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Inicio > REVISTA > Opinión > ![]() ![]() Marc Wegerif Realiza estudios postdoctorales en el Programa de Economía Humana de la Universidad de Pretoria, Sudáfrica. Ha trabajado en temas de desarrollo en una gran variedad de organizaciones durante aproximadamente 30 años. Se ha focalizado en los problemas de la tierra y la reforma agraria durante más de 20 años. Tiene un doctorado en sociología por la Universidad de Wageningen. Su investigación se centró en el sistema alimentario que alimenta a la ciudad grande y de rápido crecimiento de Dar es Salaam. Ha realizado un máster (cum laude) en Estudios Agrarios y Tierra por la Universidad del Cabo Occidental. Sus intereses de investigación actuales se centran en los medios simbióticos y no corporativos de producción y distribución de alimentos que existen en el África Austral, con un enfoque especial en Tanzania y Sudáfrica. @MarcWegerif Contacto: marc.wegerif@up.ac.za. Otra oportunidad perdida para un cambio agrario significativo en Sudáfrica
10/01/2020 - El informe del Panel Asesor del Presidente de Sudáfrica sobre reforma agraria y agricultura fue publicado el 28 de julio de 2019 y está siendo revisado por el gabinete. La pregunta importante es sobre si este informe ofrece una visión y recomendaciones que pueden abordar el problema de la tierra en Sudáfrica. Quizás la declaración más reveladora aparece en la página 93, donde reconocen que: "El panel no se ha puesto de acuerdo sobre cuál debería ser la visión para una reforma agraria transformadora". La reforma agraria es la más amplia reforma económica y social de la sociedad rural y la agricultura de la que la reforma sobre la tierra es una parte importante. Hay evidencia abundante y desde hace tiempo de que las reformas sobre la tierra con éxito (aquellas que mejoran la producción y la vida de la población rural en situación de pobreza) son parte de programas más amplios de cambio agrario y rural, que incluyen garantizar el acceso a tecnología apropiada, servicios de apoyo, acceso al mercado para pequeños agricultores e intervenciones más allá de la agricultura, como la mejora de los servicios rurales de salud y educación. Las pocas menciones sobre reforma agraria en el documento son una interpretación limitada que no aborda los muy necesarios cambios sociales o el más amplio sistema de agricultura y alimentación. Sin una visión sobre qué tipo de agricultura, qué tipo de sistema alimentario y qué tipo de sociedad rural estamos construyendo, es difícil entender qué da sentido a las sugerencias en el informe. De hecho, lo que uno encuentra son limitadas y, en algunos casos, contradictorias recomendaciones basadas en un reducido análisis de la situación actual en Sudáfrica y cómo fue creada. La sección de contexto histórico del informe ofrece una visión general de la conquista y el despojo de tierras hasta 1913. Extrañamente, no dice nada de lo acontecido después de 1913 y, por lo tanto, del despojo de tierras de la era del apartheid. Tampoco dice nada sobre la manera en que se destruyó una forma particular de agricultura y se construyó otra forma, no solo a través de la destrucción de granjas africanas y de las redes comerciales africanas, sino también con una amplia gama de intervenciones para apoyar y garantizar el éxito de los agricultores blancos utilizando agricultura a gran escala y de alto input externo. De ello se deduce que tampoco hay recomendaciones sobre cómo debe ser cambiado ese sector.
