Por un despertar vital, en un mundo cegado por las pantallas y los radicalismos, por Lázaro Bustince

3/10/2025 | Bitácora africana, Opinión

 

Con frecuencia nos sentimos invadidos por notificaciones no deseadas que ocupan parte de nuestro tiempo y atención. Esta perturbación primera nos puede llevar al olvido de la crítica, y del inconformismo necesario para comprender implicaciones individuales y comunitarias en toda mejora social, especialmente en los medios de comunicación.

La conexión permanente y la mediación de pantallas sigue siendo uno de los puntos críticos que de manera más intensa están cambiando nuestras formas de relacionarnos y de vivir. Algunas personas se sienten adictas o yonquis. No se resuelve lo que nos inquieta, pero sí se tapa y se aplaza, subiendo las dosis de pastillas, y se agravan las adicciones.

En una época que desestima el pensamiento crítico y esquiva la complejidad y la escucha, hemos naturalizado que el malestar no se trate, sino que se medique, no solo para seguir viviendo, sino para trabajar y seguir dependientes.

Preguntar por la justicia social en este contexto implica preguntar por cómo se relacionan hoy el sujeto con la comunidad, con lo que hacemos y, muy especialmente, con su visión del futuro; por cómo resiste o se acomoda a vivir entre mil pantallas en medio del declive planetario, el ruido y la guerra amplificados, por cómo se asienta en la resignación. Este desaliento juega a favor de un sistema económico que promueve el individualismo y boicotea los vínculos comunitarios y reflexivos.

Pero la pantalla que pretende ser aquí un punto de entrada a la pregunta por la esperanza en nuestra época es también hoy un lugar que permite ver todo al mismo tiempo, un todo donde, curiosamente, el conflicto mueve más audiencia que la bondad y la justicia, donde las personas viven enganchadas a las pantallas y al conflicto presente. Después de siglos protegiendo el ámbito más personal y privado, la intimidad hoy no solo no se protege, sino que busca exhibirse.

La solidaridad o la amabilidad son condiciones que requieren responsabilidad y tiempo. Debemos pasar del mundo de confrontación y victoria, al mundo de cuidado mutuo.

La vida no puede entenderse como una guerra ni una competición. Solo cuando pensamos que algo puede y que algo debe cambiar, el hilo de la esperanza germina. Es entonces cuando, a la conciencia de injusticia, desigualdad o dolor, se le une esa conciencia inconforme que dice: esto puede cambiar y algo tenemos que hacer.

Es en nuestro descubrimiento como comunidad, como nosotros, que advertimos la necesidad solidaria de los otros, precisamente donde la fragilidad requiere comunidad. Es en la vulnerabilidad reconocida donde el sujeto se obliga a apoyarse en los de al lado.

Necesitamos una mirada consciente y realista de la vida de las personas y de su sufrimiento, de la realidad de nuestro planeta, y que nos lanza a buscar justicia. El malestar puede ser bueno si nos lleva al servicio de quien sufre.

La empatía nos ayuda a ubicar la justicia, ya que esta es necesariamente consecuencia de aquella. Del cuidado mutuo nace la justicia.

Lázaro Bustince

CIDAF-UCM

Autor

  • Nacido en Izco (Navarra), en 1942, estudió filosofía en Pamplona (1961-1964). Hizo el noviciado en Gap – Grenoble (1964-1965), con los Misioneros de África (Padres Blancos). Estudió Teología en el instituto M.I.L. de Londres, (1965-1969), siendo ordenado sacerdote en Logroño, en los Padres Blancos en 1969.

    Comenzó su actividad misionera en África en 1969, siendo enviado a la diócesis de Hoima en Uganda, donde estuvo trabajando en la educación, desarrollo y formación de líderes durante nueve años. Luego vivió un periodo de trece años en diversas ciudades europeas, trabajando en la educación y capacitación de los jóvenes (Barcelona 1979-1983)) , en Irlanda como responsable de la formación de los candidatos polacos (1983-1985), y en Polonia donde fue Rector del Primer Ciclo de Filosofía Polaco (1985-1991), y se doctoró en Teología espiritual en Lublin, donde fue nombrado profesor de la misma Universidad Católica de Lublin (KUL), de dicha ciudad, en 1991.

    Regresó a Uganda en 1992, y fue elegido Provincial de los padres Blancos de Uganda hasta 1999. Durante este periodo, fue también presidente de la Asociación de Religiosas-os en Uganda (ARU), y pionero en la construcción del Centro Nacional de Formación Continua (USFC). Además inició la Comisión de Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC) en 1994, trabajando en la formación de líderes en JPIC.

    En 2000 y 2004 cursó estudios sobre educación en Justicia, Paz, y Transformación de Conflictos, en Dublín. Desde su regreso a Uganda, fue pionero en la capacitación de agentes sociales en JPIC, y en el establecimiento del primer Consorcio de Educación Ética (JPIIJPC), lanzado por seis Congregaciones Misioneras, en 2006. Desde el inicio, y hasta junio 2011, ostentó el cargo de primer Director del Instituto. Al mismo tiempo fue profesor invitado de Ética en la Universidad de los Mártires de Uganda (UMU).

    En septiembre de 2011 fue nombrado director general de África Fundación Sur (AFS), organismo que dejó de existir en 2021. En la actualidad sigue trabajando por África al 100 % siendo, entre otras ocupaciones, editorialista en el CIDAF-UCM.

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