Pillaje en el Kivu: Un desbarajuste “organizado”

27/11/2013 | Crónicas y reportajes

Introducción

África, tan fuera de juego en la economía mundializada, es, sin embargo, un continente codiciado por numerosas multinacionales. La R.D. Congo lo es especialmente debido a la abundancia de sus recursos naturales. En 2010, produjo la mitad (el 51%) del cobalto). Las dos provincias del Kivu (Norte y Sur) son las más ricas en tres minerales codiciados: oro, casiterita y coltán, con la particularidad de que en esta región, poco accesible, los yacimientos son vírgenes o mal explotados, frente a los recursos mineros de otras zonas del mundo ya muy agotados. El ministro de minas de la RDC ha declarado que “la explotación hoy no alcanza el 20% de los recursos disponibles”.

Si bien las riquezas de Kivu habían sido objeto de contrabando y tráficos ilegales desde hace tiempo, no cabe duda de que la fecha de 1996 (rebelión de la AFDL, que supuso el derrocamiento de Mubutu en mayo de 1997) marca un giro relevante: está en el origen de los conflictos armados y en la participación de extranjeros – ruandeses y ugandeses – en la explotación ilegal de los recursos congoleños. A partir de la llamada segunda guerra, en 1998, puede calificarse ya dicha explotación de pillaje sistemático por parte de tropas burundesas, ugandeses, ruandesas y/o soldados de la RDC. Se ha utilizado el término “comercialismo militar” para designar la implicación de hombres armados en la explotación de los minerales Las exportaciones ruandesas y ugandeses crecieron repentinamente como consecuencia de la intervención y ocupación militar de estos países. Los ruandeses organizaron con gran eficacia y racionalidad una máquina, el Bureau Congo, encargada de la tarea saqueadora. Según el instituto IPIS, el 70% del pillaje se reinvertía en el esfuerzo de guerra.

El año 2.000, la ONU puso en pie un grupo de expertos que estudiara y reuniera información sobre la explotación ilegal de los recursos naturales y su vinculación con la pervivencia de los conflictos. Al primer informe de 2001 seguirán otros que describieron con detalle las etapas de un saqueo sistemático y la evidencia del lazo de unión entre la explotación ilegal y la financiación de los grupos armados (extranjeros o congoleños) activos en la zona, lo que derivaba en una prolongada duración de los conflictos. Bien es cierto que los analistas evitan considerarla (la explotación) como la única causa u origen de los mismos, ya que existen también raíces étnico-tribales en las tensiones entre comunidades, sobre todo en cuestiones relativas al acceso a la tierra.

A finales de 2002 se firmaron los Acuerdos de Pretoria y se anunció la retirada de todas las tropas extranjeras, pero los expertos anunciaron que los mecanismos de explotación ilegal permanecieron inalterados; la “economía de guerra” producía demasiado como para desprenderse de ella. Los conflictos han perdurado hasta ahora mismo y han encontrado alimento en la riqueza minera del Kivu. Los últimos informes del finales de 2012 del grupo de expertos han seguido mostrando la persistencia del saqueo, si bien han ido evolucionando las formas.

Producción, comercialización y exportación de minerales en el Kivu Norte y Kivu Sur

El código minero de 2002 que regula el sector reconoce tanto la red industrial como la artesanal. En este texto se habla únicamente de la artesanal, que representa cerca del 90% de la producción, aunque desde 2002 está emergiendo el sector industrial como consecuencia del proceso de liberalización y la entrada de sociedades privadas transnacionales que operan solas o en consorcio con sociedades públicas congoleñas.

Prospección y extracción

En la red artesanal, los actores principales son pequeños mineros/excavadores -«creuseurs» – que trabajan en condiciones extremadamente difíciles en cuanto a seguridad, pero para los que la explotación minera sigue siendo la principal fuente de rentas. A pesar de las condiciones tan precarias, los «creuseurs» son reconocidos oficialmente, siempre que posean un carné acreditativa. No todos lo poseen, por lo que muchos trabajan clandestinamente. Si bien la existencia de los excavadores es legal, no todas las actividades a las que se dedican lo son, y es aquí donde surgen los primeros elementos de pillaje, por ejemplo, cuando al vender su producción declaran cifras inferiores a la realidad.

Los «creuseurs» cohabitan y están en contacto con otros actores, concretamente con los grupos armados, que se han instalado sobre todo en zonas mineras. Igual que estos grupos rebeldes, algunos elementos de las FARDC (ejército congoleño) intervienen en el comercio de minerales, controlan los emplazamientos y cobran tasas ilegales. Tanto unos como otros, todos ellos con armas, se encuentran implicados de manera ilegal en la extracción de minerales y tienen un poder real en su explotación: encuadran a los «creuseurs» y supervisan su producción.

