Ondjaki: “Es el momento de luchar por la libertad de escuchar”, por Afribuku

28/06/2013 | Bitácora africana

Autora: Sandra Quiroz

Ondjaki (Angola, 1977). Es un escritor y poeta. Ndalu de Almeida utiliza el seudónimo ‘Ondjaki’ que significa guerrero en lengua umbundu. Representante de una nueva generación de jóvenes escritores angoleños, lo que le hace diferente de sus antecesores son sus novelas que mezclan realidad y ficción, ironía y drama al tiempo que historias sobre la vida cotidiana y las personas.

Su formación en Sociología le ha dado una visión diferente sobre la realidad social que queda reflejada en sus libros y poemas. Creativo e inquieto además de narrador y poeta Ondjaki también escribe textos para el cine y ha correalizado un documental sobre su ciudad natal llamado Ojalá crezcan pitangas – Historias de Luanda.

Ondjaki es miembro de la Unión de Escritores Angoleños y ha sido reconocido con varios premios literarios como el Antonio Paulouro en Portugal y el Sagrada Esperança en Angola por su libro de relatos Y Si Mañana el Miedo. Por otro libro de cuentos, Los de mi Calle, recibió en el 2007 el Camilo Castelo Branco, de la Asociación Portuguesa de Escritores. Como poeta obtuvo una mención honorífica en el certamen Antonio Jacinto, de Angola, por su poemario Acto Sanguíneo. Sus novelas Buenos Días Camaradas y Cuántas Madrugadas tiene la Noche han sido traducidas al español, italiano, francés, inglés, alemán y chino.

El angoleño ha participado en el Encuentro de Literatura y Pensamiento del Sur de África organizada por la Fundación Calouste Gulbenkian en Lisboa a lado de otros escritores como Ivan Vladislavic de Sudáfrica, Harry Garuba de Nigeria, Peter Kagayi de Uganda, Tj Dema de Botsuana o João Paulo Borges Coelho de Mozambique. En este encuentro se han abordado cuestiones relativas a las narrativas creadas sobre África y los africanos. Afribuku ha querido conocer más al autor y conversar sobre su trabajo y su experiencia en este espacio literario creado para fomentar el debate público en torno a temas culturales, políticos y artísticos de esta región.

Por qué escribes?

Quizá sea verdad que un escritor escribe porque necesita o porque desea. Quizás, pero sólo quizás sea por algo menor o mayor. Todavía pienso que es un misterio. Tal vez estemos convencidos de que ya sabemos la razón… la razón de escribir pero creo que es bueno que eso siga siendo un misterio. Mientras tanto, yo a veces escribo porque necesito contar algo o porque necesito liberarme de una historia.

¿Cómo nace en usted el gusto por las letras?

No lo sé decir. Fue poco a poco con historias, cuentos. Leer y apreciar lo que leía me fue acercando a las gusto por la escritura. Eso fue al principio y creo que después me volví adicto a escribir. Sabes, hay una pequeña e íntima adicción a este oficio. Hay días en que no se consigue escribir nada y otros días en los que es imposible resistirse a las ganas de escribir. Obviamente, hay días en los que salen mejores cosas y días en los que no.

¿De dónde salen las ideas?

¿De un sueño? ¿Del pasado? ¿De algo que deseamos? ¿De lo que mezclamos? ¿De lo que queremos ver escrito porque nunca lo veremos en la vida real? ¿Para matar uno o dos fantasmas de los treinta y tantos que nos habitan? ¿Para inventarnos nuevos fantasmas? ¿Por qué no sabemos lidiar con la vida real y queremos una vida donde las cosas sean más locas y bellas? ¿Por qué en el mundo de la escritura finalmente podemos jugar a controlarlo todo? ¿Será así?

¿A qué atribuye el éxito de sus obras?

¿Pero qué es el éxito? Tengo varias cosas publicadas y a veces parecen ser un número significativo, pero apenas son un número. La literatura se mide por la calidad. Yo sólo estoy ensayando. No sé donde podré llegar ni si llegaré. Sinceramente, no es el éxito lo que me preocupa. Es una especie de sensación metafísica de haber acertado. “Acertar” no es escribir el mejor libro del mundo o el que venda más. “Acertar” es tener un día la sensación de que se contó una “historia correcta”. El ritmo, el equilibrio de las fuerzas, el esfuerzo, el estilo, la congruencia, el talento y la sencillez. Todo eso al mismo tiempo. Imagina algo equivalente al movimiento de un bailarín. Un movimiento y una noche. Debe haber una noche en que el bailarín o bailarina pueda decir: “Hoy encontré mi movimiento. El movimiento que buscaba, sin exagerar, estaba allí. Lo vi, lo viví“. Ese encuentro debe ser muy raro. Pero podemos siempre soñar que un día será posible encontrar eso y yo sueño con eso pero pocas veces. Sólo sueño pocas veces.

