“Neocolonialismo pesquero”: los problemas de la pesca en los países de África occidental

1/09/2025 | Crónicas y reportajes

La industria pesquera local en los países de África occidental está en crisis, y la responsabilidad recae también en los países europeos. En los últimos meses, el activista gambiano Mustapha Manneh ha denunciado esta situación durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos, celebrada en Niza del 9 al 13 de junio.

El problema se centra en la pesca de especies locales destinadas a la producción de piensos para peces en explotaciones acuícolas de Grecia y Turquía. El fenómeno afecta a toda la región con un mismo esquema: especies como sardinas o el pez bonga se capturan en grandes cantidades y se procesan localmente para producir alimentos destinados a la acuicultura. El producto final se exporta a Turquía, Grecia y China, donde se utiliza en granjas para la cría de doradas y lubinas, que luego llegan a los mercados de estos países, mientras los consumidores desconocen que estos filetes contribuyen a problemas sociales y económicos en comunidades africanas.

Mientras tanto, cientos de familias han perdido su única fuente de ingresos. Los pescadores ya no logran llevar a casa suficiente pescado para alimentar a sus familias y enfrentan costes cada vez más altos de combustible: si antes podían pescar grandes cantidades con solo veinte litros de gasóleo, ahora deben permanecer más tiempo en el mar, triplicando como mínimo el consumo de combustible para conseguir capturas apenas suficientes.

La crisis no afecta solo a los pescadores, sino a todo un tejido social que se ha desmoronado. En países como Senegal y Gambia, mientras los hombres salían a pescar, las mujeres se encargaban de la venta en los mercados, garantizando así cierta igualdad social y económica. Ahora, con la disminución de las capturas, muchos mercados han desaparecido, y las mujeres se ven obligadas a buscar nuevas fuentes de ingresos.

Otro desafío para los pescadores de África occidental es la presencia de barcos pesqueros extranjeros, especialmente procedentes de China, que reducen la disponibilidad de pescado en la región. En Guinea-Bissau, estos barcos suelen utilizar técnicas de pesca de arrastre, prohibidas por el daño que ocasionan a los ecosistemas.

La presencia de barcos pesqueros extranjeros en aguas africanas suele estar regulada por acuerdos con la Unión Europea. Según Manneh, esta presencia genera un creciente descontento entre la población local, especialmente entre los jóvenes. En 2019, la UE firmó con Gambia el último de una serie de protocolos pesqueros, que expira el próximo 30 de julio, permitiendo que barcos de España, Grecia y Francia pesquen en aguas gambianas a cambio de una compensación anual de 550.000 euros, destinada en parte a la protección del ecosistema marino.

Acuerdos similares se han firmado con otros países de la región. En abril, el Parlamento Europeo aprobó un acuerdo con Guinea-Bissau que prevé una compensación de hasta cien millones de euros al año, junto con una recomendación para mejorar los controles de pesca en las aguas territoriales del país africano.

La crisis pesquera en África occidental también alimenta la migración irregular hacia Europa. Desde las costas de Senegal, muchos parten hacia las Islas Canarias, en busca de una alternativa a la pobreza, mientras otros se convierten en traficantes de personas. En Gambia, las ganancias por un solo viaje con un barco lleno de migrantes pueden alcanzar los 200.000 euros, una cifra inimaginable para un pescador local.

Cosimo Graziani

Fuente: Agencia Fides

[CIDAF-UCM]

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