La población de Goma ha aumentado en los últimos días a medida que la gente llega en motocicleta y a pie huyendo del avance de los combatientes. Esta importante ciudad de la región, con alrededor de dos millones de habitantes, lleva varios días aislada de las granjas que la alimentan.
A los casi siete millones de ciudadanos que se han visto obligados a abandonar sus hogares en el país debido a los múltiples conflictos, se están sumado decenas de miles.
Los rebeldes del movimiento M23, liderado por la etnia tutsi, están bloqueando las dos carreteras principales que llegan a Goma desde el norte y el oeste e impidiendo el paso de los productos agrícolas.
Laurent Cresci, del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), declaró a la BBC desde el Hospital Estatal Bethsaida, en Goma, que el número de pacientes había aumentado la pasada semana: «Estábamos ante 80 pacientes en nuestra sala y ahora tenemos 130 pacientes, por lo que es muy difícil de manejar«.
A medida que el conflicto se acerca, trae recuerdos de 2012, cuando los rebeldes ocuparon la ciudad junto al lago durante 10 días antes de abandonarla tras la presión internacional.
«Todos sabemos que la razón de esta guerra es económica. Ruanda continúa… durante los últimos 25 años… saqueando nuestros recursos minerales«, dijo a la BBC el ministro de Comunicaciones congoleño, Patrick Muyaya, instando al Reino Unido a utilizar su influencia sobre Ruanda para aliviar la situación. Ahora se teme que el M23 -con diferencia el más organizado, disciplinado y mejor equipado de los muchos grupos de milicias de la región- pueda capturar Goma una vez más.
El presidente congoleño recientemente reelegido, Félix Tshisekedi, dijo el año pasado que «los congoleños deben aprender a confiar en nosotros, Goma nunca caerá«.
Al estar al alcance de las principales ciudades mineras que suministran metales y minerales de gran demanda, como oro, estaño y coltán, Goma se ha convertido en un centro económico vital. Sus conexiones de transporte por carretera y aire, y el hecho de que tenga una enorme base de mantenimiento de la paz de la ONU, han atraído a una gran cantidad de empresas, organizaciones internacionales y consulados diplomáticos.
El presidente Tshisekedi ha dicho que las conversaciones están «fuera de toda posibilidad«. «Una cosa debe quedar clara es que nosotros, como gobierno, nunca negociaremos con el M23. Es Ruanda actuando con su títere«, dijo su ministro de Comunicaciones a la BBC.
El año pasado, una fuerza de África Oriental, que estaba en la República Democrática del Congo para ayudar a proteger a los civiles y asegurar áreas de las que se habían retirado los grupos armados, abandonó el país a petición del gobierno. El presidente Tshisekedi espera ahora que una fuerza del sur de África, que llegó recientemente en su lugar, tenga más éxito, ya que tiene el mandato de atacar a los grupos rebeldes.
Pero existe la preocupación de que el conflicto pueda empeorar aún más después de que el presidente congoleño amenazara en diciembre con declarar la guerra a Ruanda si los rebeldes atacan nuevamente. En una aparente respuesta a las declaraciones, el presidente de Ruanda, Paul Kagame, dijo en enero que al defender a su país «lucharemos como personas que no tienen nada que perder«.
Por su parte, Natàlia Torrent, de Médicos Sin Fronteras (MSF), ha alertado de que la intensificación de los combates en «diferentes zonas y en diferentes frentes» desde mediados de enero, lo está teniendo un efecto devastador en una población ya de por sí vulnerable.
Lázaro Bustince
CIDAF-UCM