Empezaste a escribir poesía, ¿cómo fue tu vínculo inicial con ese género?

La poesía es una de las cosas más difíciles de explicar. Corro el riesgo de parecer un idiota al decir esto pero no me importa. Yo entiendo poco sobre la poesía que leo o que escribo. Me gusta ese “desentender”. Por lo tanto fue una sorpresa que me gustara cuando apareció mi vínculo inicial con la poesía. No recuerdo bien qué poemas leí al principio pero me acuerdo de algunas cosas, entre ellas las poesías de Brecht. Sabes, aquella poesía era muy sutil, muy bien hecha, muy bien escrita pero me sonaba algo fría. Maquinal, inteligente sí, pero no me emocionaba. Y cuando finalmente encontraba un poema que me emocionaba, claro que me quedaba fascinado. Tal vez fuese (y todavía sea) esa persona que necesita mucho de algo que no tiene explicación y me pueda emocionar. Estoy cansado de mi lado que piensa. Estoy cansado de mi cabeza racional. Quiero estar tirado en la yerba o en una montaña o emborrachado de sueño y leer un poema que me emocione aunque no lo entienda. Quiero leer a Neruda y emocionarme, quiero leer a Ana Paula Tavares y emocionarme, quiero leer a Manoel de Barros, Sophia de Mello Breyner… y emocionarme porque leer o releer a estas personas me emociona, me hacen recordar aquellos tiempos donde encontré la emoción de la poesía pura. Todavía hoy tengo este ritual: el de buscar poesía que actúe más sobre mi emoción o sensibilidad que sobre mi racionalidad. Quiero que la racionalidad, digamos, esa racionalidad exagerada, pesada, destructiva, fría ¡qué le den! (Risas). Estoy bromeando… pero lo digo en serio también.

¿Es necesario tener cierta edad para que el novelista pueda describir sus propias experiencias o inquietudes?

Creo que no. Hay cosas que han de vivirse con la edad sin duda, pero en este oficio creo que viene sobre todo del interior. Eso tiene que ver poco con la edad aunque el tiempo cambie la escritura. Ahora bien, quizá haya un tiempo interior, un tiempo más duro, a veces menos blando que puede traer alguna que otra estructura a la escritura. Pero no se trata propiamente del tiempo cronológico de la vida humana, sería quizá un tiempo del interior.

¿Dónde vives ahora?

Ahora vivo en Río de Janeiro. Mi cuerpo vive exactamente en un barrio de Río que yo llamo el “reino de las Laranjeiras”. A veces tengo mi corazón en Luanda, en la que existe ahora y en la que ya no existe. A veces tengo el corazón más al sur, al sur de Angola, entre Lubango y Huambo. En ocasiones, tengo el corazón en una tarde de calor, brillante y de verano en Lisboa. Sufro claro, porque me pasa en muchos lugares al mismo tiempo y, muchas, pero muchas veces no sé encontrar el lugar que mi cuerpo habita y el lugar donde está mi alma. Hay días en que estoy en paz con el lugar en el que estoy. Hay días que parezco un tejido todo rasgado. En fin, somos un poco como diría Raúl Sexias, “metamorfosis ambulantes”. Lo único que es valioso es que nos netretengamos todos los días para saber lidiar con eso. Lidio mal con esos fragmentos de mí que a veces no quieren estar todos en el mismo lugar. Un secreto: eso puede ser bueno para escribir pero es muy delicado para el ser humano que habita en mí, que soy, que se relaciona con los otros.

¿Cuál es su personaje de novela favorito?

De los libros que leo hay un personaje de una obra de teatro de Dias Gomes que se llama Odorico. Ese hombre me impresiona bastante y hasta lo asocio con la imagen que se creó de él para una serie de televisión brasileña sobre esta obra. Esta serie se emitió en Angola y Odorico es un personaje muy querido por los angoleños. Yo tengo con algunos de esos personajes una relación enfermiza. Sueño con ellos, me los imagino diciendo cosas y haciendo cosas que no han ocurrido. Por otro lado, creo que Sancho Panza es otro gran personaje y también el personaje Camila Sagastume conocida como “la elefanta”, un personaje discreto del libro Cien Años de Soledad de García Márquez.

¿Tus personajes tienen algo, poco, mucho o nada de ti?

Creo que sí tienen algo, mucho o poco no lo sé bien. A veces los personajes son también “metamorfosis ambulantes”.

¿Cómo surgió su primera novela Buenos días camaradas?

