Nkunda busca el apoyo de la población con un mitin celebrado en Rutshuru al este de Congo R.D.

25/11/2008 | Crónicas y reportajes

La multitud se estaba sofocando desde hacía tres horas en un abarrotado estadio, el pasado sábado, día 22, antes de que Laurent Nkunda llegase y lanzase sus arengas contra el gobierno y las Naciones Unidas, salpicado con bailes, cánticos y referencias bíblicas.
“Van a enviar otros 3.000 cascos azules y vosotros aplaudís. ¡Estáis equivocados!”, bramó el líder rebelde a una audiencia mayoritariamente masculina de cerca de 1.500 personas, en su primer discurso público en esta ciudad del este de la República Democrática del Congo, desde que los rebeldes se hicieron con su control, el mes pasado.

“No podemos aceptar que los extranjeros sean los que se ocupen de nuestra seguridad”, argumentó durante el escandaloso “encuentro popular”, en Rutshuru, situada 80 kilómetros al norte de Goma, la principal ciudad de la provincia sacudida por la guerra del Kivu Norte.
Elegantemente vestido de caqui y botas de calle, y llevando su bastón característico terminado en una cabeza de águila, el larguirucho ex general denunció a aquellos que “pretenden combatir a Nkunda” e hizo un llamamiento a la coexistencia en una región devastada por las diferencias étnicas.

“Sólo existe una solución, debemos vivir juntos. Hay espacio suficiente para los extranjeros”, declaró Nkunda, que asegura defender a la minoría Tutsi de la región.

La llegada de Nkunda a este lugar, en un vehículo 4×4 blanco con cristales tintados, precedida de un jeep cargado hasta arriba de rebeldes armados hasta los dientes con ametralladoras y lanzacohetes, tuvo lugar tan sólo dos días después de que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobase el envío de tropas adicionales al país del África central, elevando el total de cascos azules destinados a esta misión a 20.000.

“No aceptaremos que vengan extranjeros a darnos seguridad”, gritó Nkunda, argumentando que las fuerzas extras de las Naciones Unidas eran incapaces de asegurar la paz, y de paso criticando duramente al gobierno del presidente congoleño, Joseph Kabila, por su mala gestión.

A principios de esa semana, los hombres de Nkunda se retiraban de dos frentes fundamentales en esta provincia del este, el Kivu Norte, aparentemente para impulsar una misión del enviado especial de las Naciones Unidas, Olusegun Obasanjo, para terminar con meses de enfrentamientos armados entre los rebeldes de Nkunda y las tropas del gobierno, que han desplazado a un cuarto de millón de personas.
Pero los rebeldes siguen apostados a las afueras de Goma, donde se centra el conflicto.

En Rutshuru, Nkunda parecía estar lanzando otra ofensiva, destinada a hechizar o al menos influir en la población local, con cantantes de rap ataviados con cintas de pelo militares, y bailes protagonizados por un grupo de pigmeos del lugar y pequeñas niñas, a los que se unió el líder rebelde en un momento.

Muchos ciudadanos de Rutshuru tenían miedo de asistir al evento, según declararon miembros de la audiencia, porque acusaban a los hombres de Nkunda de saquear sus casas y violar a su población.
Pero, incluso bajo la vigilante mirada de la policía y de los rebeldes, la multitud parecía relajarse poco a poco, aplaudiendo las peticiones de Nkunda de paz y por una nueva administración.

Al salir del estadio, el agricultor de 32 años, Jules Jean de Dieu, declaró que estaba seguro del anuncio de Nkunda sobre la reapertura de las escuelas y colegios al lunes siguiente.

Por su parte, un joven estudiante que se identificó como “inocente”, alabó las peticiones del líder tutsi a la armonía en el este del país, donde los enfrentamientos tienen sus raíces en divisiones étnicas. Pero también recordó que Nkunda no había abordado los problemas de seguridad y la difícil coexistencia entre los rebeldes y la población local. “Ha dicho que podríamos circular libremente, pero no podemos circular con libertad en Kiwanja”, una ciudad cercana a Rutshuru.

“Hay violencia sexual y extorsión cada noche. Él no nos ha dejado hablar sobre estos problemas”, sentención “Inocente”.

(Mail & Guardian, Suráfrica, 25-11-08)

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