¿Por qué no llueve en Nuna?

8/01/2007 | Crónicas y reportajes

Introducción

El pequeño diccionario LAROUSSE define la creencia como “la acción de creer en la verdad o en la posibilidad de algo.” Creencias han existido siempre. En el pasado los habitantes de los pueblos del Numadú creyeron a ojos cerrados en poderes capaces de bloquear el régimen de lluvias al llegar la estación pluviosa, llamada la “invernación”.

A pesar de la influencia de las religiones modernas: Católica, Protestante e Islámica, etc… en la transformación de las mentalidades, estas creencias están tan arraigadas entre las buenas gentes de las aldeas, que son causas de discusiones apasionadas entre las personas de una misma familia y entre los barrios vecinos o entre los pueblos de una misma región.

LA ALDEA EXTENSIÓN NATURAL DE LA FAMILIA

Por su modo de origen y crecimiento, cada aldea parece la extensión de una familia o clan familiar, sus miembros, según una expresión popular, mamaron la misma leche y esto alcanza hasta los hijos y nietos.

En esta región, domina el sistema patriarcal: Cada familia es gobernada de manera monárquica por el varón de más edad. Lo mismo se verifica en las extensiones de cada familia, debido al parentesco de sus miembros.

LA ESTACIÓN DE LAS LLUVIAS

En el Numadú, las lluvias empiezan normalmente a partir de mayo, durante el mes de junio se tornan regulares y permiten a los campesinos comenzar la sementera y demás labores del cultivo.

En cuanto se verifica una perturbación en el ritmo de la frecuencia regular o en la cantidad de agua caída o sencillamente si las lluvias tardan en llegar, los hombres realizan consultas ocultas a los adivinos y hechiceros y según sus respuestas comienzan a acusarse mutuamente de ser los causantes de la perturbación pluviométrica. Puede recaer la acusación en un individuo o en una familia y hasta sobre un pueblo entero. De modo que ciertos acontecimientos y ocurrencias son registrados por los guardianes de las tradiciones y condenados como causantes de la falta de lluvias, lo que supone un castigo divino por alguna falta cometida o costumbre no observada. Citaré algunos casos más característicos:

Caso primero: Entierros que exigen la ofrenda de un sacrificio.
Si en las tierras del Numadu, fallece y es enterrado un jorobado, la Tradición manda que la familia del difunto ofrezca a los ancianos un buey o una cabra negra. Lo mismo acontece, si una mujer muere sin dejar descendencia. Los parientes deben pagar los mismos animales.
Las personas que no cumplen con la costumbre son perseguidas por los ancianos, guardianes de la Tradición, hasta que paguen lo debido.
También, según la tradición, todo bebé que muere no tiene derecho a ser enterrado en un sudario. Si la familia lo entierra envuelto en un sudario debe pagar a los viejos una cabra.

Si una mujer embarazada fallece en la mesa de partos. Para que tenga derecho a un funeral y entierro normales, la familia debe pagar una cabra.

Segundo caso: Adulterio cometido en los campos.

El código tradicional de las costumbres prohíbe, que sea realizado el acto sexual en el campo o en la floresta. Si este supuesto aconteciera, la sanción es muy severa. Los culpables deben entregar al consejo de ancianos dos cabezas de ganado caprino: Un macho y una cabra.

Se considera campo una choza aislada existente en medio de las tierras de labor y también un cercado para guardar animales domésticos o un corral o gallinero. En esos casos, como no estaban en el pueblo, pero tampoco en descampado al aire libre, a veces los culpables escapan ofreciendo solamente un gallo y una gallina.

Pero, si uno de los adúlteros fallece, el traslado del cadáver a su aldea de origen, no se autoriza, si antes la familia del difunto no ha ofrecido una cabra a los guardianes de la Tradición.

ESTAS COSTUMBRES SON MUY RIGUROSAS

Los guardianes de la Tradición atribuyen mucha importancia a la observancia de estas costumbres, que sirven para moralizar a los aldeanos. La inobservancia de las mismas, por parte de jóvenes convertidos a las nuevas religiones modernas, ha originado muchos conflictos generacionales. Según ellos, han comenzado a despreciar esas costumbres, al sentirse liberados por el bautismo de la opresión de los ancianos, que manipulan a las gentes sencillas, para no verse privados de unos buenos pedazos de carne, que alegran sus refecciones. Poco a poco, los convertidos se liberan del miedo de las venganzas de los antepasados y han contribuido a suprimir ciertos aspectos inhumanos y hasta brutales de las costumbres. Por ejemplo: Si la familia no pagaba la cabra a los viejos, el cadáver quedaba sin enterrar o lo embalaban en una colmena silvestre y lo enterraban fuera del territorio del Numadú, como un destierro “post mortem”. Esto con el consentimiento de todas las aldeas circunvecinas.

Cualquier persona podía ser expulsada de su aldea y “desterrada” por haber faltado a las costumbres: Es el caso de las viejas acusadas de brujas o hechiceras y de los niños “devoradores de almas”… Una manera de eliminar a personas indeseables o una forma de vengarse en los padres por agravios recibidos.

CONCLUSIÓN

Esperan las jóvenes generaciones de convertidos a la religión cristiana o islámica, que los viejos vayan perdiendo influencia y evolucionen no exigiendo el cumplimiento de aquellos aspectos inhumanos de las costumbres. Por otro lado, la mentalidad moderna de quienes han frecuentado las escuelas podrá explicar las causas de los fenómenos naturales, la sequía resulta de causas naturales de las perturbaciones climáticas. No hay buscar su origen en la mala voluntad de los hombres, que serían culpables de las catástrofes naturales. Las tradiciones ancestrales deben quedar archivadas en el baúl de los recuerdos del patrimonio cultural pasado. Es cuestión de pasar de una mentalidad mágica, donde todo acontece por causas ocultas a una mentalidad científica conocedora de las leyes de la Naturaleza y de sus perturbaciones.

Antonio Molina

Secretario General de la Fundación Sur

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