Surgió a través de una mentira. Mentí a un editor angoleño, le dije que estaba escribiendo un libro autobiográfico que tenía que ver con la independencia de Angola. Él entonces me dijo “envíamelo en dos meses”, me fui a casa en ese momento y comencé a escribir el libro. No sabía nada pero coordinando las memorias históricas con las memorias afectivas, descubrí el libro. La historia existía claro y era yo el que no lo sabía. Es un libro muy especial para mí porque recuerda a los profesores cubanos de mi niñez desde una perspectiva afectiva y porque fue una obra escrita instintivamente. No tuve tiempo para pensar, simplemente escribí.

¿Influyen las creencias políticas, sociales y filosóficas en el éxito o fracaso de su obra?

No lo creo…

En tus libros (como en Abuela diecinueve y el secreto del soviético o Buenos días camaradas) dedicas muchos pasajes a la presencia cubana y rusa en Angola, ¿cómo fue tu relación con la cultura cubana y rusa?

Con la cultura rusa tuve poco contacto. Lo que pasó con los cubanos fue que en los años 80, tuvimos muchos profesores cubanos que eran militares y nos daban clase. He tenido siempre la suerte de ser alumno de buenos profesores cubanos. Gente humana, competente, preparadísima pedagógicamente y también cariñosa y divertida. Nosotros adorábamos a nuestros profesores cubanos. En algunos de mis libros, cuyo enfoque son los años 80, es normal que estén presentes. Y por otro lado, claro que son personajes que me permiten describir cosas y relaciones que sólo se entienden si hablamos de la presencia de fuerzas internacionales en Angola. Pero debo decirte que el modo en el que los cubanos aparecieron (y todavía van a aparecer más) en mis libros, deriva del afecto que les tengo. Eso es algo personal.

En tus obras “reinventas el lenguaje angoleño” ajeno al patrón lusófono como por ejemplo con el uso de expresiones del quimbundo, ¿cómo defines tú lenguaje?

No lo defino, en serio. No quiero definir “mi lenguaje”. Creo que hay libros donde hago algún experimento (corto) con las palabras y es sólo eso. Otras veces uso expresiones o frases en lenguas nacionales angoleñas y es un recurso que prácticamente todos utilizan. Eso resulta “exótico” en Brasil o Portugal. En Angola como puedes imaginar, es algo absolutamente normal.

¿Qué significa la palabra para ti?

Con el paso del tiempo, creo que estoy volviendo a aprender a definir la palabra “palabra”. Antiguamente era muy misteriosa, en los tiempos de colegio. Después hubo un tiempo en que la vi como una forma seria que los otros manejaban hábilmente. Más tarde descubrí la sombra de la palabra y todavía estoy descubriéndola… pero hay tiempo. Esta pregunta me hace recordar un verso de Manoel de Barros: “la palabra me abrió su manto”. Para mí, la palabra todavía no me ha abierto su manto y uno se dice que quien sabe, tal vez…
Representa a la nueva generación de escritores angoleños, ¿qué crees que te diferencia de los otros escritores?

No te sé decir. ¡Espero que alguna cosa nos diferencie a un escritor de otro!

¿Hacia dónde va la literatura angoleña de hoy en día?

Nombres como Ruy Duarte de Carvalho, Luandino Vieira y Ana Paula Tavares pueden ir muy lejos…

¿Cómo evalúas el espacio literario de tú generación en Angola?

No quiero hablar sobre eso, me deja triste ver el vacío en el que nos encontramos pero creo que un día las cosas han de mejorar.

¿Cuál es el papel del escritor en la realidad social angoleña?

No lo sé. No sé qué responder a esto con exactitud, cada uno tendrá que descubrir o decidir su camino. Hay una realidad muy complicada y por lo tanto las dudas que existen en cada uno de nosotros no son iguales.

¿Qué papel juega la crítica en Angola?

Absolutamente ninguno.

¿Por qué crees que los críticos literarios tienen la manía de clasificar y etiquetar autores?

Creo que forma parte de su trabajo.

¿Qué lecturas le causan más placer?

Cuentos y la poesía. Algunas veces una buena novela pero hay cuentos que son simplemente maravillosos. Y hay poemas que nos dejan en estado de delicioso silencio. Ese es el poder de la palabra.

¿Hace daño el culto al escritor?

Esos cultos vacíos y medio idiotas no tienen ningún sentido. Cuando más pronto se entienda mejor.

¿Cuál es su principal aspiración como escritor?

No estoy seguro. Hablo en serio, no lo tengo claro pero sería bueno un día conseguir estar en paz con aquello que se escribió y aquello que se publicó. En paz…

¿Qué eslogan propondría para una campaña nacional de lectura?

