Geopolítica árabe:La ‘primavera árabe’ ha impulsado la cooperación y las instituciones regionales
15/02/2012 POR LLUÍS BASSETS , El País
La crisis política desencadenada por las revueltas estimula la acción multilateral y reaviva instituciones y proyectos de cooperación e integración. No siempre en la buena dirección, como demuestra la intervención militar en Bahréin de los países del Consejo de Cooperación del Golfo, dirigidos por Arabia Saudí, para acallar las protestas que empezaron allí hace un año. Las monarquías petroleras, encabezadas por la saudí, actuaron en marzo del pasado año como los soviéticos en la época de la guerra fría a través del Pacto de Varsovia, marcando las líneas rojas de la soberanía limitada de los países bajo su paraguas de seguridad, que es también parte del paraguas de Estados Unidos. Una tal actuación venía exigida por las bases militares estadounidenses en la región (en el mismo Bahréin, entre otros), por la amenaza nuclear iraní y, sobre todo, por la denegación de los derechos civiles a la población, principalmente la de religión chií.
Las dos mayores oportunidades para la acción coordinada las han proporcionado las crisis libia y siria. Con la primera, la Liga Árabe patrocinó la creación de una zona de prohibición de vuelos para proteger a los rebeldes de los ataques de Gadafi, aunque luego quedó bajo la dirección europea. Con la segunda, la propia organización árabe es la que conduce la resolución de la crisis y promueve una fuerza de Naciones Unidas que frene la matanza de El Asad contra su población. Los principales impulsores de esta última iniciativa son paradójicamente las monarquías contrarrevolucionarias petroleras, que en esta ocasión apoyan la revolución siria como parte de su guerra fría contra Irán.
La tracción integradora en el oriente árabe, el Mashrek, se dirige al cambio de régimen en Siria y a contener a Irán, y de ahí que tenga en la seguridad su concepto central. En la punta occidental, el Magreb, en cambio, un multilateralismo constructivo está empezando a mover piezas a iniciativa del país vanguardista que es Túnez. Su presidente, Moncef Marzuki, acaba de apalabrar en una gira por Marruecos, Mauritania y Argelia la celebración de una cumbre de la Unión del Magreb Árabe que resucite esta organización nacida en 1988 y sin vida útil hasta ahora. Su objetivo inmediato es construir un espacio magrebí con cinco libertades: de circulación de personas, residencia, trabajo, inversión y participación electoral en los municipios. La pulsión de unidad, lejos del añejo panarabismo, se expresa así en el Mashrek trenzando acuerdos de seguridad, al estilo de la OTAN en la guerra fría, y en el Magreb, buscando una cooperación económica y civil como en la UE.
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