«Occidente tiene que hacer un replanteamiento de las misiones fuera de zona»: Una entrevista sobre el Sahel con Raquel Barras

9/02/2024 | Entrevistas

 

Raquel Barras Tejudo, doctora en Seguridad Internacional y Relaciones Internacionales, es experta en temas de seguridad internacional, tales como las amenazas híbridas, crimen organizado, terrorismo, cambio climático, demografía y movimientos migratorios en el Norte de África, Sahel, África Occidental, y Cuerno de África.

Gabriel Castro: Centrándonos en la situación actual del Sahel, una región asolada por el terrorismo y la inestabilidad política, son pocas las semanas en las que no nos hemos hecho eco de algún atentado en alguno de los países de la conocida como Triple Frontera, ¿podría ofrecernos un perfil general de los grupos que operan en la región?

Raquel Barras: Cada vez más nos encontramos; no solo en la región del norte de África y el Sahel, sino en prácticamente a lo largo y ancho del continente africano; con más grupos, y no solo terroristas, que han encontrado en las circunstancias y en la propia idiosincrasia del continente las condiciones perfectas para proliferar y permanecer. Estamos hablando de Estados débiles, de espacios subgobernados, con lo cual en esos vacíos de poder en determinados territorios los grupos terroristas se hacen fuertes.

En el caso de la triple frontera; esto es Malí, Níger y Burkina Faso; pues efectivamente, como bien has dicho se registran muchísimos altercados violentos, atentados terroristas que se acrecientan con el clima de violencia étnica e interétnica, pastoril, asociada al cruce de fronteras por los propios grupos autóctonos que no reconocen unas fronteras establecidas en su momento.

Este no reconocimiento de las fronteras, ligado a la escasez de recursos y al acceso fácil al armamento, provoca que nos encontramos con grupos que batallan por las tierras de cultivo, por el acceso al agua para el ganado… Estos grupos violentos suponen un plus a los grupos terroristas para la desestabilización de la zona.

G.C.: Esta explosión de violencia, ¿a qué responde?

R.B.: Pues principalmente responde a que durante los años 2014 y 2015 se luchó y se persiguió duramente en el Levante Mediterráneo, principalmente en Siria e Iraq, al Estado Islámico lo que favoreció que los grupos terroristas de la región cambiasen de localización y, como decía, con esas condiciones, con esa idiosincrasia africana han encontrado una tierra fértil para para prosperar. Al final, la descapitalización humana de determinados grupos, como Al Qaeda tras la muerte de Bin Laden, ha favorecido una expansión territorial apoyada en la aceptación por parte de determinadas poblaciones que han comprado esos discursos violentos.

G.C.: ¿A qué se debe esta rivalidad entre Al Qaeda e ISIS y que implicación tiene para la estabilidad regional?

R.B.: Efectivamente en los últimos años estos dos principales grupos terroristas AQMI, Al Qaeda en el Magreb Islámico, y el Estado Islámico del Gran Sahara, que sería la filial del Daesh en esta región, están enfrentados. Básicamente es un enfrentamiento por tener preponderancia, por tener notoriedad y también no deja de ser una lucha de poder. Tenemos que entender que estos grupos están en constante cambio y remodelación, podemos pensar en JNIM (Jama’at Nasr al-Islam wal Muslimin) cuando en el año 2017 decide jurar lealtad al Estado Islámico; luego hay otros grupos que se van añadiendo al Estado Islámico, tras peleas intestinas, simplemente por el poder y por el liderazgo o que deciden hacer la guerra por su cuenta. También tenemos otros grupos que asociados a JNIM tienen reivindicaciones sobre partes del territorio muy concretas, como por ejemplo la Katibat Sèrma o al Mansur en el área de Malí y Burkina Faso.

Tenemos pues muchos grupos dentro de estos dos grandes paraguas que serían AQMI y el Estado Islámico del Gran Sahara, pero muy zonificados, algunos ejemplos serían Boko Haram en el caso de Nigeria, Ansarul Islam que operaría más en la zona de la triple frontera o MOJWA, que sería una escisión dentro de Al Qaeda en el Magreb Islámico; además, estos grupos luego están muy asociados a los líderes que a menudo son capturados o ejecutados, con lo cual el enfrentamiento se debe básicamente a luchas de poder. Debemos que tener en cuenta que el Estado islámico en el Levante, sobre todo en Siria, llegó a conseguir unas cotas de poder y de consecución de objetivos muy importantes, superando a las pretensiones de Al Qaeda. El Estado Islámico intenta mantener viva la esperanza de ese gran califato que, si nos fijamos en las palabras de Abu Bakr al-Baghdadi, se tendría que establecer para el año 2200 y que incluiría Al-Andalus y por supuesto la región de Sahel; la búsqueda del control efectivo del territorio le conduce a esa pugna con los otros grupos que operan en la región.

G.C.:¿De dónde obtienen financiación estas organizaciones? ¿Guardan alguna relación con las redes de crimen organizado?

R.B.: Es verdad que no hay consenso al respecto, pero sí que se ha observado que muchos de estos grupos criminales logran financiación a través de diferentes actividades delictivas.