En septiembre de 2010 se suspendieron las actividades de la minería artesanal en los dos Kivu y en Maniema con el objetivo de frenar y dificultar la financiación de los grupos armados, pero el resultado fue que la medida reforzó la militarización de las zonas mineras. Los « creuseurs », cuya actividad quedó prohibida, se pusieron de acuerdo con los hombres en armas. Unos y otros necesitan explotar las minas para sobrevivir; se produce una dependencia mutua: los armados dependen de la población local para extraer el mineral, que financia su existencia, y la población depende de estos grupos armados, que la protege.

El cuadro adjunto ofrece unas cifras sobre la producción de oro, casiterita y coltán en toda la RDC, aunque la fiabilidad de las cifras publicadas es discutible. Existen múltiples organismos que intervienen tanto en la producción como en la exportación y no siempre cooperan entre ellos. Se constatan deficiencias en la elaboración de los datos, fraudes en la declaración de exportaciones y falsificaciones de documentos. Por otra parte, el contrabando falsea igualmente las cifras. El Banco mundial constató en 2005 que el gobierno había declarado 27 millones de dólares generados por el comercio de minerales, cuando se calcula que el sector podría genera casi 200 millones.

Cuadro 1. Producción minera de la RDC (oro, casiterita y coltán)
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Comercialización y exportación

La comercialización pasa mayoritariamente por la vía de factorías (“comptoirs”) acreditadas, situadas en Goma, Bukavu, Uvira, Beni y Butembo. Son establecimientos que constituyen un punto central en la cadena de comercialización de minerales. Los primeros en intervenir en esta cadena son los vendedores, situados cerca de las minas. Las factorías no compran directamente a los vendedores, sino que existen negociantes intermediarios que deben poseer un carné que les autorice a ejercer como tales. Se ubican en la zona minera, a poder ser cerca de una pista de aterrizaje-despegue de aviones. Los minerales son transportados a las grandes factorías o centros de compra y solamente las muy grandes están habilitadas para exportarlos hacia las capitales de países vecinos. Este es el esquema legal y oficial:

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Pero, este esquema no es respetado. El fraude puede ser de tal amplitud que entre los volúmenes declarados inicialmente en la mina y los declarados en el momento de la exportación puede haber una evaporación de hasta el 80% de una producción. Algunos negociantes no pasan por los centros de compra (“comptoirs”) y venden directamente su mercancía a Kigali (Ruanda), en colaboración con grupos armados que los protegen. Aunque a veces se pone en evidencia que el acceso a los minerales congoleños es relativamente fácil, esto es, que son fácilmente saqueables, es evidente que el pillaje a gran escala no puede hacerse sin protección armada.

Por lo tanto, los grupos armados están presentes también en la etapa de la comercialización. Global Witness, lo confirmó en marzo de 2013 tras una investigación sobre el terreno: los grupos armados y altos oficiales del ejército seguían sacando provecho de la producción y comercialización de minerales (en el caso estudiado, del oro). Por otra parte, además de los servicios de protección los grupos armados tienen sus propias redes de comercialización-exportación, con las que logran importantes ganancias.

La exportación representa la última etapa. La producción minera proveniente de Kivu es exportada hacia Mombasa y Dar es Salaam, y luego parte hacia Europa, América del Norte, Asia, Medio Oriente.

El contrabando: el caso de Ruanda

Ruanda es casi un paso obligado para las exportaciones de minerales del Kivu antes de que lleguen al mercado mundial. Pero, más que una etapa, Ruanda es reconocido como una verdadera plataforma del contrabando de minerales congoleños. En 2008 Global Witness estimaba que en 2008 solo un tercio de los minerales del Kivu era exportado legalmente, el resto era enviado directamente a Ruanda. A pesar de los desmentidos de Kigali, el grupo de expertos de la ONU ha constatado que en 2012, el contrabando de minerales entre la RDC y Ruanda proseguía con nuevas redes. La producción minera del Congo permite que Ruanda aumente sus exportaciones de minerales, lo que mejora su balanza comercial y alimenta el presupuesto, concretamente el militar. Global Witness ha podido demostrar la incoherencia entre los datos de la producción de minerales de Ruanda y los datos de sus exportaciones; en 2005 constató la diferencia de 1.800 toneladas entre la producción y la exportación; 1.800 toneladas no producidas por Ruanda y « probablemente » provenientes de la RDC. Algunos testimonios apuntan a que el 80% de la declarada producción ruandesa de minerales sería en realidad congoleña. Más allá de los porcentajes, es evidente que la aportación congoleña representa un considerable beneficio para Ruanda: en 2011, según el banco central ruandés el sector minero fue la primera fuente de la entrada de dinero.

Cuadro 2. Exportación ruandesa de minerales (2007-2011)
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Si se comparan el cuadro 1 y 2, se constata que la exportación ruandesa está íntimamente ligada a la producción congoleña.

Cuadro 3. Exportación ruandesa de coltán (2007-2011)
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El gráfico siguiente muestra la correlación entre las cifras de producción congoleña de coltán (cuadro 1) y las de las exportaciones ruandesas de coltán (cuadro 3).

