
Con las minas de oro cruciales en la región de Kayes ya amenazadas, los yihadistas ahora apuntan a ejes comerciales cruciales.
Tras asaltar el principal corredor comercial occidental hacia Bamako desde Dakar el mes pasado, los combatientes yihadistas han extendido su campaña a la arteria meridional clave desde Abiyán, buscando detener el flujo de combustible importado que sustenta la economía maliense. Esto sigue al bloqueo por parte de los insurgentes de Kayes, la puerta occidental de Malí, y Nioro du Sahel, en la frontera con Mauritania, la base del Chérif de Nioro, Bouyé Haïdara, un influyente líder sufí en Malí y gran parte de Mauritania.
También atacaron convoyes de camiones cisterna en Kayes y este mes incendiaron camiones cisterna cerca de la frontera con Costa de Marfil.
Malí ha suspendido las clases en escuelas y universidades de todo el país debido a la grave escasez de combustible causada por el bloqueo a las importaciones impuesto por los insurgentes islamistas.
El ministro de Educación, Amadou Sy Savane, anunció en la televisión estatal que todas las instituciones educativas permanecerían cerradas hasta el 9 de noviembre, afirmando que el bloqueo había afectado la circulación del personal y los estudiantes. El mandatario aseguró que las autoridades estaban «haciendo todo lo posible» para poner fin a la crisis y que las clases pudieran reanudarse el 10 de noviembre.
Durante semanas, Malí se ha visto afectado por la escasez de combustible, especialmente en la capital, Bamako, después de que militantes de una filial de Al Qaeda impusieran un bloqueo atacando camiones cisterna en las principales carreteras.
Malí no tiene salida al mar, por lo que todo el suministro de combustible se transporta por carretera desde los Estados vecinos, como Senegal y Costa de Marfil.
En las últimas semanas se han formado largas colas alrededor de las gasolineras de Bamako, y, según informes, las calles de la ciudad, habitualmente concurridas, se han quedado en silencio.
A principios de este mes, el gobierno militar había asegurado a los residentes que se trataba solo de un problema temporal, pero la crisis ha persistido.
La semana pasada, la Embajada de Estados Unidos en Bamako anunció que el personal diplomático no esencial y sus familias abandonarían Malí ante el agravamiento de la escasez de combustible y la creciente preocupación por la seguridad. Afirmó que las interrupciones del suministro de combustible habían afectado al suministro eléctrico y tenían el «potencial de perturbar la situación general de seguridad de forma impredecible«.
Malí está actualmente gobernado por una Junta militar liderada por el general Assimi Goïta, quien tomó el poder mediante un golpe de Estado en 2021.
La Junta contaba con apoyo popular cuando asumió el poder y prometió abordar la prolongada crisis de seguridad provocada por una rebelión separatista en el norte por parte de la etnia tuareg, que posteriormente fue secuestrada por militantes islamistas.
El gobierno militar ha contratado mercenarios rusos para abordar la inseguridad. Sin embargo, la insurgencia yihadista ha continuado y amplias zonas del norte y el este del país permanecen fuera del control del gobierno.
CIDAF-UCM