Hay un tema concreto, el tráfico de drogas, que supone una paradoja moral en relación con el propio islam y el rechazo de esta religión a este tipo de sustancias, no obstante, sí que se ha observado que los grupos terroristas comparten las mismas líneas y vías que las caravanas de drogas; el tráfico de humanos también supone una actividad desarrollada por estos grupos terroristas. Podemos concluir que está constatado, a pesar del debate académico, que estas organizaciones se financian a través de actividades propias del crimen organizado.

Ejemplos serían el petróleo libio traficado que acaba en el sur de Italia o la droga proveniente de América Latina que entra por África occidental, que sube en esas caravanas, escoltadas de alguna manera por diversos grupos terroristas, y que acaban llegando a puertos europeos. Con lo cual, las diversas actividades de crimen organizado sí que serían una manera clara de financiarse; está simbiosis entre terrorismo y la delincuencia estructurada al final se convierte una joint venture, en tanto que el negocio del crimen organizado resulta muy lucrativo para las organizaciones insurgentes.

G.C.: El año pasado fuimos testigos del fracaso de la Operación Barkhane liderada por Francia y más recientemente hemos visto como han sido expulsados de Níger ¿a qué factores se podría achacar esta derrota europea?

R.B.: En primer lugar decir que Francia llegó a tener hasta 5500 soldados franceses desplegados en el Sahel. Si bien es cierto que se han hecho cosas mal, yo creo que el fin de la presencia francesa y europea en la región responde a una combinación de factores. Por un lado tenemos la cuestión sistémica, yo creo que estamos asistiendo a un cambio de modelo a nivel de sistema internacional y que todavía desde Occidente no sabemos cómo reaccionar de una manera adecuada; ha existido cierto paternalismo por parte de Europa hacia estas poblaciones que se ha traducido en un sentimiento de neocolonialismo que ha producido rechazo ante la presencia occidental. Además, ha habido una penetración de nuevos actores, principalmente Rusia y China, con otras condiciones y con otros mensajes que por lo que sea han calado más en estas sociedades. También es verdad, y sobre todo se ve en el caso de Rusia, que hay campañas específicas de desinformación en diferentes países, a lo largo y ancho de todo el continente, con un claro mensaje antioccidental que han ayudado a erosionar la posición, sobre todo europea, en una región, que, debido al fracaso de las misiones militares, se ha convertido en un avispero.

G.C.: También hemos asistido recientemente a golpes de Estado en Malí, Níger y Burkina Faso. ¿A qué se debe esta proliferación de sublevaciones?

R.B.: Esto está muy relacionado con lo que hemos expuesto en la pregunta anterior. Occidente debe entonar el mea culpa. Las naciones que han llevado a cabo la presencia militar no han sabido dar respuesta a las necesidades de esas sociedades. Los pobres resultados de las misiones occidentales cuando estas sociedades han pedido ayuda, recordemos el caso paradigmático de Malí en el 2012 cuando pide directamente ayuda a Francia para hacer frente a la sublevación de Azawad, han generado un descontento generalizado que se une a la desigualdad social inherente a estas sociedades, en las que las élites copan unos recursos escasos, y al clima de agitación internacional provocado por países como Rusia, mediante terminales como Wagner, como factores del clima de inestabilidad regional que ha provocado esta proliferación de golpes de Estado.

G.C.: El pasado septiembre las Juntas militares que gobiernan en estos países anunciaron la creación de la AES, una alianza militar con cláusula de defensa colectiva, ¿Cómo puede afectar esta nueva alianza a la estructura de seguridad regional creada por la CEDEAO?

R.B.: Es verdad que se trata de una iniciativa muy reciente la de la AES (Alianza de Estados del Sahel) y que se produce en un momento de cambios en la región donde determinados estados que se pensaba que tenían unas alianzas con Occidente cambian sus relaciones con el mismo, cabe preguntarse en este punto qué peso puede tener esta alianza subrayando siempre esa cláusula de defensa colectiva. La verdad es que las alianzas militares son importantes en tanto en cuanto los países que la integren sean relevantes y tengan capacidades para dar respuestas a las amenazas a las que se enfrentan, si comparamos la AES con la OTAN la primera resulta insignificante; no obstante, para la CEDEAO, aunque no tenga una estructura de seguridad colectiva tan fortalecida, tener determinados países que intentan hacer un contrapeso no es algo positivo y puede llegar a suponer un riesgo.

G.C.: Durante las revueltas en estos países numerosos ciudadanos enarbolaron banderas rusas y chinas ¿Qué papel juegan estas dos potencias en la región? ¿Cuáles son sus intereses?

R.B.: Empezando por el final; el interés de China, ya no solo en la región sino en todo el continente, es interés económico. Tienen unas amplias inversiones que han variado y se han incrementado exponencialmente en los últimos años; esto ha generado un cambio. China constituye ya el principal socio comercial de unos países que anteriormente fueron colonias en detrimento de unas metrópolis que han sido desplazadas por el poderío económico chino. Además, los intereses chinos resultan fácilmente identificables ya que China construye infraestructuras desde el lugar de origen de los recursos que necesita hasta el puerto de salida, y luego, a través de esa iniciativa del Collar de Perlas es capaz de mandarlo a su territorio.

