mayor?

En cambio, en un plazo mayor (12-15 años), se observa que un crecimiento en las ayudas está asociado con una reducción de los flujos. Pero lamentablemente, es un plazo demasiado largo en el que los políticos y los gobiernos no se ven incentivados para hacer un buen uso de los recursos de la ayuda. La “rentabilidad política” es prioritaria y la resolución de los problemas sociales, secundaria.

¿Tendrían menos emigración los países con rentas más altas?

No parece ser así; los países que aumentan sus niveles de renta presentan, mayores tasas migratorias. Esta tendencia parece mostrarse hasta niveles de renta per cápita anual cercanos a los 10.000 dólares. Pero la renta per cápita media del África subsahariana es aproximadamente de 3.500 dólares y a la baja, por los efectos negativos de la pandemia. Las rentas altas no es algo que se aplique a los países del África Subsahariana.

¿Vale entonces la pena ayudar a los países de emigrantes?

Lo dicho no implica que la ayuda a los países de emigrantes haya de suspenderse. La ayuda exterior bien hecha puede mejorar la sanidad y la educación. La ayuda puede también hacer más estables a los países y reducir su vulnerabilidad a los conflictos y a los desastres naturales. Pero de ahí a afirmar que la ayuda detiene la emigración, hay un trecho todavía muy largo que recorrer, como acabamos de ver.

¿Habría que cambiar las políticas de emigración?

Cabría actuar de otro modo. Convendría, primero, reconsiderar propósitos ilusorios como detener la emigración, con barreras a modo de puertas al campo, como hacen el gobierno y la UE. Y, después, debería programarse, esquemas de ayuda a itinerarios legales de emigración. Itinerarios, que son indudablemente más seguros, fiables y predecibles, tanto para los emigrantes como para los países de origen y destino. A fecha de hoy, la UE asigna una parte mínima de los fondos a la promoción de la emigración legal, lo que resulta injustificable por el envejecimiento de la población europea, el declive de la misma y la necesidad de mano de obra.

Bartolomé Burgos

*Nota: Este escrito está basado en un artículo del profesor José María Mella.

Autor

  • Bartolomé Burgos Martínez nació en Totana (Murcia) en 1936. Sacerdote miembro de la Sociedad de Misiones de África (Padres Blancos), es doctor en Filosofía por la Universidad Gregoriana de Roma, 1997. Enseñó filosofía en el Africanum (Logroño), en Dublín y en las ciudades sudanesas de Juba y Jartum. Fue fundador del CIDAF (Centro de Información y Documentación Africana) a finales de los setenta, institución de la que fue director entre 1997 y 2003.

    Llegó a África con 19 años y desde entonces ha vivido o trabajado para África y ha visitado numerosos países africanos. De 2008 a 2011 residió en Kumasi, Ghana, donde fue profesor de filosofía en la Facultad de Filosofía, Sociología y Estudios Religiosos de la Universidad de Kumasi. Actualmente vive en Madrid y es investigador de la Fundación Sur.

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