Al menos ochocientos somalíes amenazan con suicidarse saltando al Océano Atlántico, en un intento desesperado por llamar la atención de las Naciones Unidas.
Mientras que la policía y el Instituto Nacional de Rescate en el Mar, NSRI, evitaron un suicidio en masa en Soetwater, cerca de Ciudad del Cabo, el pasado día 8 de junio, se expandían los rumores sobre ciertos refugiados aún desaparecidos, haciendo que docenas de personas se lanzasen al agua para buscarles a nado. Finalmente la policía ha descartado que nadie hubiese muerto, ya que un despliegue de policía, barcos y helicópteros rastrearon las aguas para cerciorarse de que nadie hubiese muerto ahogado.
Husein Faras, de 25 años de edad, que intentó suicidarse, fue rescatado por otros somalíes y devuelto al campo Soetwater tras haber estado varias horas en el Océano y hacerse graves cortes en las piernas. “Quería morir por el estrés que tiene, el año pasado uno ladrones mataron a su hermano y ahora no tiene nada que comer”, explica un miembro de su comunidad.
El nerviosismo se esparció por el campo de refugiados tras el fracaso de la reunión entre los líderes de la comunidad de refugiados y la Comisión de las Naciones Unidas para los Refugiados, UNHCR, en Ciudad de Cabo, el pasado sábado, día 7. Los refugiados quieren ser reasentados, y piden ayuda a la Oficina de la ONU. Inmediatamente después de las discusiones muchos somalíes se pusieron en huelga de hambre y amenazaban con suicidarse. “No les quedó otra opción y ningún organismo más al que acudir, no les ha quedado más remedio que tomar estas medidas desesperadas para llamar la atención del mundo”, explicó un líder del comité de líderes del campo de refugiados. “Pedimos asistencia a las Naciones Unidas, pero no nos la dan”, declara un líder de la comunidad apuntando a un montón de pan duro y botellas de zumo caducado que les enviaron al campo el día anterior.
Suráfrica no tiene programa de reasentamiento y el plan del UNHCR es ayudar al Gobierno de Suráfrica con la reintegración de los desplazados por la oleada de violencia xenófoba que ha sacudido el país las últimas semanas causando más de 50 muertos y 70.000 desplazados. Pero los desplazados de los campos de refugiados temporales no quieren reinsertarse, sino que se les proporcione un reasentamiento o la posibilidad, incluso, de volver a sus países. “nosotros pedimos salir de este país, explicaba el burundés Damas Nigonkuru, desde el centro de su gente, el N1 City. “Nos dijeron que no podían hacer nada más que ayudar al Gobierno a reintegrarnos. Eso no era lo que esperábamos, nos dejaron de piedra”, concluye.
Desde otros campos han escrito a las Naciones Unidas para pedir que les visite un experto en reasentamientos, porque esa es la opción que desean elegir, aunque sea raro. Una sola solicitud de reasentamiento puede llevar entre 18 y 24 meses de proceso. “no es que creamos que la UNHCR tenga la llave para abrir las puertas de todos estos países, que es la idea que tienen en el fondo los surafricanos”, aclara el burundés.
Esta crisis del capo de Soetwater ha hecho que la Campaña de Acción y Tratamiento, pida al gobierno a todos los niveles que cierre los campos de refugiados. Los activistas piden al Presidente Thabo Mbeki que ceda el mandato a la ONU para repatriar o reasentar a todos los desplazados por la violencia xenófoba de las últimas semanas, en un tercer país.
(Shabelle, Somalia, 09-06-08)