En medio de crecientes tensiones, el gobierno nigeriano ha respondido con la propuesta de más cooperación las amenazas del presidente estadounidense, Donald Trump, de invadir el país, acusando a Nigeria de un «genocidio cristiano». El ministro de Información, Mohammed Idris Malagi, ha desmentido estas afirmaciones, subrayando que la mayoría de los ataques violentos en Nigeria no tienen motivaciones religiosas y afectan tanto a comunidades cristianas como musulmanas.
Trump, a través de su plataforma Truth Social, instó al Departamento de Defensa a prepararse para una posible acción militar, advirtiendo que cualquier ataque sería «rápido, brutal y despiadado». Además, el 31 de octubre, volvió a clasificar a Nigeria como un País de Especial Preocupación (PEP), lo que podría acarrear sanciones económicas y la retirada de ayuda.
Malagi enfatizó que Nigeria es un país tolerante que enfrenta serios desafíos de seguridad, incluyendo ataques de grupos armados y conflictos por recursos entre pastores y comunidades agrícolas. Desde 2009, el país ha lidiado con un conflicto armado que ha dejado a millones de nigerianos hambrientos y desplazados.
El gobierno nigeriano, bajo la dirección del presidente Bola Tinubu, ha intensificado sus esfuerzos para combatir la violencia, con más de 13.500 combatientes y bandidos muertos y 17.000 criminales capturados desde su toma de poder. Sin embargo, la presión interna y las críticas por la falta de control sobre la violencia persisten, especialmente tras los recientes secuestros y asesinatos.
Malagi concluyó que Nigeria está buscando una alianza de seguridad con EE. UU. para abordar estos desafíos de manera efectiva. Además, anunció que el presidente Bola Tinubu está evaluando un programa nacional de policía comunitaria, una estrategia previamente rechazada por administraciones anteriores. Este enfoque busca desplegar fuerzas policiales en comunidades locales, donde conocen mejor la dinámica social, en lugar de enviarlas desde otras regiones. Malagi reconoció que, aunque en el pasado hubo escepticismo sobre esta medida, el gobierno ahora entiende que los problemas de seguridad tienen raíces comunitarias.
Para abordar la violencia, el gobierno ha solicitado a la Corte Suprema una mayor autonomía fiscal y política para los gobiernos locales. Además, el gobierno ha intensificado los programas interreligiosos a través del Consejo Interreligioso de Nigeria (NARIC), buscando fomentar el diálogo entre comunidades cristianas y musulmanas.
Nigeria ha intensificado su cooperación regional con organismos como la CEDEAO y la Unión Africana, a pesar de la reciente retirada de Níger, Malí y Burkina Faso de la CEDEAO, lo que ha debilitado la cooperación militar en la región. Malagi lamentó esta situación, subrayando que la unidad regional es crucial para enfrentar los desafíos de seguridad.
Malagi sigue trabajando por mantener las “conversaciones en curso” en la creencia que la cooperación internacional es una mejor solución a los desafíos de seguridad que las amenazas.
Fuente: AlJazeera
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