La postura rusa estará siempre marcada por su confrontación con Occidente, con lo cual siempre va a llevar a cabo acciones que de alguna manera lo desestabilice; cualquier fenómeno social, político o económico que haga tambalearse a occidente resultará conveniente para Moscú. Esto entra dentro de ese cambio a nivel sistémico que ya se ha comentado a lo largo de la entrevista, Estados Unidos está desapareciendo como potencia hegemónica, mientras que Rusia y China están cada vez más presentes y activos en el panorama internacional.

Podemos concluir, por lo tanto, que los intereses de China son más económicos mientras que los rusos buscan la desestabilización con esa retórica de “países hermanos” e intereses compartidos; cabe puntualizarse que en los países en los que no quiere tener un determinado protagonismo a nivel oficial cuenta con la presencia de Wagner como principal terminal de control e influencia.

G.C.: El cambio climático es una emergencia global, ¿Cómo afecta el calentamiento global a la estabilidad de la región?

R.B.: Paradójicamente, a pesar de que el Sahel es una región en su mayoría desértica los efectos del cambio climático operan con crudeza en la zona. Esto se ve sobre todo en la degradación de los suelos, en la desertificación, que es cada vez mayor, en la escasez de aguas… Estos fenómenos redundan en la proliferación de conflictos en el seno de las sociedades pastoriles, con lo cual es una zona en la que el cambio climático tiene claramente repercusiones en términos de seguridad porque al final crea condiciones de vida poco soportables para las poblaciones que al final tienden a migrar por la escasez de recursos.

G.C.: Las crisis de los refugiados se entrecruzan a menudo con los problemas de seguridad. ¿Cómo ve esta relación desde el punto de vista de la seguridad de la Unión Europea?

R.B.: El desplazamiento de las poblaciones, como consecuencia de la violencia o escasez de recursos, genera problemas de seguridad en tanto en cuanto estamos en un momento de políticas de puertas abiertas. Son los países del sur, España, Grecia e Italia los que más están sufriendo las consecuencias de estos flujos de población al compartir frontera directa con los lugares emisores de población. A nivel de la Unión Europea, el tema de la inmigración irregular siempre se ha tratado en clave de securitización al no tener los recursos necesarios y adecuados para gestionar y controlar estos flujos masivos de personas. Es un tema bastante controvertido en el seno de la Unión porque va muy asociado a la soberanía fronteriza y territorial de los Estados. En este sentido nos encontramos a países como los del grupo de Visegrado que tiene una posición claramente opuesta al actual posicionamiento comunitario.

La Unión Europea va a tener que seguir avanzando, los socios van a tener que seguir cediendo en esta materia porque ante el crecimiento poblacional de estos países, si se cumplen las previsiones de que dentro de 50 años los países del Sahel dupliquen su población, es un tema que va a estar inevitablemente en la agenda y que se tiene que tratar a nivel comunitario, puesto que los países por sí solos no son capaces de gestionar este asunto, con lo cual va a ser un tema que va a seguir dando mucho que hablar.

G.C.: ¿Qué recomendaciones haría a los actores regionales y a los socios internacionales para combatir eficazmente el terrorismo y la inestabilidad en el Sahel?

R.B.: Esta es quizás la pregunta más difícil, hacer un análisis de la situación suele ser más fácil que dictar las medidas acerca de que hay que hacer. Esta pregunta vuelve a pasarnos a ese tablero global. Si vemos las experiencias que hemos tenido de otro tipo de presencia occidental en Irak o en Afganistán nos da que pensar que Occidente tiene que hacer un replanteamiento de las misiones y operaciones fuera de zona puesto que al final han supuesto un efecto contrario; Occidente sale más rechazado y contestado que nunca , se ha producido esa penetración de actores que comentábamos con anterioridad y, además, los grupos terroristas en el caso del gran Magreb cada vez son más numerosos y más violentos, con lo cual yo sí que creo que hay que entonar el mea culpa y hacer un análisis, check and balance, de lo que se ha hecho mal y sacar conclusiones de las experiencias norteamericana y francesa, ya que después de décadas de presencia en el exterior no han contribuido a mejorar la vida de las poblaciones de esos países.

Hay que replantear la aproximación occidental a esta problemática, y voy un punto más allá, si cada vez más se compran los discursos antioccidentales que favorecen la penetración rusa y china, si esos discursos son exitosos, a lo mejor el problema de la Unión Europea en particular y de Occidente en general radica en esa normatividad que hace años resultaba atractiva y que vendía y que ahora ha dejado de hacerlo; a lo mejor esa condicionalidad de los derechos humanos, de cooperación a cambio de garantías hay que replanteársela y decir, si efectivamente el resto de actores funciona sin ese tipo de condicionantes, yo, como Occidente, que debo hacer para contar con un mayor peso y poder decisorio fuera de mis fronteras. Occidente debe analizar que papel quiere desempeñar en la sociedad internacional del futuro.

Gabriel Castro Carreño

Fuente imagen: UCM

[CIDAF-UCM]

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