Gráfico 1. Producción congoleña y exportaciones ruandesas de coltán en toneladas (2008-2011)
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Las tasas formales e informales

Los recursos mineros del Kivu representan una riqueza considerable, pero su extracción y exportación privan al país de bienes no renovables, esto es, significan una pérdida. Un modo de compensarla es la imposición por parte de la administración, nacional, regional, local, de tasas o impuestos diversos directos y/o indirectos en cada una de las etapas (derechos superficiales, explotación, comercialización, exportación, etc.), lo que significa una importante fuente de ingresos para el Estado.

Pero, como puede deducirse de lo señalado anteriormente, las prácticas fraudulentas para evitar esas tasas formales oficiales son numerosas; existen otras tasas calificadas de informales que escapan al marco regulador del Estado. Las tasas informales pueden incluso ser más elevadas que las formales/legales. La propia administración pública participa en este pillaje; por ejemplo, se constata que el 50% de las exportaciones no es registrado por los funcionarios y los impuestos correspondientes no van a parar a los fondos públicos y desaparecen en otros bolsillos. La administración no es la única que recurre a estas prácticas. Los grupos armados, que actúan cerca de las fronteras o a lo largo de las vías de comunicación, recurren igualmente a ellas.

Trazabilidad, certificación y deber de diligencia

Se han ido tomando algunas iniciativas para poner fin al comercio «de minerales del conflicto», buscando una mayor transparencia y, sobre todo, tratando de evitar que los conflictos se alimenten gracias al comercio ilícito de las riquezas naturales. Se trataría de evitar la venta en el mercado internacional de materias primas de minerales sospechosos, adoptando medidas para certificar su origen y el recorrido que han seguido (trazabilidad, certificación). La ONU y la OCDE imponen a las empresas importadoras el deber de velar, de controlar la cadena de aprovisionamiento de los minerales que provienen de zonas de conflictos, a fin de no contribuir a la perpetuación de los mismos.

La introducción de estas medidas ha implicado una caída de las exportaciones provenientes del este de la RDC con relación al estaño, tantalio y tungsteno, pero, al mismo tiempo, ha hecho que aumente el contrabando hacia Ruanda y Burundi. Así lo ha constatado un grupo de expertos: «Mientras la producción de estaño ha disminuido en los Kivu, la de tantalio y tungsteno prosigue a pesar de la certificación exigida por la comunidad internacional, ya que esos dos productos son más fáciles de exportar por la vía del contrabando. Las exportaciones ruandesas de tantalio y tungsteno han progresado en 2012».

Como se sabe, en julio de 2010, el gobierno norteamericano había votado una ley (Dodd-Frank Wall Street Reform and Consumer Protection Act) que reclamaba de las compañías implicadas en el comercio de minerales en RDC una especial vigilancia de la cadena de aprovisionamiento de los productos. Sin embargo, a pesar de este tipo de iniciativas en favor de una mayor transparencia en el comercio de minerales provenientes del este del Congo, el pillaje y los conflictos han seguido siendo una realidad.

Breves reflexiones finales:

1) El saqueo de las riquezas naturales del Congo, concretamente del Kivu, sólo ha sido y es posible por la complicidad y connivencia de intereses geopolíticos y económicos, en los que están involucrados la llamada comunidad internacional y las sociedades transnacionales.

2) El pillaje de los recursos naturales del Congo ha sido un determinante claro de los conflictos armados que han asolado el este de la RDC, causando crímenes de guerra y contra la humanidad, desplazamientos masivos de poblaciones, violaciones de mujeres como arma de guerra. El apoyo constante a lo largo de los últimos 15 años de los Estados Unidos y de Gran Bretaña en especial a los regímenes de Uganda y Ruanda, principales responsables extranjeros del expolio y de la desestabilización del Kivu, los hace corresponsables del martirio sufrido por la población kivuciana.

3) La victoria de las fuerzas armadas congoleñas, las FARDC, sobre el más poderoso grupo rebelde apoyado por Ruanda y Uganda, el M23, abre una etapa esperanzadora de una posible pacificación y reconstrucción física y moral del Kivu. Muchos grupos armados han decidido rendirse, desaparecer en cuanto tales y participar en un proceso de reintegración en la sociedad. Queda, sin embargo, un intrincado camino por recorrer. El desmantelamiento de las enmarañadas redes ilegales de explotación, comercialización y exportación de las riquezas minerales del Kivu, que se han descrito en este texto, no será tarea fácil.

Ramón Arozarena

Nota del autor: Este texto es sustancialmente un breve y parcial resumen del ensayo del investigador de la Universidad de Lieja (Bélgica) Autrey Weerts, publicado en: L’AFRIQUE DES GRANDS LACS, Annuaire 2012-2013, Centre d’étude de la Région des Grands Lacs d’Áfrique, Anvers, Éditions l’Harmattan, páginas 171-192, con el título “Ressouces naturelles au Kivu: vers l’institutionnalisation du pillage?”.

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