¡Mas vale un libro en la mano que dos volando! Estoy de broma. No soy bueno para los eslóganes.

Los medios de comunicación dan poco espacio a la información del continente africano, si no son genocidios o niños con moscas en la cara no publican nada, ¿por qué crees que pasa esto?

No lo sé, es algo que todos tenemos que corregir. “Todos” quiero decir los que nos buscan y nosotros al promover ese tipo de información. Hay una especie de visión distorsionada de un supuesto “primer mundo” en relación al apoyo al “tercer mundo”. Vende más ese tipo de noticias. Pero no es sólo en relación a nosotros. Una noticia sobre “pobres gitanos” vende más que hablar sobre una “orquesta de gitanos” o un “teatro moderno africano”. Siempre ha sido así. Creo que es algo general, digamos que es una contradicción. Cuanto peor sea la noticia, mejor. Pero para corregir el mundo, en ese otro aspecto, tenemos todos que colaborar.

¿Tan desconocido es el continente africano?

Sí lo es y mucho. El desconocimiento lo distorsiona y vuelvo decir, parte de la culpa de ese fenómeno es de nuestros gobiernos africanos que deberían y podrían ocuparse mejor de la difusión de nuestra cultura, de la antigua y de la moderna.

Te encuentras ahora en Lisboa participando en el Encuentro de Literatura y Pensamiento en África Austral ¿Crees que este tipo de encuentros sirven para algo?

Sí, sirven para conocernos entre los autores africano (risas). En este aspecto es maravilloso porque sirve también para crear nuevos puentes de diálogo. Me gustan estos encuentros y en este por ejemplo he conocido gente de Sudáfrica, Congo y hasta Portugal (risas). Pero sabes una cosa, creo que nosotros en nuestros países también tenemos que organizar encuentros de este tipo aunque sean pequeños y modestos. La calidad no se mide por la pequeñez y por ejemplo en el caso de Angola, si tuviéramos el apoyo apropiado, podríamos organizar festivales o encuentros de calidad porque tenemos personas capaces y preparadas para ello.

El fin del apartheid y la elección de Nelson Mandela tuvieron repercusiones en toda África pero especialmente en la zona de África Austral. 19 años después ¿cuál es el panorama en estos países? ¿Cuáles son las perspectivas y qué desafíos hay?

Los desafíos son innumerables, desde los más prácticos, simples y básicos como agua o luz, comida o vacunas y todavía dentro de esos desafíos básicos la “libertad de escuchar”. ¿Sabes por qué lo llamo la “libertad de escuchar”? Porque ya se logró la libertad de expresión, es decir, se puede hablar, decir lo que se quiere pero nadie escucha a nadie o fingen que no escuchan. Por eso creo que es el momento de luchar por la “libertad de escuchar”. Otro desafío grande, pero este es a nivel mundial es el de inventarnos nuevas formas de “diálogo”. La palabra está saturada, el mundo está saturado de fingir la palabra “diálogo”. Ni siquiera la palabra diálogo sabe quién es. Sería bueno que reinventáramos la palabra diálogo. Y sé que lo que estoy diciendo puede ser una utopía, puede ser pero me apetece decirlo.

Hoy el mundo está convulso, ¿crees que la Literatura tiene algún papel en el cambio social?

Lo tiene, no lo sé si es inmediato o si sucede en una forma en que las personas piensan o desean pero la literatura puede provocar, amansar, rehacer, sugerir… dentro y fuera de la vida real, de lo cotidiano. La literatura actúa en un campo menos visible y nosotros somos lo que se ve y lo que no se ve.

¿Cuál es tú cita o frase favorita de literatura angoleña?

No tengo una única cita… pero estos versos de Ana Paula Tavares me han estado acompañando en los últimos tiempos: “Flechas de veneno, viven en el corazón de los vivos, acabó el tiempo de recordar. Lloro al día siguiente las cosas que debería llorar hoy”.

¿Cuál es el mejor consejo que te han dado?

El mejor no lo sé, pero hay uno que tengo presente algunas veces y dice así: “La vida es más extensa que larga”

Más sobre Ondjaki: www.kazukuta.com/ondjaki/ondjaki.html

Original en : Afribuku

Autor

  • afribuku

    Afribuku pretende hacer descubrir y reflexionar sobre manifestaciones culturales africanas contemporáneas de interés, divulgándolas a través de esta página y de las redes sociales. En África existen numerosas propuestas artísticas de excelente calidad que permanecen ocultas a los ojos del mundo. Es necesario que todos aquellos que creemos en una visión más realista y honesta de África tratemos de que la comunidad iberoamericana se familiarice y comience a disfrutar de la gran diversidad que ofrece este continente.

    @afribuku

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