Manos Unidas reclama un cambio en las políticas comerciales, medioambientales y financieras para luchar contra la pobreza en África

22/05/2018 | Opinión

– Manos Unidas, presente en el continente africano desde hace casi 60 años, asiste con preocupación al llamado “expolio de África”.

– Para encarar los desafíos del continente africano, Manos Unidas trabaja, fundamentalmente, en los sectores de educación y formación profesional, salud y acceso al agua, así como en la promoción de la agricultura sostenible.

– En el año 2017, Manos Unidas llevó a cabo 285 proyectos de cooperación en 33 países de África, por un importe superior a los 15,9 millones de euros.

El próximo 25 de mayo se celebra el Día de África, una fecha que conmemora la creación, en 1963, de la Organización para la Unidad Africana (OUA) –hoy Unión Africana- con el fin de promover la unidad y la solidaridad de los estados africanos. Medio siglo después de esta histórica jornada, Manos Unidas, que dedica gran parte de sus esfuerzos a trabajar para combatir las graves carencias que afectan a la mayor parte de la población del continente africano, invita a la reflexión sobre los desafíos a los que se enfrenta África y sobre el papel que las ONGD y los estados deben tener para hacer frente a estos desafíos.

El “expolio de África”

En África viven más de 1.200 millones de personas y, sin embargo, el producto interior bruto (PIB) del continente apenas representa el 1,5 % del total mundial. “A pesar de ser el continente que alberga las mayores riquezas naturales del mundo, las políticas de venta de tierras a países de Europa, el Golfo Pérsico, América, China o India para su explotación indiscriminada, así como la actividad extractiva sin control, las agresiones al medioambiente o la especulación financiera, sitúan a África a la cola del desarrollo. Tan es así, que, de los 50 países menos desarrollados del mundo, 40 son africanos”, asegura Waldo Fernández, desde Manos Unidas.

“Siempre se ha dicho que, paradójicamente, la riqueza de África es su mayor pobreza y mientras no se produzca un cambio radical en las políticas comerciales, medioambientales y financieras, que mantienen a la mayor parte de los países africanos en la pobreza, no podremos hablar ni de justicia en África, ni de justicia con África”, afirma Fernández.

Manos Unidas, presente en el continente africano desde hace casi 60 años, asiste con preocupación al llamado “expolio de África” y, como organización que trabaja para erradicar el hambre en el mundo, no puede aceptar que 228 millones de personas pasen hambre en un continente que, hasta los años 70, era autosuficiente en alimentos y exportaba una media de 1,3 millones de toneladas anuales de alimentos. Hoy, los países de África deben importar, como media, el 25% de los alimentos que consumen, “mientras en sus tierras abundan las plantaciones de palma de aceite, caña de azúcar, girasol y soja para biocombustibles”, señala Waldo Fernández.

“Parece cuanto menos insólito -reflexiona Fernández- que países en los que el 80% de la población depende de la agricultura y donde las emergencias alimentarias y las hambrunas son recurrentes, estén alimentando a las poblaciones de otros continentes”.

Cooperación en África

La fotografía de África, tal cual se percibe en el mundo de la cooperación, es dolorosa. Las cifras son tozudas y lo confirman: “En África se sigue muriendo de hambre y de enfermedades prevenibles; las guerras y los conflictos están a la orden del día; más de 300 millones de personas no tienen acceso al agua potable ni al saneamiento… En África, la pobreza hace aflorar lo peor del ser humano, hay corrupción y falta de democracia… Sin embargo, pese a las incontables vicisitudes, África sigue en pie y muestra al mundo signos de esperanza: en años recientes su PIB ha crecido a ritmos superiores al 5%; se han reducido los porcentajes de mortalidad infantil y de malaria; han mejorado las políticas de salud pública y ha aumentado significativamente la escolarización”, explica Waldo Fernández.

Además, África cuenta con una riqueza incontestable: la juventud de su población. “Serán estos jóvenes, cada vez más formados y con una mayor conciencia política y social, los que encaminen al continente hacia el lugar en el que, por justicia, le corresponde estar”, continúa Fernández.

Manos Unidas es consciente de que el actual esquema de la cooperación para el desarrollo necesita mejorar para resolver las ingentes carencias de África. “Desde el punto de vista del hambre y la pobreza, parece razonable que las ONGD prioricen el apoyo a proyectos encaminados a reducir las vulnerabilidades de las poblaciones pobres”, afirma Fernández. “Pero cualquier esfuerzo de cooperación será insuficiente si no se atacan de raíz las causas de la pobreza. Y esto pasa por un cambio radical en las políticas, internas y externas, que perpetúan la pobreza”, asegura.

Manos Unidas en África

manos_unidas.pngDesde sus orígenes, el trabajo de Manos Unidas en África se centra en proporcionar a la población las herramientas necesarias para que sean ellos mismos los artífices de su propio desarrollo. Así, en 2017 Manos Unidas aprobó 285 nuevos proyectos de cooperación en 33 países de África, por un importe superior a los 15,9 millones de euros. Todas estas iniciativas responden a necesidades manifestadas por la población a la que se dirigen.

“Para encarar los desafíos del continente africano, Manos Unidas trabaja, fundamentalmente, en los sectores de educación y formación profesional, salud y acceso al agua, así como en la promoción de la agricultura sostenible por medio de técnicas adecuadas de producción, cultivos diversificados para mejorar la nutrición, el uso racional del agua y el impulso de la comercialización a partir de asociaciones y cooperativas que permitan mejores perspectivas de futuro para una población mayoritariamente joven”, explica Mabel Ibáñez, coordinadora del departamento de proyectos de Manos Unidas en África.

En África, donde todavía las ONG locales son poco numerosas, el trabajo de Manos Unidas se desarrolla principalmente con misioneros y congregaciones religiosas. “Esto nos permite llegar a los lugares más remotos donde `nadie´ quiere quedarse y donde los misioneros y religiosos hacen una labor imprescindible con las personas más desfavorecidas”, afirma Ibáñez. “Con ellos, tenemos la posibilidad de llegar a los rincones más alejados y ayudar a personas a las que difícilmente se llegaría de otra manera”, recalca.

África, donde el crecimiento económico no es sinónimo de bienestar para la mayoría de la población, requiere un trabajo continuado y sostenible que permita a sus habitantes alcanzar los niveles de vida dignos, como corresponde por derecho a su condición de seres humanos. Por ello y por ellos, está y estará Manos Unidas en África, el continente al que la ONG dedica el 50% de sus esfuerzos y donde tiene puestas grandes dosis de esperanza.


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