De Níger a Burkina Faso pasando por Costa de Marfil, Ghana, Benín y Togo, Massata Cisse ha viajado por puertos, mercados y caminos accidentados siempre conduciendo un camión con remolque, un tanque o cualquier otro tipo de vehículo pesado. A sus 54 años de edad “mamá la conductora” como la llaman sus conocidos, no tiene intención de abandonar la conducción que ya hace 24 años se convirtió en su pasión.
Conductores de camiones varones los podemos encontramos por todos los rincones de Burkina Faso, pero conocer a una mujer conductora es rarísimo. La que se atrevió a romper este tabú se llama Massata Cissé. ¿Cómo esta representante del »sexo débil», apodada por los caminos de Burkina Faso »mamá la conductora», ha podido entrar en este negocio que siempre ha sido coto del sexo fuerte?
Nativa de Bobo-Dioulasso, la capital económica del país de los »hombres íntegros” el virus de la conducción se lo contagió su difunto padre. Cuando se presentó la oportunidad, no dudó en acompañar a su padre en algunas rutas. »No he ido a la escuela. Sin embargo, no soy el tipo de mujer que se queda en casa, mano sobre mano, esperando que su marido que le de todo. Quiero ser independiente. El único trabajo que conozco es la conducción. Mi padre era conductor y todos mis hermanos son conductores», dice Massata Cissé.
Se convirtió en conductora profesional después de obtener su permiso en 1990. Contra viento y marea, se embarcó en esta actividad que amaba desde su infancia. Pero su elección no recibió el beneplácito de su familia, excepto el de su padre que siempre había creído en ella. Cuando empezó, la gente le decía que estaba loca porque llevaba pantalones y bragas. Pero el rechazo de su familia no la desanimó.
Tuvo su primera experiencia como conductora en Níger. Su alegría fue grande, comenta ella misma, cuando su jefe le entregó las llaves del camión cisterna.
En 24 años de conducción tuvo sus momentos altos y bajos. Rodar día y noche, por carreteras en mal estado, a menudo por lugares peligrosos o por países desconocidos no es fácil, sobre todo cuando se es mujer. Los peligros para una conductora como ella eran las averías del vehículo en pleno monte. Tuvo que pasar, en un ocasión, cuatro días con sus noches en el lodo de un bosque de Togo debido al fallo de una rueda. En tales situaciones, lo más temido son las agresiones de los bandidos. Como eres una conductora, hay hombres que quieren aprovecharse de ti. Pero hasta ahora, nunca he sido atacada excepto una vez estando con mi jefe en Costa de Marfil. Ese día, los bandidos se limitaron a quitarle a él el dinero. No hubo abusos.
Única en su género en Burkina Faso, Massata Cissé reconoce que la mujer es físicamente menos fuerte que el hombre. Algunos hombres no dudan en utilizar su físico para intimidar. Sin embargo, «muchos hombres reconocen mis méritos y me apoyan cuando estoy en problemas. Como mujer es normal que los hombres quieran acercarse a mí en cualquier momento, pero como el trabajo no es fácil no tengo ni siquiera tiempo para interesarme en los hombres».
Además, de acuerdo con la Sra. Cissé, su trabajo es ingrato. Raros son los conductores que son capaces de llegar a fin de mes con su salario. Los salarios son insignificantes.
Debilitada por la edad, Massata Cisse no tiene los medios económicos suficientes para retirarse. Conducir es su vida, es su marido y es su hijo. “Trabajaré hasta que Dios me llame a su lado».
Ha llamado a muchas puertas para que le ayuden pero sin éxito. No ha recibido nunca ninguna distinción o reconocimiento por su trabajo. Pero esto no es razón para que deje de luchar», dice Massata Cissé madre de una hija y abuela de cuatro nietos.
[Fuente: sidwaya-bf.com-Fundación Sur]