El enfoque en el informe deja sin cambio el núcleo de la agricultura comercial de propiedad mayoritariamente blanca e impulsa ese modelo de agricultura hacia nuevos agricultores que obtienen tierras mediante reformas. Existen, por ejemplo, propuestas para la participación de los "agronegociantes, específicamente los proveedores de abonos" en la "capacitación y tutoría de los nuevos agricultores". Esto solo promovería la agricultura que utiliza los abonos y medios de estas compañías y la continuación del mismo modelo de cultivos que ahora solo funciona para una pequeña minoría. Del mismo modo, las propuestas de alianzas público-privadas y la "voluntaria contribución" (a cambio de incentivos) de tierra por parte de agricultores comerciales y otros propietarios de tierras, los pondrán en condiciones de establecer el ritmo y el tipo de reformas. El informe afirma que "el sector de agricultura comercial a gran escala... ha sido un sector de alto rendimiento en los últimos 20 años, aunque todos los programas y políticas que le proporcionaron beneficios especiales han sido abolidos". Esto es engañoso en muchas maneras. Primero, las protecciones para ese modelo permanecen vigentes, incluida tanto la legislación como la subdivisión de la ley de tierras agrícolas. En segundo lugar, existe un bloqueo ya que la escala de comerciantes, procesadores y minoristas y sus relaciones desde hace largo tiempo con los grandes agricultores particulares se mantienen y favorecen a los grandes agricultores. Tercero, la larga historia de apoyo a ese modelo de agricultura colocó a estas granjas en la posición privilegiada en la que se encontraban para aprovechar las oportunidades de mercado que surgieron con la liberalización económica. Probablemente más importante, sin embargo, es la pregunta sobre qué se entiende por "alto rendimiento" y ¿quién se beneficia? Sí, algunas grandes granjas e inversores en agronegocios se están beneficiando, en particular del aumento de exportaciones de cultivos de alto valor, pero muchos otros agricultores comerciales en Sudáfrica se han ido a la quiebra o están luchando por sobrevivir. El espacio para que los nuevos agricultores de menor escala tengan éxito es casi inexistente. Los trabajadores son los más afectados por la mayor presión para obtener ganancias en un mercado globalizado, con solo una minoría muy pequeña de trabajadores con condiciones de trabajo y de vida razonables, mientras que la mayoría enfrenta salarios precarios y pobreza que dejan, incluso a quienes trabajan duro, sin capacidad de procurarse una dieta equilibrada para ellos mismos y sus familias. Los hijos de trabajadores agrícolas son algunos de los más vulnerables a la inseguridad alimentaria en un país donde cerca de uno de cada cuatro niños sufre retraso en el crecimiento debido a la mala nutrición. La discusión sobre modelos agrícolas aborda solamente las formas de propiedad y la escala de la granja. Ignoran por completo las importantes diferencias en los modelos reales de producción que, independientemente de la propiedad y la escala, pueden variar desde las granjas familiares agroecológicas que venden en mercados locales hasta las operaciones de insumos externos que dependen totalmente de cadenas corporativas de suministro y mercados globales. La evaluación del éxito de los modelos se centró, también, solamente en la viabilidad a nivel de granja, sin prestar atención a las preguntas realmente importantes sobre qué modelos funcionan mejor para la sociedad y el medio ambiente en el contexto de los graves desafíos de pobreza y desigualdad junto con los cambios climáticos y la destrucción ecológica. Hay algunos puntos positivos en el informe sobre los que se debería actuar, como los llamamientos a: apoyar a los pequeños agricultores, a los servicios y programas de extensión para promover la agroecología y el claro llamamiento al Presidente para que promulgue la Ley de la Subdivisión of Agricultural Land Act 64 de 1998, que derogaría la ley existente y facilitaría a los nuevos agricultores el acceso a parcelas más pequeñas de tierras aptas para la agricultura. Pero hay pocas novedades en esto, ya que el parlamento aprobó la nueva ley de subdivisión hace 21 años. La falta de acuerdo sobre qué tipo de sector agrícola y alimentario se necesita en Sudáfrica refleja en parte la falta de imaginación sobre la posibilidad de un futuro diferente más allá del creado por el sistema colonial y del apartheid y ahora el sistema agri-food controlado por corporaciones. Se debe también a que el tema es muy controvertido y aquellos que se benefician y tienen poder en el sistema actual están comprometidos a preservarlo y extenderlo para su beneficio. Los que defienden tales intereses estuvieron bien representados en el Panel Asesor con la inclusión, entre otros, de Dan Kriek, el presidente de AgriSA, y Wandile Sihlobo, que trabaja para Agbiz. AgriSA representa los más grandes agricultores comerciales del país y Agbiz la mayoría de los más grandes actores corporativos en el sector agroalimentario, como ABSA, Afgri y Tiger Brands. Como Agbiz dice en su web: "Una de las funciones principales de Agbiz es representar los intereses de sus miembros en lo referente a asuntos de políticas y legislación" y se enorgullecen de decir: "A través de su participación directa, Agbiz puede influenciar a los diseñadores de políticas al más alto nivel”. Los trabajadores agrícolas y las personas sin tierra no estaban representados en el panel. Marc Wegerif Fuente: Pambazuka [Traducción, Jesús Esteibarlanda][Fundación Sur]
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