Es la conciencia social y democrática de los diferentes pueblos la que determina la existencia de una gobernanza responsable y la posibilidad de pueda existir un desarrollo sostenible. El proyecto más realista e integral de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS), firmado por 193 países, (la ONU), en 2015, se sigue implementando de forma parcial y limitada, debido no solamente al estancamiento de la gobernanza en África y en los otros Continentes, sino sobre todo a causa del reducido compromiso democrático, de los jóvenes y de la sociedad.
Si la calidad de la gobernanza se ha estancado en la actualidad es fundamentalmente porque la motivación y el compromiso democrático, sobre todo de los jóvenes, aunque también de la sociedad en general, se va apagando y quedando irrelevante. El crecimiento y actividad de los movimientos de jóvenes, estudiantes y trabajadores de las últimas décadas nos llevó a depositar la esperanza de una cierta renovación democrática en estos movimientos juveniles. La mayor implicación de las mujeres africanas era y es también motivo de nueva esperanza.
De hecho, varios países como Burkina Faso, Malí, Sudán, Uganda, RDC, Tanzania, etc., dieron ejemplo de un compromiso popular y valiente para defender la Constitución, la democracia y una economía más justa. Frente a los ejércitos controlados por los dictadores, numerosos jóvenes dieron su vida por defender pacíficamente a su país.
En estos tiempos, parece que el fuego democrático de los jóvenes y de la sociedad en general se va apagando. El cansancio y el desánimo nos pueden llevar hacia la pasividad y la indiferencia. La prosperidad de África está relacionada con la auténtica democracia, el respeto de la Constitución y de los derechos humanos. Con dictaduras militares no existe un progreso sostenible.
Los conflictos de grupos armados van aumentando en África debido al saqueo de los abundantes recursos naturales y minerales por empresas extranjeras, y esto tiene lugar con la complicidad de los gobiernos militares regionales. Esta invasión de sus tierras causa la salida de millones de desplazados y hasta la muerte de miles de migrantes.
Es necesario que se potencie un compromiso social que defienda la democracia, la dignidad humana y de un desarrollo más sostenible. Una gobernanza responsable debería trabajar por la justicia social, la cultura integral y por la educación en valores humanos de cada pueblo y nación. Todos debemos involucrarnos en este proceso de empoderamiento mutuo para cuidar mejor a las personas sin techo, tierra y trabajo, y para garantizar una vida digna para todos, un desarrollo sostenible y una convivencia pacífica de todas las culturas, razas y pueblos. Toda auténtica transformación procede de abajo, no de arriba.
CIDAF-UCM