El uso y abuso de los recursos naturales que hacemos por todo el mundo, sobre todo en el hemisferio norte, más mecanizado y digitalizado, supone un gran riesgo para el futuro del Planeta y de la Humanidad, porque utilizamos en un solo año los recursos disponibles para cuatro. El despilfarro continuo de alimentos y recursos, en los restaurantes y centros de diversión en occidente, es escandaloso.
“El hecho es que el hombre moderno no está preparado para utilizar el poder con acierto, porque el inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores y conciencia” (nº 105 Laudato Si). ”Hay otro problema fundamental: el modo como la humanidad de hecho ha asumido la tecnología y su desarrollo, junto con un paradigma homogéneo y unidimensional. Lo que interesa es extraer todo lo posible de las cosas por la imposición de la mano humana”(nº 196 LS).
En la inauguración del III Congreso Latinoamericano (Bogotá), del Pensamiento Social de la Iglesia para el Desarrollo integral del ser humano, se afirmó el tema principal: El clamor de la tierra, el grito de los pobres y el maltrato de los migrantes fueron el centro del debate.
La política económica mundial debería estar centrada en promover la dignidad e igualdad de todo ser humano y en construir juntos al bien común, trabajando por un desarrollo humano, sostenible y ecológico.
En la actualidad, la economía mundial se basa en la extracción de minerales y recursos naturales, lo cual es una práctica colonial ya experimentada, combinándola con una tendencia desenfrenada del sistema económico a convertir los bienes de la naturaleza en utilidad personal y empresarial.
Junto al cardenal Oscar Madariaga, el cardenal Czerny hizo una llamada al mundo político porque «hay necesidad de reformular la idea misma de progreso y de crecimiento económico, interpelando al mundo político para que se oriente hacia opciones que garanticen una mayor protección del bien común«.
El extractivismo transforma la naturaleza en dinero, alimentando la corrupción y la inestabilidad política para conseguir el máximo beneficio de unos pocos.
Algunos definen el “progreso” y la “modernidad”, como la libertad total para hacer lo que más nos convenga, pero sin responsabilidad hacia los demás, ni ética.
Tratar a los inmigrantes, a los pobres, a las personas indefensas y a la misma tierra con respeto y responsabilidad es necesario para construir juntos un mundo más humano, ecológico, justo y bello.
CIDAF-UCM